viernes, 6 de abril de 2012

LA CARGA EMOCIONAL DE LAS GUERRAS DE RELIGIÓN EN EUROPA DESEMBOCA EN LA CULTURA BARROCA EN ESPAÑA EN EL SIGLO XVII


-De nuestro colaborador José Luis Gómez Fernández

La Rendición de Breda o Las Lanzas.
Obra que se enmarca dentro del barroco español, pintada al óleo sobre lienzo y realizada por Velázquez,
en el cuadro se recoge un hecho histórico.
LA CARGA EMOCIONAL DE LAS GUERRAS DE RELIGIÓN EN EUROPA DESEMBOCA EN LA CULTURA BARROCA EN ESPAÑA EN EL SIGLO XVII.

Por José Luis Gómez Fernández

¿Por qué en una época de decadencia política y social como lo fue la de los Austrias, al menos desde el reinado de Felipe III hasta Carlos II, tenemos un Siglo de Oro en literatura española cuando lo que cabría esperar era toda una composición literaria y artística denunciadora y comprometida con la realidad existente en ese tiempo?
¿Qué sucedía con nuestras letras y nuestras artes mientras se debatía en Alemania la Reforma de Lutero y en el Norte de Italia (Trento), la Contrarreforma?
¿Qué sucedió en las mentes de aquel siglo para batirse en una guerra llamada “Guerra de los Treinta Años (que en la realidad dura 41 años, 1618-1659) por cuestiones religiosas?
La Reforma Protestante y la Contrarreforma debieron de conmocionar a Europa más de lo que nos cuentan los libros de historia, y lo cierto es que se acentuó por este motivo una sensibilidad religiosa que desemboca ya en el siglo XVI en el Misticismo Español de Santa Teresa de Jesús (1515-11582) y S. Juan de la Cruz (1542-1591), y que en el XVII, en plena pugna religiosa entre protestantes y católicos unido a la depresión económica y demográfica con la aparición de la peste y la guerra Franco-Española, dio lugar a un desconcierto en las conciencias y a una búsqueda de libertad interior en corrientes espirituales disparatadas, como lo fueron los “Libertinos” en Francia o los “Pietistas” en Bohemia” o los “Cuákeros” en Inglaterra o los “Jansenistas de Port-Royal.
El Protestantismo, como movimiento religioso del siglo dieciséis, que se separa de la Iglesia católica y romana, origina gran número de sectas (luteranismo en Alemania, anglicanismo en Inglaterra, calvinismo en Suiza, Holanda, EEUU, los hugonotes en Francia (nombre de Hugues, jefe del partido suizo en Ginebra, según el Diccionario etimológico de Corominas) que amenazan la unidad política de los Estados. Unidad que precisamente se mantenía fundada en la religiosa.
Católicos y protestantes luchan por el predominio de sus confesiones y sus territorios. De ahí la apropiación por los protestantes del hecho histórico de que cada región tiene su religión (“cuius regio, eius religio”)
De hecho el enfrentamiento entre el Emperador Fernando I, hermano de Carlos V, y el poder desde Bohemia de los Príncipes Protestantes da lugar a dos partidos que forman la Unión Evangélica por parte de los protestantes y la Liga Católica encabezada por el Duque Maximiliano de Baviera.
Más aún, Francia recelosa contra España y envidiosa contra Alemania quiere acabar con el poder de la primera y desmembrar el Imperio de la segunda.
Con lo cual, Europa se ve envuelta en dos guerras: la llamada Guerra de los Treinta Años y la Franco-Española.

Contrarreformas y Guerras de Religión 1524-1627
Los restantes episodios como la Defenestración de Praga, la subida al poder monárquico absolutista del nuevo rey Enrique IV de Borbón en Francia apoyado en la mano astuta del Cardenal Richelieu, de Mazarino y del inglés Cromwell, (que terminan por machacar a España, a la que obligan, mediante la Paz de los Pirineos (1659) a ceder a Francia el Rosellón, la Cerdaña, el Artois y las plazas de Flandes, Henao y Luxemburgo, además del concierto de boda de la hija de Felipe IV, Mª Teresa, con el rey Luis XIV sin medir consecuencias), pueden anotarse en las crónicas de la historia como malversaciones diplomáticas y desastres económicos y culturales (como anécdota cabe apuntar que a la lengua alemana se la ignora y nadie osaba escribir sino en latín; es el caso de un Leibniz que escribió en latín y francés).
Todos estos episodios que formaron parte interesada de los enfrentamientos bélicos de este siglo concluyen con la firma de la paz con Fernando III en dos ciudades alemanas, Münster y Osnabrück en la región de Westfalia (la paz de Westfalia), por la que Alemania quedaba desmembrada en Estados independientes, que es lo que pretendió siempre la envidiosa Francia.
Ante todo este tenebroso panorama centrado en la zona geográfica de Europa, a nadie se le oculta que la carga emocional que inunda las conciencias europeas ha tenido que repercutir en la plasticidad del que ha decidido hablar, escribir, pintar o esculpir en este siglo y dejar alguna huella de su inquietud interior, siendo esto lo que caracteriza a la cultura barroca española y europea.
El culteranismo de Góngora o el conceptismo de Quevedo no expresan con la agudeza de ingenio y la audacia en sus escritos sino la inquieta viveza de un espíritu literario antes desconocido.
El siglo de Oro español en letras con un Cervantes, un Guzmán de Alfarache o la Picaresca, un Lope de Vega, un Tirso de Molina, un Calderón, y en arte con un Greco, un Zurbarán, un Murillo o un Velázquez, o las tallas de un Montañés o Cano dan prueba junto a este siglo del parentesco y la tensión entre el clasicismo y el barroco del Grand Siècle francés con Racine, Moliere o Corneille o con Schakepeare en la “Tempestad”, claro-oscuros que se repiten en las pinturas de Rembrandt, Rubens o Tintoretto en el “Milagro de S. Marcos”, donde la fantasía, la composición y el color predominan como expresión de lo indecible e inexpresable.

¿Qué es lo que da lugar a este cambio con respecto al clasicismo? ¿Qué lleva a este estado novedoso de rebelión en literatura como en arte?
Toda la sensibilidad de la vida cultural, artística y científica fluye de igual modo en un despertar cartesiano y antiautoritario que da rienda suelta a la investigación de los fenómenos naturales mediante el método experimental y el Discurso del Método de Descartes
El barroco se extiende por toda Europa, y hay quien asevera que la Contrarreforma y su severidad aplicada en España influyó decisivamente en el resto de países europeos.
José Luis Gómez Fernández;
-Colaborador y miembro del consejo de administración de Liebanízate
Correo electrónico: ( jlgdez15@yahoo.es )
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