domingo, 11 de noviembre de 2012

EL ARTE ROMÁNICO MONACAL Y EL FEUDALISMO

Fernández José Luis Gómez Mensaje marcado Sábado 10 de noviembre de 2012 20:19
EL ARTE ROMÁNICO MONACAL Y EL FEUDALISMO
José Luis Gómez Fernández
Parece como si, a toque de campana, hubiéramos hecho resurgir de repente entre los cántabros el entusiasmo por nuestras glorias artísticas. La última aparición en la web de facebook.com/liebanízate: LA COLEGIATA DE SANTA MARÍA LA REAL DE PIASCA, que nos ha brindado espléndidamente Isabel, me ha hecho reflexionar sobre el tema con este nuevo epígrafe que intenta relacionar el arte románico monacal con el feudalismo en Europa. Aquí podría caber aquel dicho de "que el árbol no nos impida ver el bosque". Piasca es el árbol y el feudalismo europeo es el bosque. ¿Qué queremos decir con esto? Pues sencillamente que la Colegiata de Piasca, como tantos otros lugares de arte y de culto en España y en Europa no caen llovidos del cielo. De todos es sabido que el Imperio Romano dejó una impronta en Europa, de norte a sur y de este a oeste, que ahí ha quedado impresa como huella en el arte, en el derecho, en la religión y en la institución militar. ¿Cómo sucedió esto? Al declinar el Imperio, los pueblos germánicos, que se encuentran detrás del Rin y el Danubio, al Norte, advierten, al ser contratados como mercenarios por los romanos, que su defensa militar estaba tocando a su fin y se organizan estos en federaciones aguerridas hasta dominar la situación del vasto imperio imponiéndose a sus dominadores, (tal fue el caso de Rómulo Augústulo depuesto por el mercenario Odoacro en el año 476). Aquí tiene su origen el "Feudalismo", que desplaza al débil ejército romano y sus leyes y constituye una organización militar en la que la guardia personal del jefe guerrero está vinculada a un juramento de fidelidad personal, de persona a persona, que incluye la legación de tierras rústicas y bienes patrimoniales, como los castillos, sede del Feudo, (lo que hacía más vinculante y jerárquico el contrato). Este hecho, sin precedente en la historia, tiene un significado en el arte románico, tanto en la arquitectura como en la escultura y pintura de sus murales (pocos por cierto, en la Colegiata de San Martín de Elines aún puede verse un mural de mediana conservación). ¿Cómo se manifiesta este significado en el arte románico? Pues, en un sentimiento de libertad individual y personal que imprime en las figuras humanas, animales y vegetales una impronta rústica donde predomina el geometrismo, el entrelazado como de cuerdas que recuerdan la brida de los caballos o la ferocidad de los monstruos a los que hay que dominar al unísono de la sorpresiva desfiguración de los personajes que intervienen en la lucha. ¿No nos sorprende en las iglesias románicas esos canecillos, a veces soeces o eróticos (como en la Colegiata de Cervatos) o esas figuras horripilantes de animales embravecidos como poco representativos de recogimiento religioso? Con lo fácil que les hubiera sido a los monjes esculpir la piedra con cruces, ángeles o cielos y nubes como si de una representación celestial se tratase. Pues no, el románico, contra lo que se cree vulgarmente, es un arte germánico-feudal, con impronta moral y todo (cosa que suele pasarse por alto en esa alta estimación que solemos tener de él). Y eso ¿por qué ocurre? Porque la moral del Dogma, que restringe el modo de mirar las cosas, y hasta el mismo mundo, no se lleva a cabo sino con la Reforma Cluniacense y con la férula vigilante de Roma en el siglo XII- XIII, (en que todo quedará bajo la mirada de Dios, del Pantocrátor). Los reyes, príncipes, duques, condes, obispos, arzobispos, priores, abades, lo serán por la gracia de Dios. Claro, así cualquiera se mueve, todo es eterno, la suerte está echada, el románico es el arte perfecto, su techumbre nos cobija y arropa como en refugio protector, sus arquivoltas y arcos de medio punto (como recordando la herradura de los caballos) nos solemnizan la entrada al santuario, el tímpano nos representa al Dominus, las esculturas bíblicas nos marcan el "Ego sum Via, Veritas et Vita". Pero, y todas las demás figuras, ¿qué pintan en este escenario? Pues, representan la “Civitas Dei et Civitas Diaboli” de S. Agustín (S. V) a la caída del Imperio Romano, es decir, LA CIUDAD DE DIOS Y LA DEL DIABLO en donde se dirime la batalla entre el bien y el mal. El bien tiene una sola cara, y el mal, muchas. Hoy podríamos decir que aún no hemos salido de esta emboscada y nos debatimos entre la fe y la esperanza, entre el predominio de la libertad y la necesidad, entre la voluntad y la determinación, entre lo individual y lo colectivo, entre el individuo y la sociedad, entre el derecho y el deber, entre lo natural y lo convencional, entre la ética y la moral. Y no digamos nada si nos encaramamos a las teorías del Estado, por las que se estima gobernar mejor a los pueblos o sumirlos en la subyugación, la desesperación o el suicidio. ¿Aún trenzamos la rueca de si el Derecho es convencional o natural? ¿Las leyes protegen la vida del individuo (la de cada uno) o la de la sociedad (la de muchos o la de todos) o solo la de los que las diseñan? Ha de revisarse esta cuestión. ¿Será verdad que quien hace la ley, hace la trampa? Si esto fuera así, prefiero vivir sin ley.

EL ROMÁNICO MONACAL Y EL FEUDALISMO

Fernández José Luis Gómez Mensaje marcado Sábado 10 de noviembre de 2012 20:19 EL ARTE ROMÁNICO MONACAL Y EL FEUDALISMO

José Luis Gómez Fernández

Parece como si, a toque de campana, hubiéramos hecho resurgir de repente entre los cántabros el entusiasmo por nuestras glorias artísticas. La última aparición en la web de facebook.com/liebanízate: LA COLEGIATA DE SANTA MARÍA LA REAL DE PIASCA, que nos ha brindado espléndidamente Isabel, me ha hecho reflexionar sobre el tema con este nuevo epígrafe que intenta relacionar el arte románico monacal con el feudalismo en Europa. Aquí podría caber aquel dicho de "que el árbol no nos impida ver el bosque". Piasca es el árbol y el feudalismo europeo es el bosque. ¿Qué queremos decir con esto? Pues sencillamente que la Colegiata de Piasca, como tantos otros lugares de arte y de culto en España y en Europa no caen llovidos del cielo. De todos es sabido que el Imperio Romano dejó una impronta en Europa, de norte a sur y de este a oeste, que ahí ha quedado impresa como huella en el arte, en el derecho, en la religión y en la institución militar. ¿Cómo sucedió esto? Al declinar el Imperio, los pueblos germánicos, que se encuentran detrás del Rin y el Danubio, al Norte, advierten, al ser contratados como mercenarios por los romanos, que su defensa militar estaba tocando a su fin y se organizan estos en federaciones aguerridas hasta dominar la situación del vasto imperio imponiéndose a sus dominadores, (tal fue el caso de Rómulo Augústulo depuesto por el mercenario Odoacro en el año 476). Aquí tiene su origen el "Feudalismo", que desplaza al débil ejército romano y sus leyes y constituye una organización militar en la que la guardia personal del jefe guerrero está vinculada a un juramento de fidelidad personal, de persona a persona, que incluye la legación de tierras rústicas y bienes patrimoniales, como los castillos, sede del Feudo, (lo que hacía más vinculante y jerárquico el contrato). Este hecho, sin precedente en la historia, tiene un significado en el arte románico, tanto en la arquitectura como en la escultura y pintura de sus murales (pocos por cierto, en la Colegiata de San Martín de Elines aún puede verse un mural de mediana conservación). ¿Cómo se manifiesta este significado en el arte románico? Pues, en un sentimiento de libertad individual y personal que imprime en las figuras humanas, animales y vegetales una impronta rústica donde predomina el geometrismo, el entrelazado como de cuerdas que recuerdan la brida de los caballos o la ferocidad de los monstruos a los que hay que dominar al unísono de la sorpresiva desfiguración de los personajes que intervienen en la lucha. ¿No nos sorprende en las iglesias románicas esos canecillos, a veces soeces o eróticos (como en la Colegiata de Cervatos) o esas figuras horripilantes de animales embravecidos como poco representativos de recogimiento religioso? Con lo fácil que les hubiera sido a los monjes esculpir la piedra con cruces, ángeles o cielos y nubes como si de una representación celestial se tratase. Pues no, el románico, contra lo que se cree vulgarmente, es un arte germánico-feudal, con impronta moral y todo (cosa que suele pasarse por alto en esa alta estimación que solemos tener de él). Y eso ¿por qué ocurre? Porque la moral del Dogma, que restringe el modo de mirar las cosas, y hasta el mismo mundo, no se lleva a cabo sino con la Reforma Cluniacense y con la férula vigilante de Roma en el siglo XII- XIII, (en que todo quedará bajo la mirada de Dios, del Pantocrátor). Los reyes, príncipes, duques, condes, obispos, arzobispos, priores, abades, lo serán por la gracia de Dios. Claro, así cualquiera se mueve, todo es eterno, la suerte está echada, el románico es el arte perfecto, su techumbre nos cobija y arropa como en refugio protector, sus arquivoltas y arcos de medio punto (como recordando la herradura de los caballos) nos solemnizan la entrada al santuario, el tímpano nos representa al Dominus, las esculturas bíblicas nos marcan el "Ego sum Via, Veritas et Vita". Pero, y todas las demás figuras, ¿qué pintan en este escenario? Pues, representan la “Civitas Dei et Civitas Diaboli” de S. Agustín (S. V) a la caída del Imperio Romano, es decir, LA CIUDAD DE DIOS Y LA DEL DIABLO en donde se dirime la batalla entre el bien y el mal. El bien tiene una sola cara, y el mal, muchas. Hoy podríamos decir que aún no hemos salido de esta emboscada y nos debatimos entre la fe y la esperanza, entre el predominio de la libertad y la necesidad, entre la voluntad y la determinación, entre lo individual y lo colectivo, entre el individuo y la sociedad, entre el derecho y el deber, entre lo natural y lo convencional, entre la ética y la moral. Y no digamos nada si nos encaramamos a las teorías del Estado, por las que se estima gobernar mejor a los pueblos o sumirlos en la subyugación, la desesperación o el suicidio. ¿Aún trenzamos la rueca de si el Derecho es convencional o natural? ¿Las leyes protegen la vida del individuo (la de cada uno) o la de la sociedad (la de muchos o la de todos) o solo la de los que las diseñan? Ha de revisarse esta cuestión. ¿Será verdad que quien hace la ley, hace la trampa? Si esto fuera así, prefiero vivir sin ley.

S. MARTÍN DE ELINES

http://liebanizate.blogspot.com.es/#!/2012/09/la-ruta-del-romanico-cantabro.html

LA RUTA DEL ROMÁNICO CÁNTABRO (VALDERREDIBLE) S. MARTÍN DE ELINES

COLEGIATA DE SAN PEDRO DE CERVATOS

http://liebanizate.blogspot.com.es/#!/2012/10/colegiata-de-san-pedro-de-cervatos-y-la.html