sábado, 15 de diciembre de 2012

EL CAMINO DE SANTIAGO


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COLEGIATA DE SANTILLANA (publicado en liebanizate)


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LA COLEGIATA DE SANTILLANA DEL MAR



Animada (es autora de este escrito, Mª Teresa Fuentes) a colaborar en Liebanízate, como ya insinué en mi carta de presentación hace unas semanas, nunca con más oportunidad que ésta en que está saliendo en esa prestigiosa página web el tema del románico de las Colegiatas y Monasterios del Cantábrico, pues escribo desde la misma SANTILLANA DEL MAR.

El hecho mismo de residir en esta emblemática Villa me da título para explayarme con gozo y honor a la hora de resaltar sus glorias artísticas al igual que su historia, su enseña milenaria y sus construcciones palaciegas con sus plazas, sus calles empedradas y su Colegiata presidiendo el Conjunto Histórico con el que ha sido galardonado.

Las anteriores publicaciones sobre el Arte Románico  cántabro (Valderredible, Elines, Cervatos, Piasca…) han contribuido a despertar mi atención en aquellos aspectos que no siempre salen a la luz en primera instancia y que considero de suma importancia si se quiere enmarcar el cuadro del arte en un fondo de perspectiva más amplio donde su historia, su cultura, sus orígenes, su economía, su envolvente social o religioso abran más ventanas de par en par y puedan notificarnos sus entrañas y confiarnos su intimidad.

Si, una vez más, la leyenda se mezcla con la historia, habría que remontarse a las reliquias de una santa mártir por la fe cristiana en tierras de Asia : Santa Juliana de Nicomedia en Bitinia ( Turquía ) en tiempos de las persecuciones de Diocleciano.

Fue, pues, la posesión de las reliquias de Santa Juliana lo que dio origen a una iglesia. Algunos historiadores se refirieron siempre, aunque de un modo confuso, a la fundación de este monasterio, llegando a hablarse del siglo VI como fecha de fundación del cenobio. Pero con la sabia prudencia del padre Enrique Flórez, patriarca de nuestra Historia crítica, nos quedamos con la puntualización de que “no consta el principio del monasterio”. E. L. Ferrari.

Después de que la población autóctona sufriera los embates de romanos y visigodos, una comunidad religiosa se estableció con los restos de Santa Juliana en el valle cercano a Altamira, (en el lugar de Planes), gesto muy común en aquel tiempo, en  dónde se construyó un cenobio para recoger los restos de la mártir de Bitinia . Algunos autores opinan que la primera fundación pudo tener lugar a finales del siglo VIII  si relacionamos el origen de la abadía  con el proceso colonizador llevado a cabo por Alfonso I en el siglo VIII, si bien el primer documento que alude al monasterio de Sta. Juliana de la villa de Planes es del 16 de mayo del año 943.

Es muy importante señalar que fue lugar de paso en la ruta del Camino de Santiago, lo que contribuye  a consolidar el monasterio con grandes donaciones de tierras y otros inmuebles.

Había de ser el nombre de la Santa el que pasara a denominar la localidad o poblamiento que se formó alrededor de la abadía y en el año 1.100, un documento hace referencia al Concilio de Santa Juliana, el concejo de la comunidad de vecinos de aquel lugar, apareciendo, ya, el nombre de Santillana de Camesa

Si avanzamos hasta el año 1.209, nos encontramos con que Alfonso VIII le concedió otro fuero, dándole estatuto de Villa a la localidad. La abadía pasa a ser Colegiata que,  por ser la más cualificada, pasará a formar el embrión de los valles de las Asturias de Santillana, dividiéndose el patrimonio de Sta. Juliana entre el Abad, que será el señor, y los 20 canónigos que constituían la mesa capitular, con lo que el rango de Colegiata da a  Santillana el paso de capital de las Asturias de Santillana.

 

Posteriormente las Asturias de Santillana fueron el nombre administrativo de una gran extensión de tierras de la vieja Cantabria , que se extendía desde la Riba de Sella y Peña Mellera hasta el límite con Liébana y Campoo, el Valle de Iguña y los montes del Pas, por el sur, y el Miera por el otro extremo, esto es, (incluyendo Santander), los valles de Camargo, Penagos, Carriedo… y así fue  cómo el nombre de la santa mártir Juliana , el nombre de Santillana, perduró en la historia administrativa y territorial de Cantabria. Por esta razón y desde 943 hasta el 1250, alcanzó un gran prestigio, constituyendo el centro y la capital de un señorío monástico que se extendió a lo largo de las Asturias de Santillana. Dicho centro monástico tuvo monasterios, iglesias, heredades , tierras y vasallos…He ahí la importancia del Feudalismo como Institución que corona esta época y la encumbra a los hechos más transcendentes en la cultura monacal, en el orden social de vasallaje y protección , y hasta en el orden económico en el modo de producción agrícola que rebasa el arado romano.

Por el fuero de Alfonso VIII se convirtió en la Merindad de las Asturias de Santillana, que perdura hasta el año 1444, en el que, por un privilegio real de Juan II de Castilla, la villa se constituyó en Marquesado, que cae en  D. Iñigo López de Mendoza, título de Marqués de Santillana.

PECADO ORIGINAL (añadido a culpabilidad dolosa)



PECADO ORIGINAL

Contesto a todos en general, aunque haya posiciones de cada uno que hubieran necesitado matizaciones concretas.

Lo primero que he de decir es que en mi escrito yo no hago afirmaciones personales sobre Dios ni sobre las religiones, ni me confieso creyente ni incrédulo; solo hago sugerencias para liberar el pensamiento y la creencia (de todo punto imprescindible en cualquier  acto humano).

Por tanto, creo que es imprescindible ver la diferencia sustancial entre saber una cosa o creerla. Ni los creyentes ni los ateos ni los agnósticos saben nada de los dioses; en eso al menos parten de cero todos. Ahora bien, la diferencia  entre un ateo, un agnóstico y un creyente  radica en lo siguiente: el ateo no sabe si dios existe o no existe con certeza racional, pero cree que no existe porque tiene más fuerza para él afirmar eso que lo contrario; el agnóstico no lo sabe tampoco, pero no considera el asunto de incumbencia para él, y por el momento, digamos, se abstiene, pasa olímpicamente. Y el creyente que tampoco sabe del asunto, se inclina firmemente por creer valiéndose de la tradición  que es tan fuerte en su conciencia que no cabe lo contrario para él, bien porque se fía (fe) de una autoridad (dogma, revelación bíblica o profética) o de una tradición que ha formado parte de su educación desde la infancia.

Subrayo lo que digo ahí de “ dolosa culpabilidad”, no dolorosa culpabilidad como han entendido algunos, porque si así fuera, sería un pleonasmo, ya que sentirse culpable siempre es doloroso;  no, sino culpabilidad con dolo (que se dice en Derecho), es decir, engañosa culpabilidad  que ha comenzado con la sentencia del “pecado original” del que habla el Génesis. Si así fuera, seríamos culpables de algo que ni hemos comido ni hemos bebido, y la irracionalidad de semejante episodio cae por su peso en una mente normal.

REFLEXIONES SUELTAS (Madrid Arena)

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PENSAMIENTOS SUELTOS (primera parte)


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domingo, 11 de noviembre de 2012

EL ARTE ROMÁNICO MONACAL Y EL FEUDALISMO

Fernández José Luis Gómez Mensaje marcado Sábado 10 de noviembre de 2012 20:19
EL ARTE ROMÁNICO MONACAL Y EL FEUDALISMO
José Luis Gómez Fernández
Parece como si, a toque de campana, hubiéramos hecho resurgir de repente entre los cántabros el entusiasmo por nuestras glorias artísticas. La última aparición en la web de facebook.com/liebanízate: LA COLEGIATA DE SANTA MARÍA LA REAL DE PIASCA, que nos ha brindado espléndidamente Isabel, me ha hecho reflexionar sobre el tema con este nuevo epígrafe que intenta relacionar el arte románico monacal con el feudalismo en Europa. Aquí podría caber aquel dicho de "que el árbol no nos impida ver el bosque". Piasca es el árbol y el feudalismo europeo es el bosque. ¿Qué queremos decir con esto? Pues sencillamente que la Colegiata de Piasca, como tantos otros lugares de arte y de culto en España y en Europa no caen llovidos del cielo. De todos es sabido que el Imperio Romano dejó una impronta en Europa, de norte a sur y de este a oeste, que ahí ha quedado impresa como huella en el arte, en el derecho, en la religión y en la institución militar. ¿Cómo sucedió esto? Al declinar el Imperio, los pueblos germánicos, que se encuentran detrás del Rin y el Danubio, al Norte, advierten, al ser contratados como mercenarios por los romanos, que su defensa militar estaba tocando a su fin y se organizan estos en federaciones aguerridas hasta dominar la situación del vasto imperio imponiéndose a sus dominadores, (tal fue el caso de Rómulo Augústulo depuesto por el mercenario Odoacro en el año 476). Aquí tiene su origen el "Feudalismo", que desplaza al débil ejército romano y sus leyes y constituye una organización militar en la que la guardia personal del jefe guerrero está vinculada a un juramento de fidelidad personal, de persona a persona, que incluye la legación de tierras rústicas y bienes patrimoniales, como los castillos, sede del Feudo, (lo que hacía más vinculante y jerárquico el contrato). Este hecho, sin precedente en la historia, tiene un significado en el arte románico, tanto en la arquitectura como en la escultura y pintura de sus murales (pocos por cierto, en la Colegiata de San Martín de Elines aún puede verse un mural de mediana conservación). ¿Cómo se manifiesta este significado en el arte románico? Pues, en un sentimiento de libertad individual y personal que imprime en las figuras humanas, animales y vegetales una impronta rústica donde predomina el geometrismo, el entrelazado como de cuerdas que recuerdan la brida de los caballos o la ferocidad de los monstruos a los que hay que dominar al unísono de la sorpresiva desfiguración de los personajes que intervienen en la lucha. ¿No nos sorprende en las iglesias románicas esos canecillos, a veces soeces o eróticos (como en la Colegiata de Cervatos) o esas figuras horripilantes de animales embravecidos como poco representativos de recogimiento religioso? Con lo fácil que les hubiera sido a los monjes esculpir la piedra con cruces, ángeles o cielos y nubes como si de una representación celestial se tratase. Pues no, el románico, contra lo que se cree vulgarmente, es un arte germánico-feudal, con impronta moral y todo (cosa que suele pasarse por alto en esa alta estimación que solemos tener de él). Y eso ¿por qué ocurre? Porque la moral del Dogma, que restringe el modo de mirar las cosas, y hasta el mismo mundo, no se lleva a cabo sino con la Reforma Cluniacense y con la férula vigilante de Roma en el siglo XII- XIII, (en que todo quedará bajo la mirada de Dios, del Pantocrátor). Los reyes, príncipes, duques, condes, obispos, arzobispos, priores, abades, lo serán por la gracia de Dios. Claro, así cualquiera se mueve, todo es eterno, la suerte está echada, el románico es el arte perfecto, su techumbre nos cobija y arropa como en refugio protector, sus arquivoltas y arcos de medio punto (como recordando la herradura de los caballos) nos solemnizan la entrada al santuario, el tímpano nos representa al Dominus, las esculturas bíblicas nos marcan el "Ego sum Via, Veritas et Vita". Pero, y todas las demás figuras, ¿qué pintan en este escenario? Pues, representan la “Civitas Dei et Civitas Diaboli” de S. Agustín (S. V) a la caída del Imperio Romano, es decir, LA CIUDAD DE DIOS Y LA DEL DIABLO en donde se dirime la batalla entre el bien y el mal. El bien tiene una sola cara, y el mal, muchas. Hoy podríamos decir que aún no hemos salido de esta emboscada y nos debatimos entre la fe y la esperanza, entre el predominio de la libertad y la necesidad, entre la voluntad y la determinación, entre lo individual y lo colectivo, entre el individuo y la sociedad, entre el derecho y el deber, entre lo natural y lo convencional, entre la ética y la moral. Y no digamos nada si nos encaramamos a las teorías del Estado, por las que se estima gobernar mejor a los pueblos o sumirlos en la subyugación, la desesperación o el suicidio. ¿Aún trenzamos la rueca de si el Derecho es convencional o natural? ¿Las leyes protegen la vida del individuo (la de cada uno) o la de la sociedad (la de muchos o la de todos) o solo la de los que las diseñan? Ha de revisarse esta cuestión. ¿Será verdad que quien hace la ley, hace la trampa? Si esto fuera así, prefiero vivir sin ley.

EL ROMÁNICO MONACAL Y EL FEUDALISMO

Fernández José Luis Gómez Mensaje marcado Sábado 10 de noviembre de 2012 20:19 EL ARTE ROMÁNICO MONACAL Y EL FEUDALISMO

José Luis Gómez Fernández

Parece como si, a toque de campana, hubiéramos hecho resurgir de repente entre los cántabros el entusiasmo por nuestras glorias artísticas. La última aparición en la web de facebook.com/liebanízate: LA COLEGIATA DE SANTA MARÍA LA REAL DE PIASCA, que nos ha brindado espléndidamente Isabel, me ha hecho reflexionar sobre el tema con este nuevo epígrafe que intenta relacionar el arte románico monacal con el feudalismo en Europa. Aquí podría caber aquel dicho de "que el árbol no nos impida ver el bosque". Piasca es el árbol y el feudalismo europeo es el bosque. ¿Qué queremos decir con esto? Pues sencillamente que la Colegiata de Piasca, como tantos otros lugares de arte y de culto en España y en Europa no caen llovidos del cielo. De todos es sabido que el Imperio Romano dejó una impronta en Europa, de norte a sur y de este a oeste, que ahí ha quedado impresa como huella en el arte, en el derecho, en la religión y en la institución militar. ¿Cómo sucedió esto? Al declinar el Imperio, los pueblos germánicos, que se encuentran detrás del Rin y el Danubio, al Norte, advierten, al ser contratados como mercenarios por los romanos, que su defensa militar estaba tocando a su fin y se organizan estos en federaciones aguerridas hasta dominar la situación del vasto imperio imponiéndose a sus dominadores, (tal fue el caso de Rómulo Augústulo depuesto por el mercenario Odoacro en el año 476). Aquí tiene su origen el "Feudalismo", que desplaza al débil ejército romano y sus leyes y constituye una organización militar en la que la guardia personal del jefe guerrero está vinculada a un juramento de fidelidad personal, de persona a persona, que incluye la legación de tierras rústicas y bienes patrimoniales, como los castillos, sede del Feudo, (lo que hacía más vinculante y jerárquico el contrato). Este hecho, sin precedente en la historia, tiene un significado en el arte románico, tanto en la arquitectura como en la escultura y pintura de sus murales (pocos por cierto, en la Colegiata de San Martín de Elines aún puede verse un mural de mediana conservación). ¿Cómo se manifiesta este significado en el arte románico? Pues, en un sentimiento de libertad individual y personal que imprime en las figuras humanas, animales y vegetales una impronta rústica donde predomina el geometrismo, el entrelazado como de cuerdas que recuerdan la brida de los caballos o la ferocidad de los monstruos a los que hay que dominar al unísono de la sorpresiva desfiguración de los personajes que intervienen en la lucha. ¿No nos sorprende en las iglesias románicas esos canecillos, a veces soeces o eróticos (como en la Colegiata de Cervatos) o esas figuras horripilantes de animales embravecidos como poco representativos de recogimiento religioso? Con lo fácil que les hubiera sido a los monjes esculpir la piedra con cruces, ángeles o cielos y nubes como si de una representación celestial se tratase. Pues no, el románico, contra lo que se cree vulgarmente, es un arte germánico-feudal, con impronta moral y todo (cosa que suele pasarse por alto en esa alta estimación que solemos tener de él). Y eso ¿por qué ocurre? Porque la moral del Dogma, que restringe el modo de mirar las cosas, y hasta el mismo mundo, no se lleva a cabo sino con la Reforma Cluniacense y con la férula vigilante de Roma en el siglo XII- XIII, (en que todo quedará bajo la mirada de Dios, del Pantocrátor). Los reyes, príncipes, duques, condes, obispos, arzobispos, priores, abades, lo serán por la gracia de Dios. Claro, así cualquiera se mueve, todo es eterno, la suerte está echada, el románico es el arte perfecto, su techumbre nos cobija y arropa como en refugio protector, sus arquivoltas y arcos de medio punto (como recordando la herradura de los caballos) nos solemnizan la entrada al santuario, el tímpano nos representa al Dominus, las esculturas bíblicas nos marcan el "Ego sum Via, Veritas et Vita". Pero, y todas las demás figuras, ¿qué pintan en este escenario? Pues, representan la “Civitas Dei et Civitas Diaboli” de S. Agustín (S. V) a la caída del Imperio Romano, es decir, LA CIUDAD DE DIOS Y LA DEL DIABLO en donde se dirime la batalla entre el bien y el mal. El bien tiene una sola cara, y el mal, muchas. Hoy podríamos decir que aún no hemos salido de esta emboscada y nos debatimos entre la fe y la esperanza, entre el predominio de la libertad y la necesidad, entre la voluntad y la determinación, entre lo individual y lo colectivo, entre el individuo y la sociedad, entre el derecho y el deber, entre lo natural y lo convencional, entre la ética y la moral. Y no digamos nada si nos encaramamos a las teorías del Estado, por las que se estima gobernar mejor a los pueblos o sumirlos en la subyugación, la desesperación o el suicidio. ¿Aún trenzamos la rueca de si el Derecho es convencional o natural? ¿Las leyes protegen la vida del individuo (la de cada uno) o la de la sociedad (la de muchos o la de todos) o solo la de los que las diseñan? Ha de revisarse esta cuestión. ¿Será verdad que quien hace la ley, hace la trampa? Si esto fuera así, prefiero vivir sin ley.

S. MARTÍN DE ELINES

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LA RUTA DEL ROMÁNICO CÁNTABRO (VALDERREDIBLE) S. MARTÍN DE ELINES

COLEGIATA DE SAN PEDRO DE CERVATOS

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viernes, 3 de agosto de 2012

BEATO DE LIÉBANA Y LOS “BEATOS” (2ª parte)

En esta 2ª parte voy a enlazar con el trabajo anterior, de la 1ª , justamente donde termina con una cita del Éxodo, 25, que hace mención al candelabro de los siete brazos (la "menorach").

Y ¿por qué me detengo en ello?

Porque esta parte simbólica inunda todas las grabaciones del Beato de Liébana y, por consiguiente, las copias de los "Beatos", y sin ello no se entendería nada. El número siete (la serie septenaria) tiene en Israel un significado especial, (siete días de la semana &c.) que queda reflejado en el capítulo 25 del Éxodo; y el Apocalipsis de S. Juan y los Comentarios del Beato de Liébana no hacen sino recoger aquel episodio del culto israelítico en su paso por el desierto en el Monte Sinaí y en el que se traza la línea de lo profano y lo religioso en esa relación del hombre con Dios (en la que consiste propiamente toda religión).

De aquí que, si el Éxodo es el libro de la liberación de una opresión (en este caso, de la opresión egipcia bajo el reinado de Ransés II (1300 años antes de C.) es un libro también de alianza, y Moisés es el brazo ejecutor de esta épica.

Los judíos volvieron a Palestina y Fenicia.

Y hoy doy por seguro que cuantos van a visitar estos lugares no regresan sin el candelabro de los siete brazos (la amenorach). Yo también tengo uno en casa.

Y como no hay mejor que leer el texto bíblico para apreciar lo que se está diciendo, transcribo unos versículos de ese Capítulo 25 del ÉXODO:

"25:31 Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo.

25:32 Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado.

25:33 Tres copas en forma de flor de almendro en un brazo, una manzana y una flor; y tres copas en forma de flor de almendro en otro brazo, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salen del candelero"

25:37 Y le harás siete lamparillas, las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante.

25:38 También sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro.

25:39 De un talento de oro fino lo harás, con todos estos utensilios.

25:40 Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte".

Hay unos treinta Beatos, del s. X y XI, donde se copian los Comentarios al Apocalipsis del Beato de Liébana. Ya dijimos que el libro había adquirido una propaganda inusitada precisamente en la época de las persecuciones más sangrientas de los años 90, la del emperador Domiciano.

La Iglesia ordenó en el Concilio de Toledo (633) su lectura en las asambleas cristianas entre Pascua y Pentecostés. Lo que pone de manifiesto que está en marcha una ruta emocional que busca la vibración de las masas en torno al milenarismo y a la lucha feroz contra el paganismo.

De hecho el epílogo del libro se cierra con la narración del Juicio Final y el triunfo de la Jerusalén Celeste. En él se inspiró S. Agustín para escribir su obra la CIUDAD DE DIOS.

Hay un escrito, además de los Comentarios al Apocalipsis, de Beato de Liébana que lo titula “De adoptione Christi Filii Dei” (“De la adopción de Cristo Hijo de Dios”), muy significativo para darnos cuenta de la intriga, todavía en la época de este siglo, que despertaba la importancia doctrinal del Concilio de Nicea (año 325) que se creyó asentada definitivamente en el dogma cristiano contra la teoría adopcionista y otras herejías, y ahora se ve que hay que insistir en ello como si se tratara de una nueva cuestión.

Sin embargo, el Arzopispo de Toledo, Elipando, más afín a la tradición visigoda, se alinea a la doctrina unitaria musulmana, recabando apoyo incluso de Félix de Urgel (la Marca Hispánica) hasta la intervención de las tropas carolingias en ese punto y la convocatoria de un nuevo Concilio (el de Ratisbona en el año 792) que iba a zanjar la cuestión de la polémica entre Beato de Liébana y Elipando sobre la cuestión trinitaria a favor de Beato de Liébana. Razón por la cual no solo triunfa la tesis de Beato sino el empuje enorme del reino asturleonés (con Cantabria) que, crecido con el resultado de este Concilio, forma Iglesia independiente de Toledo (la primera fracción de la Iglesia) y el avance de la Reconquista es ya cuestión de siglos y de epopeyas políticas, más que religiosas. El "enigma histórico de España" de Claudio Sánchez Albornoz

Quiero hacer un paréntesis, a este respecto, mencionando de nuevo la memoria de D. Desiderio, quien aseguraba que la Capilla rupestre de Cambarco, con tres vanos excavados en la roca para cada una de las tres personas de la Divinidad, significaba la tesis trinitaria de Beato frente a Elipando, de cuya incursión se había hecho ya eco Liébana por este tiempo.

Sea como fuere, los Beatos, como primeros códices medievales ilustrados, se suceden en copias ininterrumpidas en los monasterios por monjes laboriosos que nos dejan el trabajo intelectual y artístico que se puede contemplar en la real Academia de la Historia, el Archivo Histórico Nacional, la Universidad de Valladolid, Santo Domingo de Silos, las Catedrales de Gerona, Seu d,Urgell, Burgo de Osma, El Libro de los Testamentos góticos del siglo XII en la catedral de León, el Calixtinus del XII también de la catedral de Santiago.

Digno de notar aparte es la Biblia mozárabe de León (en el museo de la catedral de León) que es la Biblia mejor documentada y en la que, según testimonios de expertos, se inspiró Picasso para su composición del Guernica. Bien pudo haberla conocido en las exposiciones que tuvieron lugar en Barcelona en 1929 y en París en 1937.

http://www.rtve.es/noticias/20090419/picasso-pudo-inspirarse-biblia-mozarabe-del-siglo-para-guernica/266827.shtml

http://www.arsgravis.com/detall.php?id=321

BEATO DE LIÉBANA Y LOS “BEATOS” (1ª parte)

Soy consciente de que sobre este tema casi todo el mundo dispone de información más o menos documentada, además de una exposición permanente en Potes.

Pero la justificación de traer aquí este tema se hizo más imperiosa por el episodio, aireado por todos los medios de comunicación, del códice Calixtino del siglo XII desaparecido y encontrado recientemente.

Si a esto añadimos que, habiendo yo aludido al Beato de Liébana solo de pasada en mi anterior colaboración sobre LA EXPANSIÓN DEL CRISTIANISMO…, tuve petición expresa de algunas personas, entre las que no puedo dejar de citar, por su extraordinaria colaboración poética de gran calidad, a Crucita Torre, quien, al leer mi último escrito, lamentaba que no me hubiera referido más ampliamente a Beato de Liébana.

Como digo, la inmensa mayoría está al tanto del tema, aunque no sea más que por haberlo oído y visto mil veces en vídeos y exposiciones. Por lo que me voy a ceñir a simplificar aquel aspecto que tal vez la gente ignore por no haberse detenido a reparar, y que es el núcleo central del COMENTARIO AL APOCALIPSIS DE BEATO DE LIÉBANA y, por ende, de los BEATOS.

La España medieval en pleno siglo VIII necesitó sacudir el miedo a la invasión musulmana sacando a la luz (hoy diríamos, a los medios de comunicación) textos bíblicos trepidantes que se encontraban en el Apocalipsis de S. Juan, un texto de los años 90-95, no tan lejos de la muerte de Cristo. En ellos se basan los Comentarios del Apocalipsis de El Beato de Liébana.

De la biografía del Beato nada propiamente se sabe sino que fue abad del Monasterio de Santo Toribio y que allí debió de disponer de un “Scriptorium” en el que se gestó la redacción e ilustración miniada del texto primigenio (desaparecido).

A Beato de Liébana se le ha dado por oriundo de Aniezo (incluso existe una placa conmemorativa, que alguien se encargó de colocar “in memoriam”). También se apuesta por Saldaña, Andalucía o Toledo como lugares de nacimiento, sin base alguna en las Crónicas (la Albeldense, que es la más antigua y proviene del códice del Monasterio de Albelda (Oviedo), nada dice al respecto). Si bien es cierto que la leyenda, ante la incertidumbre, desbarra a sus anchas y habla de un grupo de exiliados visigodos que, aterrorizados por la entrada en el año 711 de musulmanes por el sur, huyen despavoridos hacia tierras cántabras con el propósito de formar un cuerpo aguerrido contra el moro desde tierras astures. Covadonga es el lugar emblemático. En Cosgaya, sigue la leyenda, pudo haberse ensayado el primer enfrentamiento cuerpo a cuerpo contra el invasor llegado hasta allí desde las vertientes de los Picos según atestigua Sánchez Albornoz.

Con datos ya históricos, sin embargo, Alfonso I, yerno de D. Pelayo e hijo de Pedro de Cantabria (que no faltan quienes le hacen coincidir con el Conde de Torices y sus propiedades en las Casas de abajo, con monasterio incluido (que D. Desiderio trató de recuperar dejando la enseña de la cruz, como lo hizo también en Frama con el monasterio de La Virgen de los Caballeros), parece, digo, haber entablado una relación amistosa con Beato de la que cabe deducir que, al igual que hiciera el Emperador Constantino con la oficialidad del cristianismo en el siglo IV contribuyendo a su expansión, le ayudó y encumbró en su idea monacal y de lucha contra la invasión musulmana, en un momento tan crucial, aportando todos los medios materiales e intelectuales (desde la preparación del Camino de Santiago contra el moro hasta la resonancia del Apocalipsis de S. Juan como apunte bíblico) para la salvación de la Cristiandad en Occidente frente a una civilización oriental devastadora, irreligiosa y arriana con el adopcionismo para más señas, como luego se mostró en la polémica entre Elipando, obispo de Toledo, y el propio Beato y Eterio (discípulo suyo) ensañándose en una disputa filosófico-teológica que implicaba el poder, igual que ocurriera otrora con la implantación del cristianismo y la cristiandad como aleatoria intersección entre el cetro y la cruz. Ahora se trata de ganar lo perdido (la Reconquista), entonces, de conquistar lo anhelado.

¿Qué significado tiene, entonces, el Apocalipsis?

El Apocalipsis es el último libro del Nuevo Testamento escrito en la isla griega de Patmos por S. Juan en su destierro, como si se repitiera en la historia que el exilio, el destierro o la cárcel fueran los detonadores de ideas ilustres de personajes que con más virulencia hayan pasado a la historia, como fue el caso de Boecio, Sócrates, Galileo….y tantos otros.

De hecho el género apocalíptico es frecuente en la literatura del judaísmo por las vicisitudes de un pueblo religioso y perseguido, que se propone revelar realidades trascendentales recurriendo al mito, al misterio, a las visiones y a las apariciones.

Este escrito está destinado a las iglesias recién surgidas en el Asia Menor, según testimonio del capítulo I, versículo 11, donde dice literalmente: "Lo que vas a ver, escríbelo en un libro y mándalo a estas siete iglesias: Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea". Allí se libran batallas contra el paganismo representado por la bestia feroz y la Iglesia cristiana dentro de una visión más amplia de una teología de la historia de lucha entre Dios y Satanás. Está aquí en ciernes la Ciudad de S. Agustín, la salvación de la humanidad, de la que he hablado en artículos anteriores; lo que está sucediendo en cada lugar de estas iglesias se recapitula desde el C- I al 4. Desde el C- 4 en adelante hasta el epílogo se narran las plagas y castigos que son medios de que se vale el Dios para hacer comprender a los hombres….En este caso el autor recurre a un material estilístico tradicional como es el mítico de los cuatro Jinetes, los Dos Testigos, la lucha del Dragón contra la Mujer, las dos Fieras … &c. que el artista de los Beatos plasma en dibujos con bandas horizontales y colores ilustrativos cuya temática y técnica fundamentan la evolución de la pintura y escultura mozárabe y románica, valiéndose de plumas de ganso, de cuervo o de cisne mojadas en tinta negra y pigmentos vegetales y grasas de animales, no faltando, para resaltar la estampa, el oro, dando solidez al folio el remate de una bella cubierta. El color y el dibujo de las figuras impactan de tal modo que trasfiguran la sensibilidad a otro mundo.

La lucha reflejada en su día contra el poder del Imperio Romano sube ahora de tono contra todo poder de este mundo y la victoria de Cristo.

En el Apocalipsis hay dos partes: una, que podríamos llamar la narración de los contendientes históricos, la Iglesia y el Imperio, que se transfiguran en Cristo y Satanás con victoria final de la Iglesia-Cristo y ruina de Babilonia-Roma.

Hay otra parte que podríamos llamar simbólica que tiene su eje en las series septenarias….la menorach uno de los símbolos más viejos del Judaísmo, es un candelabro de siete brazos, o una lámpara de aceite. Es considerado el símbolo oficial del Estado de Israel. Se dice que simboliza los arbustos en llamas que vio Moisés en el Monte Sinaí (libro del Éxodo, 25).

http://jonkepa.wordpress.com/2007/09/25/simbolos-judios-la-menorah

viernes, 6 de abril de 2012

LOS CÁTAROS

LOS CATAROS, CRISTIANOS PERSEGUIDOS POR LA IGLESIA ROMANA (1era parte)

Desde siempre La Iglesia Catara, perseguida con par­ticular saña por la Iglesia Romana ha intrigado a los historiadores. Una multiplicidad de preguntas se han hecho sobre ese fenómeno religioso cristiano que puso en jaque en occidente el predominio de la Iglesia Romana, que llevó al Papa Inocencio III convocara una cruzada contra esos cristianos decidentes, y a fundar la inquisición para exterminarlos y perseguirlos con tal particular saña y eficiencia que hizo desaparecer, además del Catarismo a una de las más brillantes sociedades de occidente de la época: La occitana o del "Midi".

LOS INICIOS
Estamos en la segunda mitad del siglo X, es un momento de gran efervescencia religiosa y mística, con anuncios apocalípticos del fin de este mundo.
La Iglesia católica, se encierro en Monasterios, Ermitas, alejándose de la sociedad civil. El alto clero ejerce una vida licenciosa, corruptamente opulenta, lejana a las prédicas evangélicas y semejantes a las de los Señores Feudales. En contrapartida se multiplican los movimientos no sujetos a la autoridad de esta Iglesia, inspirados en el cristianismo primitivo, orientados en su mayoría por antiguos clérigos, predicando según el ejemplo de los apóstoles: renuncian a los bienes terrenales privados, hacen votos de pobreza, predicando entre todos los estamentos pero sobre todo entre la gente común o vulgo.
En general estos movimientos son mixtos, tomando la mujer una importancia que no tenía en la sociedad medieval, y en algunos casos como el de los "herejes" de Monforte, Piamonte en 1025, son dirigidos por una mujer, Durante los siglos XI y XII, los movimientos cristianos disidentes se multiplican en casi toda Europa, con diversas denominaciones según quienes los denuncian. Publicados en Champaña, Borgoña y ciertas partes del norte de Francia, Patarinos en Dalmática y el norte de Italia, Ketzer en Renania, Piphles en Flandes, Tisserands o Albigenses en Occitania y Cataluña.
Estos Cristianos, o "Pobres de Cristo", o "Buenos Hombres" como sencillamente se denominaban o sí mismos; o estos Cataros (puros) como peyorativamente los llamaban en la época, se expandieron desde el siglo XI al XIII desde Bulgaria, a Servia, Grecia, Asia Menor y por todas las partes antes nombradas de Europa Occidental, llegando a ser mayoría en el Languedoc y ciertas zonas de Italia del norte, al punto de convertirse en una verdadera Iglesia Alternativa.
En 1167 en Saint Félix de Lauragués, se celebró un Concilio de las Iglesias Cataras presidido por el Obispo bogomilio Nicetas. Las actas de dicho Concilio puestas a luz en 1946 en un libro de Antoine Dondaine, demuestran la existencia de una Iglesia catara en Francia, de 4 Iglesias Occitanas (Albí, Tolosa, Carcasona, Agen, luego se formaría una quinta la de Rases, 6 Iglesias Italianas divididas por problemas doctrinarios y personales, Concorezzo, Valle Spoletano, Florencia, Mantua, Marca Trevigiana y Desenzano, y una en Cataluña en el Valle de Aran.
La cruzada contra los Albigenses convocada por Inocencio III y la instauración de los tribunales de la Inquisición marcó el inicio de su decadencia y el principio de su desaparición.

SUS PRINCIPIOS TEOLÓGICOS, FILOSÓFICOS.

Dualistas en el campo Teológico, sostienen la existencia de un Dios absolutamente bueno, que creó todo cuanto existe de Amor, Pureza de bien, y un espíritu perverso, a quien hay que imputar todo lo malo que encierra el Universo. Las dos creaciones contradictorias se entremezclan para producir el mundo y la humanidad. El destino espiritual del hombre consiste en eliminar la parte mala que reside en él, para llegar a identificarse totalmente con el bien y así entrar en el reino de Dios. Creían en la reencarnación y las diversas reencarnaciones eran un trayecto hacia la purificación hasta que el alma inmortal lograra' el estado de perfección que le permitía ascender al reino de los cielos. Éste pensamiento será la esencia misma del catarismo. Y la base del "libro de los dos principios".al cual nos referiremos en próximas notas.
Para ellos cobrar una vida aun en tiempos de guerra era un asesinato. Se oponen a toda violencia, practican un pacifismo a ultranza rechazando la noción de "bellator" (guerrero sobre la que se basa el sistema feudal) Condenan la guerra, no había excepción, la consideran como una extensión suprema del mal. Su actitud antibeligerante será una de las razones de su fracaso histórico y uno de los motivos de su desaparición.
Vegetarianos, con excepción del pescado, se negaban a comer carne animal y finalmente sus diáconos y sacerdotes castos, practicaban el ayuno periódico.
Hay que precisar que estas obligaciones sólo las cumplían los Obispos, Diáconos y Perfectos siendo totalmente tolerantes con los creyentes a los cuales solo se les imponían las creencias básicas: de las dos fuerzas el bien y el mal, la reencarnación, la inmortalidad del alma, y la idea de que el mundo fue creado por el diablo
Estos Cristianos son religiosos austeros, leen el nuevo testamento, siguen el ejemplo de los apóstoles y practican el rito cristiano primitivo del bautismo por imposición de las manos.
Niegan el castigo eterno esgrimido por la Iglesia Romana, lo rechazan con especial energía en nombre de la bondad y la infinita capacidad de perdón de Dios Padre.
Los religiosos cataros predican sólo con el ejemplo, oponiéndose a la licenciosa vida de la inmensa mayoría del clero Romano, decían que "la Fé sens obras morta és” (sin obras muerta está)
Predicadores incansables, traducen las escrituras del nuevo testamento al Occitano, abandonando para toda su liturgia el latín. El evangelio estaba así al alcance de todos leído por esos clérigos que luego lo comentaban y discutían con el auditorio. Enseñan a leer y escribir para que todos puedan acceder directamente a las enseñanzas del Evangelio
Predicaban casi en la intimidad, en casas particulares, en las pequeñas cortes de la baja nobleza occitana que los protegía, abrían sus casas en el Castrum (Ciudad o pueblo amurallado que tiene como centro un castillo} entre la población civil, al alcance de todos sin ninguna magnificencia. No cobraban diezmos ni exigían dádivas, trabajaban ejerciendo profesiones mundanas, y recibían donaciones y limosnas para poder vivir. Sus congregaciones se dividían en estamentos profesionales El más popular de los trabajos que ejercieron fue el de tejedores que ocupaba a muchas mujeres - de donde proviene el apodo de "Tisserans"- como los llamaban en ciertas partes del sur de Occitania- también ejercían otras profesiones como las de picapedreros y constructores que se reunían en grupos cerrados llamados logias con rituales iniciativos propios de cada una de las profesiones. Consideraban legítimo el préstamo de dinero a interés al igual que lo hacían los templarios. Ejercían el comercio e impulsaban a la burguesía a hacerlo.
En contrapartida invertían sus ganancias en obras de caridad y asistencia a la población en los Burgos del Castrum, practicando incluso la medicina. Por su ejemplo de vida gozaban de un gran prestigio entre todos los estamentos y sobre todo en la naciente burguesía.
Exhortaban a la conversión como vía hacia la salvación eterna, a partir de las Sagradas Escrituras. La única oración que los cataros aceptaban, era el Padre Nuestro porque la había enseñado directamente Jesús.

EL CONSOLAMENTUM
Aquellos que lograban vivir practicando las enseñanzas del evangelio, podían acceder al "Consolament"; esta ceremonia esencial era impuesta por los "Perfectos", los diáconos y los obispos en sólo dos momentos, cuando el creyente había alcanzado un estado de pureza espiritual y de vida que lo justificaba, o al borde de la muerte si en vida lo había merecido.
Los que accedían al Consolament (recibir el espíritu santo) en vida oficiaban de sacerdotes fueran mujeres u hombres y eran los que predicaban junto a los diáconos y los obispos, los llamaban "Perfectos".
Rechazan la eucaristía, porque negaban la condición humana de Cristo.
En actitud revolucionaria para la época, practican en muchos aspectos de la vida la igualdad para la mujer, lo que les valió lo adhesión en todos los estamentos, del sexo femenino pero en especial de la nobleza occitana. Si bien no llegaron a vencer las barreras del patriarcado, las mujeres no podían llegar al obispado ni ser ordenadas como diáconos, éstas podían leer los evangelios, predicar, discutir libremente, ejercer ciertos oficios, tenían los mismos derechos que los "perfectos" estándoles permitido conferir el "Consolament". Los creyentes las adoraban igual que a los "Perfectos hombres" porque "estaban habitadas por un espíritu superior".

Para recibirlo en vida había que seguir una etapa de “probativo” en el curso de la cual un “perfecto” lo instruía y seguía su evolución.
Los creyentes podían acogerse a dos ceremonias: el “melhoramentum” que era un remedo de confesión pública con absolución colectiva, y o al “apparelhamentum o parcia” que consistía en una bendición que recibía un simple creyente de manos de un perfecto. Los creyentes realmente solo tenían la obligación de asistir a las asambleas que convocaban los perfectos en forma general dentro de una población, o en forma particular de cada corporación profesional. En esas asambleas los perfectos, administraban en forma colectiva el consolamentum. Estos consolaments colectivos tenían como objetivo de finalizar las asambleas cataras en un estado de gracia colectiva, generando un sentido de pertenecía, mantener unida a la congregación y o la logia, no obligaban a los creyentes a tener que cumplir las severas normas de vida que cumplían los perfectos. Todas estas asambleas y ceremonias cataras, eran finalizadas con un ágape fraterno que recordaba al de los primeros cristianos.

LA ENDURA
Muchas son las versiones que la inquisición dio sobre la endura, sin duda el rito cátaro mas importante y mas significativo.
Pero si desbrozamos la paja del trigo, podemos llegar a la conclusión que la endura tenia un significado inisiático realmente importante para los creyentes.
Ninguno de ellos estaba obligado a realizarlo, solo se accedía al el por voluntad propia, y podia ser realizado por cualquier creyente teniendo significados distintos según los momentos de la vida y la cercanía a la muerte física que se encontraban.
La endura se iniciaba con un ayuno que se acompañaba de oración y meditación con el fin de dar acceso a la experiencia mística mas importante del creyente. Era una línea divisoria entre un antes y un después, y por lo tanto una experiencia simbólica de la muerte. “El hombre viejo moría por propia voluntad, y nacía un hombre nuevo renovado por la experiencia mística” y a diferencia del consolament y del melhorament que apenas significaban la inserción en el sujeto de una fuerza exterior purificadora transmitida por un perfecto, “la endura” solo podía ser experimentada por el propio sujeto, en solitario en comunión interior, para percibir la luz, fueran asistidos o no por algún perfecto.

Este ritual iniciativo llevo a los inquisidores romanos a hablar de suicidios rituales, lo que no era cierto, pero si era cierto que los cataros al igual que los antiguos cristianos enfrentaban el martirio a los que los sometía la inquisición, con absoluta tranquilidad, a veces caminando solos y cantando para tirarse en la hoguera, o simplemente sentándose en círculos para morir y “renacer en un mundo no terrenal para los mas puros, o para renacer reencarnados para aquellos que no habian alcanzado la perfección”.
La endura era pues un ritual que significaba la muerte de un estilo de vida y de renacimiento en otra vida en la cual el creyente deberá por esfuerzo propio, ayudado por los rituales, ir develando los secretos que lo llevaran al perfeccionamiento y a la liberación del espíritu encerrado en su cuerpo terrenal.
También plantearon el matrimonio como una unión conyugal por consentimiento mutuo, los "perfectos" oficiaban sólo de testigos de una unión no sacramental que excluía el interés y la venalidad, implicaba la igualdad entre los cónyuges y una cierta emancipación de la mujer en la sociedad
.Se oponían al orden feudal basado en el juramento de fidelidad, por otra parte bastante poco respetado por la nobleza que lo rompía a conveniencia.
Respetaban sólo a los nobles que los apoyaban y veían en la actividad del comercio y la artesanía un camino liberador de la opresión del orden feudal.
Rechazan la justicia señorial y proponían para las diferencias mundanas entre sus fieles, el arbitraje "tomad de jueces a los perfectos" amparándose en las palabras de Pablo (¿no hay entre vosotros ningún prudente capaz de ser juez entre hermanos?).
Oponen a la nobleza de origen la nobleza de espíritu y la nobleza natural "Paratge" (encumbramiento por mérito propio a la cual pueden acceder todos los miembros de la sociedad), concepto ampliamente difundido entre toda la sociedad Occitana.
Prohibían entre sus fieles el juramento, permaneciendo así fieles a la tradición cristiana primitiva -
Niegan la adoración de las imágenes y la cruz simboliza a Cristo orando y abrazando a la humanidad, y no crucificado.
Niegan el principio gregoriano de las dos Iglesias, la "verdadera" La Iglesia del trono de San Pedro, y la falsa y pérfida iglesia del Anticristo, del enemigo infiel, de los herejes, que es instrumento de Satán y que es lícito suprimir en Nombre del Dios Verdadero, llegando a ser la función principal del caballero cristiano, combatirla y eliminarla, estando autorizado a matar sin pecar, asegurándose con su actitud, la salvación eterna.
Esta consideración negativa de la Iglesia Romana, a la que ellos también consideraban un instrumento del Diablo, será otro de los factores determinantes de su derrota y posterior desaparición.
Las exigencias en cuanto a las condiciones que debían cumplir sus sacerdotes hizo que ellos fueran escasos; los anales de la inquisición calculaban que en los mejores tiempos de la herejía no pasaban de 5 mil perfectos en toda Occitania sobre más de 3 millones de creyentes.-
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Adriana España Muchas gracias,es muy bueno el artìculo,claro e ilustrativo y muy interesante en cuanto al futuro de la evoluciòn espiritual de los humanos.
5 de diciembre de 2010 a la(s) 4:04


Jorge Omar Guidobono Damia Excelente trabajo Eduardo, muy claro e ilustrativo de una triste realidad que vivió la humanidad debido al miedo de algunos a perder sus "chacritas de poder"
5 de diciembre de 2010 a la(s) 21:32
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Gustavo Bueno, sobre marxismo en la revista Sistema · nº 2 · nº 4 · nº 7


Gustavo Bueno
Sobre el significadode los «Grundrisse» en la interpretación del marxismo
Sistema, revista de ciencias sociales,Madrid, mayo de 1973, número 2, páginas 15-39.
Facsímil en pdf: marzo 2010
«La editorial Siglo XXI de España, S. A., ha publicado, a lo largo de 1972, dos volúmenes que contienen la traducción española de los borradores de 1857-1858 en los que se prepara tanto la Contribución a la critica de la economía política como El Capital (la traducción ha estado a cargo de Pedro Scarón, Miguel Murmis y José Aricó). Como es sabido, estos borradores fueron publicados en 1939-1941 en Moscú por el IMEL, que les dio el título de Grundrisse (elementos fundamentales, fundamentos) der Kritik der politischen Economie, con cuya primera palabra suelen ser hoy designados. Esta primera edición de conjunto no logró alcanzar, a consecuencia de la guerra, la difusión que logró la segunda edición alemana (Dietz; Berlín, 1953), que, sin embargo, arrastraba muchos errores derivados de la difícil interpretación de los manuscritos originales. Sobre estas ediciones hizo Roger Dangerville, en el año 1968, una discutida, aunque completa, edición francesa en dos volúmenes (Anthropos; París), y, a su vez, a la vista de ésta (incluida la interpretación del refrán de los gansos; véase tomo I, pág. 50, de Dangerville), está hecha la traducción del Equipo Comunicación (que no contiene el importante prólogo de 1857, ya publicado por este Equipo como apéndice a una traducción de la Contribución a la Crítica de la Economía política). La traducción de Siglo XXI es completa, y no sólo ha tenido a la vista la última traducción rusa (1968-1969), sino la copia facilitada por IMEL de sus observaciones críticas a la edición original.»
I. ¿En qué consiste la importancia de los «Grundrisse»? Revisión de algunas respuestas.
II. El problema del marco ontológico de «El Capital». Los «Grundrisse» como marco ontológico
III. El «Umstülpen» y los quiasmos en Marx
IV. Lectura ontológica de los «Grundrisse»
[V.] Los «Grundrisse» de Marx y la «Filosofía del Espíritu objetivo» de Hegel

Facsímil del original impreso de este artículo en formato pdf

Fundación Gustavo Buenohttp://www.fgbueno.es/gbm/gb73s2.htmImpreso el viernes 6 de abril de 2012
http://auladefilosofia.net/2010/06/30/platon-carta-vii/
LAS CONVENCIONES POLÍTICAS Y LOS PACTOS ENTRE PARTIDOS


José Luis Gómez Fernández


Estamos atravesando en España en estos momentos difícultades políticas de gran envergadura.
Las medidas drásticas a las que estamos siendo sometidos los ciudadanos de a pie nos tienen atenazados a unas convenciones políticas que se deciden en los altos Foros de un Parlamento.
¿Qué diferencia existe entre una convención política y un pacto entre partidos? Mucha; convenir en política, tal como nos enseña la historia de la política desde los griegos (¡quién se lo iba a decir ahora a ellos!) es decidir racionalmente la organización de la ciudad (la Polis-Estado, decían ellos) sin más miramientos que el bien común, el bien de todos, incluso el de los metecos (nombre que se daba en Atenas a los extranjeros).
Los pactos entre partidos, por desgracia para el bien común, se abrazan por intereses personales y de grupo, que es lo más denigrante que pensar se pueda; actos éstos que deberían estar penalizados y abominados por la plebe en un Viernes de Pasión (que es cuando escribo esto).
Me produce vértigo pensar retrospectivamente en lo que podría convertirse una política sin dar lugar a contaminación alguna.
De igual modo me viene a la memoria aquellas primeras reflexiones que en política hicieron los Sofistas Griegos, tanto la primera como la segunda Sofística
Vamos a hacer una “Física de la sociedad” (lo que hoy se llamaría “Ingeniería social”) dijeron los primeros, proponiéndose con ello diseccionar la realidad social que tenían ante sus ojos (al igual que un físico pueda hacerlo con la materia y la energía que compone su campo).

La Primera Sofística, a la que pertenecen hombres como Gorgias, Hipias, Protágoras y Pródico, sostiene que las leyes políticas y morales se fundamentan en la Physis o naturaleza racional del hombre. Por consiguiente, si hay Convención, o acuerdo entre muchos, ha de ser una convención racional y conforme a naturaleza, ya que la Razón y la Justicia son propiedades esenciales de la naturaleza humana: respetar y ser respetado, ser justo y exigir justicia han de ser los axiomas fundamentales de una buena Ley.

La Segunda Sofística, a la que pertenecen Calicles, Antifonte, Licofrón, Alcidamante y Trasímaco entre otros, ya no fundamentan la ley en la Physis o naturaleza del hombre, sino, muy al contrario, en persuadir al otro hasta con engaño y trampa para que muerda el anzuelo de su opinión interesada, es decir esgrime la Retórica como añagaza de sus intereses particulares cayendo en la demagogia y desprestigiando la esencia de la política.
Su fundamento racional no existe, cae por su base al quedar al albur del relativismo más desconcertante., porque si la Ley lo que pretende es tanto igualar a los desiguales como desigualar a los iguales, es una Ley injusta.
Los Sofistas, como primeros creadores e investigadores de los valores morales y políticos, si bien son considerados como los verdaderos profesorales de la disciplina política, de su naturaleza, de sus principios y sus fines, necesitaron el concurso de un Sócrates para quebrar el sofisma que se escondía en su argumentación moral y política; y así, desde ese momento, tanto la norma moral como la ley política forman un lenguaje único (un logos) que se considera inseparable de la tarea doctrinal y política. Lo bueno y lo justo nacen aquí, y la prudencia y la justicia son la sabiduría del político.
No olvidemos, sin embargo, que Sócrates sacralizó la ley y sucumbió a ella para liberarse, no de la muerte física (a la que vio como liberación) sino de la muerte política de la injusticia de una ley impuesta por una democracia.

LA CARGA EMOCIONAL DE LAS GUERRAS DE RELIGIÓN EN EUROPA DESEMBOCA EN LA CULTURA BARROCA EN ESPAÑA EN EL SIGLO XVII


-De nuestro colaborador José Luis Gómez Fernández

La Rendición de Breda o Las Lanzas.
Obra que se enmarca dentro del barroco español, pintada al óleo sobre lienzo y realizada por Velázquez,
en el cuadro se recoge un hecho histórico.
LA CARGA EMOCIONAL DE LAS GUERRAS DE RELIGIÓN EN EUROPA DESEMBOCA EN LA CULTURA BARROCA EN ESPAÑA EN EL SIGLO XVII.

Por José Luis Gómez Fernández

¿Por qué en una época de decadencia política y social como lo fue la de los Austrias, al menos desde el reinado de Felipe III hasta Carlos II, tenemos un Siglo de Oro en literatura española cuando lo que cabría esperar era toda una composición literaria y artística denunciadora y comprometida con la realidad existente en ese tiempo?
¿Qué sucedía con nuestras letras y nuestras artes mientras se debatía en Alemania la Reforma de Lutero y en el Norte de Italia (Trento), la Contrarreforma?
¿Qué sucedió en las mentes de aquel siglo para batirse en una guerra llamada “Guerra de los Treinta Años (que en la realidad dura 41 años, 1618-1659) por cuestiones religiosas?
La Reforma Protestante y la Contrarreforma debieron de conmocionar a Europa más de lo que nos cuentan los libros de historia, y lo cierto es que se acentuó por este motivo una sensibilidad religiosa que desemboca ya en el siglo XVI en el Misticismo Español de Santa Teresa de Jesús (1515-11582) y S. Juan de la Cruz (1542-1591), y que en el XVII, en plena pugna religiosa entre protestantes y católicos unido a la depresión económica y demográfica con la aparición de la peste y la guerra Franco-Española, dio lugar a un desconcierto en las conciencias y a una búsqueda de libertad interior en corrientes espirituales disparatadas, como lo fueron los “Libertinos” en Francia o los “Pietistas” en Bohemia” o los “Cuákeros” en Inglaterra o los “Jansenistas de Port-Royal.
El Protestantismo, como movimiento religioso del siglo dieciséis, que se separa de la Iglesia católica y romana, origina gran número de sectas (luteranismo en Alemania, anglicanismo en Inglaterra, calvinismo en Suiza, Holanda, EEUU, los hugonotes en Francia (nombre de Hugues, jefe del partido suizo en Ginebra, según el Diccionario etimológico de Corominas) que amenazan la unidad política de los Estados. Unidad que precisamente se mantenía fundada en la religiosa.
Católicos y protestantes luchan por el predominio de sus confesiones y sus territorios. De ahí la apropiación por los protestantes del hecho histórico de que cada región tiene su religión (“cuius regio, eius religio”)
De hecho el enfrentamiento entre el Emperador Fernando I, hermano de Carlos V, y el poder desde Bohemia de los Príncipes Protestantes da lugar a dos partidos que forman la Unión Evangélica por parte de los protestantes y la Liga Católica encabezada por el Duque Maximiliano de Baviera.
Más aún, Francia recelosa contra España y envidiosa contra Alemania quiere acabar con el poder de la primera y desmembrar el Imperio de la segunda.
Con lo cual, Europa se ve envuelta en dos guerras: la llamada Guerra de los Treinta Años y la Franco-Española.

Contrarreformas y Guerras de Religión 1524-1627
Los restantes episodios como la Defenestración de Praga, la subida al poder monárquico absolutista del nuevo rey Enrique IV de Borbón en Francia apoyado en la mano astuta del Cardenal Richelieu, de Mazarino y del inglés Cromwell, (que terminan por machacar a España, a la que obligan, mediante la Paz de los Pirineos (1659) a ceder a Francia el Rosellón, la Cerdaña, el Artois y las plazas de Flandes, Henao y Luxemburgo, además del concierto de boda de la hija de Felipe IV, Mª Teresa, con el rey Luis XIV sin medir consecuencias), pueden anotarse en las crónicas de la historia como malversaciones diplomáticas y desastres económicos y culturales (como anécdota cabe apuntar que a la lengua alemana se la ignora y nadie osaba escribir sino en latín; es el caso de un Leibniz que escribió en latín y francés).
Todos estos episodios que formaron parte interesada de los enfrentamientos bélicos de este siglo concluyen con la firma de la paz con Fernando III en dos ciudades alemanas, Münster y Osnabrück en la región de Westfalia (la paz de Westfalia), por la que Alemania quedaba desmembrada en Estados independientes, que es lo que pretendió siempre la envidiosa Francia.
Ante todo este tenebroso panorama centrado en la zona geográfica de Europa, a nadie se le oculta que la carga emocional que inunda las conciencias europeas ha tenido que repercutir en la plasticidad del que ha decidido hablar, escribir, pintar o esculpir en este siglo y dejar alguna huella de su inquietud interior, siendo esto lo que caracteriza a la cultura barroca española y europea.
El culteranismo de Góngora o el conceptismo de Quevedo no expresan con la agudeza de ingenio y la audacia en sus escritos sino la inquieta viveza de un espíritu literario antes desconocido.
El siglo de Oro español en letras con un Cervantes, un Guzmán de Alfarache o la Picaresca, un Lope de Vega, un Tirso de Molina, un Calderón, y en arte con un Greco, un Zurbarán, un Murillo o un Velázquez, o las tallas de un Montañés o Cano dan prueba junto a este siglo del parentesco y la tensión entre el clasicismo y el barroco del Grand Siècle francés con Racine, Moliere o Corneille o con Schakepeare en la “Tempestad”, claro-oscuros que se repiten en las pinturas de Rembrandt, Rubens o Tintoretto en el “Milagro de S. Marcos”, donde la fantasía, la composición y el color predominan como expresión de lo indecible e inexpresable.

¿Qué es lo que da lugar a este cambio con respecto al clasicismo? ¿Qué lleva a este estado novedoso de rebelión en literatura como en arte?
Toda la sensibilidad de la vida cultural, artística y científica fluye de igual modo en un despertar cartesiano y antiautoritario que da rienda suelta a la investigación de los fenómenos naturales mediante el método experimental y el Discurso del Método de Descartes
El barroco se extiende por toda Europa, y hay quien asevera que la Contrarreforma y su severidad aplicada en España influyó decisivamente en el resto de países europeos.
José Luis Gómez Fernández;
-Colaborador y miembro del consejo de administración de Liebanízate
Correo electrónico: ( jlgdez15@yahoo.es )
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FILOSOFÍA POLÍTICA
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LA FILOSOFÍA EN SU VINCULACIÓN CON LA LITERATURA Y EL ARTE

LA FILOSOFÍA EN SU VINCULACIÓN CON EL ARTE Y LA LITERATURA
José Luis Gómez Fernández

Tanto el arte como la literatura, la ciencia y la filosofía son formas recurrentes del hombre para no ser asfixiado en el estrecho mundo en el que se ve confinado.
El filósofo Kant solía decir: “sin las intuiciones sensibles los conceptos son vacíos, pero no es menos verdad que sin los conceptos las intuiciones son ciegas”.
Y por si fuera poca esta estrecha relación, Goethe añadía: “quien posea ciencia, literatura y arte, posee también religión”.
En los albores de la historia de la escritura aparece la obra literaria de Homero y Hesiodo.
En el poema de Homero (s.VIII a. C .) aparece el Hado, que es, como si dijéramos, el Destino, al que todo el mundo se veía sometido sin remedio, incluso el propio Zeus. Nadie escapaba a su suerte, la que fuera, buena o mala. Son cuestiones filosóficas expresadas en forma épica, lírica o trágica, como “Prometeo encadenado” de Esquilo.
Los estoicos solían decir: “al que obedece y se somete, los hados le conducen; sin embargo, al que no lo hace, los hados le arrastran a la fuerza”; (en latín, incluso suena mejor, dicen: “fata volentem ducunt, nolentem trahunt”.
Esta literatura se halla en estrecha vinculación con los problemas más serios de la filosofía: los problemas de la libertad, de la autonomía, del pensamiento, de la razón desvinculada del mito y de las leyes escritas en las estrellas.
Hesiodo en la Teogonía o genealogía de los dioses se ocupa de estas cuestiones, busca una salida a la voluntad autónoma del hombre que ha de enfrentarse cada día a las calamidades del vivir diario donde el primer plano lo ocupan las injusticias, las guerras y la desesperanza, (de ahí, la caja de Pandora y los Trabajos y los días)

El hombre en cada época se ha desenvuelto en un escenario hostil y quebradizo, al par que ilusiona por lo que cabe hacer en él como proyecto de creación y transformación alterando la realidad con la que se encuentra.
En cualquiera de estas situaciones el hombre se sobrecoge, relaciona, compara e incorpora su propio “yo” en todo cuanto hace, piensa, siente, quiere, ama y odia.
Empieza por dar nombre a las cosas que él crea para dotarlas de existencia. Sin el nombre las cosas permanecen desnudas, como nos recuerda la excelente novela de Umberto Eco, “El nombre de la rosa”: “stat pristina nomine rosa, nomina nuda tenemos”.
Dar nombre a las cosas es como crearlas de la nada, darles el ser por primera vez, significarlas, contextualizarlas, (semántica), configurarlas en el espacio y en el tiempo para que puedan convertirse en nuestras amigas, en nuestro habitat, en nuestro refugio, en la proyección de nosotros mismos. La cultura no es más que eso, pero también nada menos.
En el contexto en el que decíamos que la filosofía, el arte, la literatura, la ciencia, se comprometían en el mundo de la cultura a dar alguna respuesta a los grandes interrogantes de la especie humana, en esa misma medida el arte cumple sobradamente con aquella prefiguración que anotábamos como términos o materiales que sirven de soporte a las operaciones y relaciones para que una tarea humana se sostenga en pie.
El artista construye la realidad configurando unos materiales, o bien sobre un lienzo o bien sobre el pentagrama con instrumentos musicales, o bien sobre unos signos, transfigurando con sus operaciones y sus relaciones de espacio-tiempo una fenomenología que se oculta al resto de los mortales. Detrás de un cuadro hay un lenguaje específico. Hay que saber leerlo y hablar su idioma.
¿Qué es la pintura abstracta sino una lenta evolución desde el naturalismo, pasando por el impresionismo y el expresionismo, para configurar con la línea, la superficie y los planos geométricos todo lo que se intenta decir o expresar con la máxima economía posible? Véase Kandinsky, Picaso, Miró y tantos otros.
Parece como si las ciencias y las artes se abrazasen en su pretensión común de descifrar lo oculto de la naturaleza cósmica y de la naturaleza humana.
No olvidemos que las entrañas de las aves auguraban y predecían el futuro en medio de la tenebrosidad y la confusión del destino.
Según una leyenda mitológica de la antigüedad clásica, un simple mortal, el príncipe troyano Paris hubo de decidir entre la belleza de las tres diosas olímpicas: Hera (Juno), Atenea (Minerva) y Afrodita (Venus).
A cambio de ser elegida, cada una de ellas hizo una oferta: la 1ª, poder y riquezas, la 2ª, éxitos militares y sabiduría y la 3ª, el amor de una bella mujer, (Helena, la esposa de Menelao, rey de Esparta).
Y, al parecer, la elección de Venus desencadenó la guerra de Troya. ¡Qué ironía la vida! ¡Y qué grandeza su secreto!

El recurso a la imaginación y la fantasía ha proporcionado a cada cultura, a cada época y a cada pueblo un modo y un género literario con el que ha expresado su ser y su espíritu.
Hegel decía que la filosofía y la estética eran la expresión del espíritu en forma de conceptos y en forma de sensaciones respectivamente.
Nuestro Quijote, si ha trascendido en la forma en que lo ha hecho, ha sido por la expresión, mediante el recurso literario de la novela, de la fantasía, de la ironía, del ser que el español llevaba dentro, en el siglo XVII, con la decadencia de España en el reinado de Felipe III y su enriquecido valido, el Duque de Lerma, sin menoscabo de la mediocridad, desde 1621, de su sucesor Felipe IV y el Conde Duque de Olivares.
Hay en el Quijote una clamorosa denuncia de libertad de pensamiento y de la atormentada conciencia inquisitorial.
Es un grito que tensa el hilo tenue del ser y el deber ser, entre el idealismo quijotesco y el realismo sancho-panzesco.
. Es la ética agónica contra el mito. Por eso la filosofía en sus orígenes es la disponibilidad de la voluntad desgarrada que exige imponerse desde el interior en confrontación con las morales externas.
Casi diríamos que se libra aquí la batalla que Sartre acentuó como “la imposible imposibilidad”.
Por eso, pienso que la filosofía se halla estrechamente vinculada con la forma literaria desde la época más arcaica
en los poemas homéricos; precisamente allí, donde las tensiones entre contrarios resaltan más agónicamente la lucha por restablecer los cauces de la racionalidad en confrontación con la irracionalidad, la esperanza contra la desesperanza, la ciencia contra la opinión y el rumor, la solidez contra lo efímero y pasajero.
La filosofía ha pretendido ser siempre ética, (ethos), esfuerzo por mejorar la situación del ser que uno es, desde el habitat de su interioridad, de modo que pueda decirse del individuo, como de la sociedad, que de su ética dependerá su código de conducta moral. La norma moral se retroalimenta de la ética como fundamento y regulación de sus hábitos y costumbres. Cada cual cosechará lo que ha sembrado. Si la ética la concebimos como lucha agónica, como racionalidad que se impone a la irracionalidad, la moral consecuente de una sociedad estará presidida por la racionalidad.
Me ha llamado la atención aquella cita de Kant en la que nos recuerda, a luz de las Odas de Horacio, que el hombre ha de mantenerse vigilante si no quiere empeorar las situaciones heredadas de sus antepasados, no sea que la “edad de los padres, peor aún que la de sus abuelos, nos lleve a nosotros a ser aún peores, y que luego dejemos una prole aún más viciosa”. (en el latín de Horacio suena aún mejor, dice así: “aetas parentuum, peior avis, tullit nos nequiores, mox daturos progeniem vitiosorem”)
Y Séneca solía tener presente en su ética estoica la estricta convicción de que si queremos curarnos de algún mal que aceche nuestro espíritu, no sucumbiremos porque la naturaleza estará detrás ayudándonos a ser sanados; “sufrimos de males curables, y la naturaleza, si queremos ser curados, sale en nuestra ayuda, puesto que hemos sido engendrados para el bien y la salud”. (y dicho en el latín de Séneca: “sanabilibus aegrotamus malis, nosque in rectum genitos, natura, si sanari velimus, adjuvat).

Y si esto es así en el orden individual, la naturaleza racional nos ayudará en el orden social.
Ya no contemplaremos desde la orilla individual y egoísta las olas encrespadas en medio de un océano embravecido que resulte ser ajeno a mi confortable bienestar.
He querido terminar esta pequeña reflexión con la frase de un clásico como Lucrecio, que decía justamente eso que aparece traducido más arriba: “qué dulzura, cuando sobre el vasto mar los vientos revuelven las olas y yo las contemplo desde tierra sin importarme el penoso trabajo del otro”.
(“ Suave mari magno turbantibus aequora ventis, e terra magnum alterius spectare laborem”).

LA FILOSOFÍA NO ES UNA CIENCIA

LA FILOSOFÍA NO ES UNA CIENCIA
José Luis Gómez Fernández


Hemos venido hablando en escritos anteriores de las implicaciones de las ciencias con la filosofía, y de ésta con la historia y la religión.
Hoy sometemos a la filosofía misma al juicio de los tribunales científicos, y reparamos que, si bien Husserl se propuso, en el siglo XIX, hacer de la filosofía una ciencia estricta, no solamente no imperó su propósito sino que él mismo escribió un tratado sobre la “Crisis de las ciencias europeas” recobrando el nombre de una disciplina filosófica, pero sin su aspiración científica: la filosofía propiamente dicha.
Al hablar de las teorías científicas, veíamos que detrás de cada una de ellas había una filosofía, una visión de la vida, del mundo y del universo como un todo.
Cabe entonces preguntarse por el futuro de los programas de filosofía en las Enseñanzas Medias y en la Universidad.
¿Qué es Filosofía como disciplina de aprendizaje?
Kant decía: “no se aprende filosofía, sino a filosofar”
Y ¿qué es esto?
Ortega y Gasset, tanto literato como filósofo, decía: “la cortesía del filósofo es la claridad”. Pues, veámoslo si es tan clara la filosofía.
Para la mayoría el lenguaje filosófico viene envuelto en una penumbra y un misterio indescifrable, lo que contradice a Ortega en sus propios términos.
La filosofía o es crítica o no es nada. Y, ¿qué se entiende por crítica? El vocabulario filosófico nos remite a Grecia, y filo-sofía (amigo de la sabiduría) y crítica, (de crinein, cribar) son palabras impulsivas que, al menos, no dejan a uno cruzado de brazos ante las cosas que vemos o las cosas que nos cuentan o discurren a nuestro lado; toda crítica es un enfrentamiento a algo dado e, incluso, a algo sabido y hasta creído a pies juntillas como la luz del día.
Es un tópico de la tradición el hecho de que es más fácil creer, que saber. Kant solía decir también: “atrévete a saber” (sapere aude).
La filosofía, podríamos decir, está en la retaguardia del saber científico, del saber político y del saber religioso, y como tal es un saber de segundo grado; supone siempre otro.
Todo el mundo dice tener algún tipo de filosofía de la vida y del quehacer cotidiano, pero con ese ropaje sólo no se puede cruzar el gélido invierno ni atravesar el caluroso desierto; se quiere la documentación de las Escuelas Filosóficas.
Hay que estudiar filosofía, no queda otro remedio si se quiere competir con la realidad cada vez más compleja de un mundo científico y trascientífico.
Aristóteles escribió una Física y una Metafísica.
Ahora bien, esos programas, que necesariamente nos remiten a las Escuelas y Academias, no pueden quedar en meras doxografías (en opiniones filosóficas), no, sino que han de bucear en las aguas profundas de la crítica filosófica y redundar en la filosofía de esa historia. Y eso es justamente lo que no se hace ni en los Institutos ni en la Universidad (por supuesto salvadas excepciones, “salvatis salvandis”, como diría el otro).




Desde que Marx escribió que “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”, la muerte de la filosofía no ha hecho más que anunciarse desde el siglo XIX bajo estos interrogantes: ¿Es posible la Filosofía como Ciencia? ¿Ha quedado reducida al reino de las Ideologías? ¿Es el marxismo una Antifilosofía? ¿Tiene sentido la existencia de una disciplina académica llamada Filosofía?G. Bueno, del que hacíamos mención como autor de la nueva teoría científica del “Cierre categorial”, en polémica con Manuel Sacristán inicia con el libro “El lugar de la Filosofía en los estudios superiores”, en España, un debate teórico de extraordinaria importancia, en el centro del cual late la pregunta ¿qué es la Filosofía ? desde una concepción de la práctica.
http://www.fgbueno.es/gbm/gb70pf.htm
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LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ (1812)

http://www.filosofia.org/cod/c1931es.htm
MÁS SOBRE EL SOCIALISMO Y EL COMUNISMO

José Luis Gómez Fernández

El marxismo, como el socialismo, se circunscribe en una concepción materialista de la historia, y su filosofía, en una cosmovisión del mundo, muy determinada por el romanticismo hegeliano, (Hegel), y la economía británica (Engels- Manchester).
(Siento no poder detenerme en una somera explicación de qué queremos decir con “concepción materialista de la historia”, y qué queremos decir con “filosofía y cosmovisión del mundo”, y con “Hegel” o con Engels. Tal vez, en otra ocasión, y si se me solicita como en otras ocasiones por correo electrónico: jlgdez15@yahoo.es )
Estos dos aspectos, arriba señalados, caracterizan todo el desarrollo del marxismo y su modo de interpretar la vida y el mundo económico.
Marx, judío practicante y convertido posteriormente al protestantismo, conoce desde su juventud las desigualdades e injusticias en el trabajo entre los leñadores alemanes, y, más tarde, cuando tiene que trasladarse a Manchester con Engels, las conoce entre los trabajadores de las fábricas.
Era un hombre de temperamento apasionado y compasivo. Marx vive inmerso en un Comunismo imaginario primitivo en donde no quepa pensar en desigualdades ni en injusticias, que creía originadas en la propiedad privada y la ausencia de una distribución comunal de la tierra. Podría decirse que su compasión era comunitaria. Es decir, se compadece no sólo de sí mismo sino de los que ve a su alrededor, (la comunidad del mundo trabajador, del mundo obrero). Podría uno pensar que no fue Marx quien hizo al comunitarismo (comunismo), sino el comunismo quien hizo a Marx. Y este sería el motivo embrionario de una construcción doctrinal de la historia del hombre y su filosofía. Probablemente esto le lleva a acometer un estudio que diera cuenta de la estructuración de la sociedad y su historia desde su inicio, y cuyas piezas instrumentales encajaran aquel puzzle que rondaba en su cabeza: luchar contra la injusticia y la desigualdad desde la primera apropiación de la tierra con los primeros asentamientos del primitivo hombre sedentario.
En el “Origen de la familia, la propiedad privada y del Estado”, Engels (Marx) intenta explicar el origen de la división social en clases, y también el origen del propio Estado como responsable de mantenerlas, dando lugar al florecimiento de los propietarios y los expropiados, de los explotadores y de los explotados.
Los hombres nacen iguales y libres por naturaleza, (nacen desnudos y se invisten como humanos, fraternales y solidarios, hasta que un día se embisten como bestias unos con otros en luchas interminables).
La historia del hombre no ha sido más que una historia de lucha y de guerra.
Marx estaba teniendo presente la Guerra de los treinta Años, por cuestiones religiosas, y la Guerra de los cien Años, por la posesión territorial de Gran Bretaña en tierras francesas. ( la Bretaña del Norte queda como resto feudal de aquella época)
Las teorías que han surgido a partir de esta construcción son interminables, pero lo que es incuestionable, dice Marx, es que la historia no sólo ha de ser interpretada sino que ha de ser cambiada.
La historia nos debe una explicación. Es imprescindible una filosofía de la historia para comprender y ajustar los fundamentos que la han ido procesando en sus episodios trágicos, de divisiones, opresiones, luchas y enajenaciones.
Y aquí, asegura Marx, es donde se halla imbricada la economía, porque la filosofía de la historia es filosofía económica.
Desde los estadios prehistóricos, siguiendo a los antropólogos (Morgan), con el salvajismo, la barbarie y la civilización, el hombre ha ido imponiendo su dominio sobre la producción de alimentos y su distribución, siendo así que, en el proceso de su desarrollo y la complejidad social, ha necesitado justificar y proteger la propiedad dando origen al Estado.
En su escrito “Contribución a la crítica de la economía política”, Marx habla de cuatro etapas progresivas en las que va teniendo lugar la cristalización de la historia en cristalización económica. A saber: 1) época asiática, 2) época greco-romana, 3) época medieval y 4) época de transición feudal-industrial- burguesía.
Como es conocido de todos el desarrollo que persigue Marx y su inmensa influencia en el socialismo como plasmación práctica, (y yo aquí no puedo extenderme en este trabajo más de lo debido), sí que quiero consignar el centro neurálgico en el que me parece radicar uno de los errores de la economía marxista. Es la teoría del valor. Parece querer decirnos en todos sus textos, si yo no estoy equivocado, que todo aquello a lo que se le asigna un valor, lo es exclusivamente (esencia del valor) por el tiempo empleado en su producción.
¿Y si se le diera la vuelta del revés a este aserto? A cero tiempo, cero valor. ¿Qué podría decirse, entonces, de la producción intelectual? ¿Por las horas de trabajo? ¿Por el rendimiento de su producto? ¿Por el objetivo de una investigación? (Dejo aquí esto para la polémica).

GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)

GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
José Luis Gómez Fernández

Advertencia sobre esta 6ª entrega de la Guerra Civil :
La atención histórica que puede prestarse a este capítulo es de lo más variada. Abarcaría desde aspectos políticos y religiosos hasta propagandísticos o de repercusión internacional, no excluyendo los propiamente bélicos o estratégicos.
La descomposición de este espectro me llevaría, por sí solo, más de otros tres meses en sucesivas entregas periódicas, lo que haría aburrida su lectura, además de inútil para muchos, que disponen hoy, en estos últimos años, de tratados amenos y bien documentados al alcance de todo el mundo.
Señalo a continuación, por su imparcialidad, la Historia militar de la Guerra Civil española, de J. Blázquez Miguel, Madrid, 2004-2008, en 6 Vols.
A continuación, me limito a reproducir el pensamiento de un hispanista de reconocido prestigio, como es Stanley G. Payne, en su último libro sobre cuestiones históricas, ¿POR QUÉ LA REPÚBLICA PERDIÓ LA GUERRA ? , en Espasa Libros, 2010-2011, www.espasa.com
Fragmento de Por qué la República perdió la guerra

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CAUSAS DE LA DERROTA REPUBLICANA
La derrota excitó amargas reflexiones en una buena parte de los republicanos; la mayoría eran excusas, y solo algunas tenían un carácter relativamente objetivo. Casi todos los republicanos preferían atribuir la victoria de Franco a la intervención del Eje y a la mayor potencia de sus Fuerzas Armadas, aunque otros evaluaron la situación con más claridad: hubo quien puso el acento en la desunión de la izquierda, así como en la desastrosa dirección de los partidos que la representaban 1. Aunque el resultado de la guerra ya era definitivo, la cuestión de la derrota no se resolvió y las dudas respecto a los errores republicanos, sus debilidades o excesos, se han mantenido como problemas históricos relevantes 2. Los factores que explican la derrota republicana pueden sintetizarse analíticamente en torno a una serie de temas clave. Algunos de los problemas son anteriores a la Guerra Civil , comenzando por el error de no intentar evitar el conflicto.
MIOPÍA DEL CÁLCULO BÉLICO

Desde el mismo comienzo del gobierno de la República , los líderes de los partidos republicanos se equivocaron a la hora de evaluar el alcance de la oposición a sus proyectos y a su forma de gobernar. Creyeron que el país había cambiado enormemente durante los últimos años, cuando España vivió una modernización acelerada, aproximadamente de 1910 a 1930, pero exageraron las dimensiones de ese cambio y malinterpretaron el carácter del mismo. Creyeron que tendrían que vérselas con una sociedad que había sufrido una transformación casi absoluta y que se mostraría a su favor con absoluta claridad. Durante las últimas décadas, las clases medias se habían expandido, en lugar de contraerse, y fueron estos sectores de las clases medias en expansión los que proporcionarían la mayor oposición a la izquierda, si bien es cierto que una parte de esas clases medias sí apoyaba a la izquierda moderada.Desde noviembre de 1933 los dirigentes de la izquierda se decantaron por la polarización de una manera precipitada e imprudente, sobrevalorando su propia fuerza e infravalorando la de sus adversarios. El principal error fue el de suponer que el país podía gobernarse en exclusiva desde la izquierda en un régimen parlamentario y que la oposición de la derecha se había debilitado radicalmente tras los citados cambios históricos.
LA REPÚBLICA NO FUE DEMOCRÁTICA


Aunque, si se observa el proceso con perspectiva histórica, es evidente que el proceso revolucionario se inició en 1931, la República no se instauró como un régimen revolucionario, sino como una democracia liberal. Los dirigentes de la izquierda republicana y los socialistas creían que, debido a los recientes cambios en la sociedad española, siempre podrían ganar las elecciones; sin embargo, dadas las políticas que llevaron a cabo, ese no fue el caso. Para la izquierda, la democracia no era un objetivo -esto es, la confianza en un sistema de reglas fijas y con resultados inciertos-, sino, simplemente, uno de los medios por los que se podría ratificar su propia «hiperlegitimación» y su supuesto derecho a permanecer en el poder. El resultado fue un juicio erróneo, unos análisis equivocados y unas políticas fallidas. Ante todos esos fracasos, por supuesto, la alternativa fue la política de la violencia, que se puso en práctica reiteradamente en las cinco insurrecciones revolucionarias que se dieron entre diciembre de 1930 y octubre de 1934. El absoluto fracaso de estas algaradas significó que, aunque la política de la violencia nunca fue rechazada de manera expresa hasta después de haber perdido la Guerra Civil , fue necesario volver a una estrategia electoral en 1935 y 1936. Fue más el resultado de la desesperación que de una convicción, y la izquierda la puso en marcha sin convicción y sin compromiso. En ese momento, una vez más, parece que el análisis erróneo de la situación fue más que evidente.
El país solo podría ser gobernado por una de tres alternativas durante la República , bien por algún gabinete en una democracia centrista y liberal, bien por algún tipo dictadura de la derecha o de la izquierda. La primera opción se desestimó, pero la segunda tampoco se adoptó claramente, lo cual dio como resultado la situación contradictoria e híbrida de 1936.
La incapacidad para aprender de la experiencia fue extraordinaria. En 1936 se repitieron todos los errores del bienio 1931-1932, pero de un modo mucho más extremo, exagerado y multiplicado.
EL FRENTE POPULAR: UNA ALIANZA POLÍTICA TORTICERA

En el sistema político de la República , absolutamente fragmentado, cualquier proyecto político serio dependía de la formación de una alianza. Los líderes de la izquierda republicana siempre lo supieron, aunque no puede decirse lo mismo de los líderes de los movimientos revolucionarios, cuya postura respecto a las alianzas con la izquierda moderada se movía entre la negativa absoluta y la connivencia temporal y oportunista, con pocas excepciones.
Los proyectos políticos de la izquierda moderada y de los revolucionarios eran muy diferentes, tanto que siempre ha resultado muy difícil comprender por qué la izquierda moderada no se alió con el centro democrático, con quien les habría resultado mucho más fácil tratar y con el que, en muchos sentidos, tenían bastante más puntos en común. La respuesta a esta cuestión, por supuesto, guarda relación con la profunda aversión que la izquierda sentía hacia la derecha y con su decisión de llevar a cabo un programa radical de reformas, para lo cual el apoyo de los socialistas parecía, cuando menos, indispensable. El problema fue que la izquierda moderada nunca pudo contar con el total apoyo de los socialistas, lo que significaba que el programa de Azaña no era viable ni a corto ni a largo plazo. La unidad del Frente Popular resultó más perjudicial que beneficiosa, porque estaba basada en la aversión que todos los partidos participantes sentían hacia la derecha; sin embargo, aunque unidos, estos fueron incapaces de diseñar un programa común de gobierno.
El programa del Frente Popular fue solo una plataforma de cara a la campaña electoral, no un plan al que pudiera ceñirse una administración durante la siguiente legislatura. No obstante, la Guerra Civil cimentó esta nociva unidad, fundamentándose en la citada oposición común al «fascismo»; en todo caso, el problema de un programa único de gobierno continuó siendo irresoluble, dados los términos en los que se planteaba: eso habría sido tanto como resolver la cuadratura del círculo.
Así pues, el Gobierno del Frente Popular se convirtió en una especie de contradictio in terminis, y aunque hubo uno desde septiembre de 1936 hasta marzo de 1939, sus políticas en algunos sectores cambiaron drásticamente a lo largo de ese período.

EL SOCIALISMO ESPAÑOL

De todos los grandes partidos socialistas europeos de la época, el PSOE era el más contradictorio y el más dividido. Solo una pequeña minoría moderada y democrática, la liderada por Julián Besteiro, mantenía ideas políticas coherentes y razonadas. El llamado «centro» que seguía a Indalecio Prieto no proponía políticas uniformes, sino que daba bandazos de un lado a otro, y siempre de modo oportunista.
Desde 1933, y dirigido por la mayoría liderada por Largo Caballero, el PSOE desarrolló políticas inflexibles y sin concesiones, pero de tal extremismo que resultaban tan impracticables como autodestructivas.
En países como Alemania y Francia, los partidos socialistas intentaron defender la democracia, y pagaron un alto precio por ello, sobre todo en Alemania, mientras que en España el Partido Socialista se convirtió en uno de los principales obstáculos para la democracia.