sábado, 5 de octubre de 2013

CAPÍTULO 2 (SYMPLOKÉ)


LA DIMENSIÓN  PSICO-BIOLÓGICA DEL HOMBRE

 

CAPÍTULO 2. –EL HOMBRE Y SU MUNDO

 

2.1.    El hombre darwinista

2.2.    Genética y evolución

2. 2.2.La especie humana

2.3.    La idea de hombre

2.3.1. El espacio antropológico y la cultura humana

2.3.2. La idea de ceremonia y las acciones humanas

2.4. Actividades y Ejercicios

 

 




 


Arnold Gehlen, filósofo y sociólogo alemán de principios de siglo XX, en su obra “El hombre, su naturaleza y su lugar en el mundo”, parece habernos hecho caer en la cuenta de que la antropología filosófica, que literalmente significaría =tratado del hombre, no constituye una ciencia exenta porque no hay un ser humano independiente de otras ciencias que dicen ocuparse también de él, como la psicología, la sociología la lingüística o la zoología. Kohler, un etólogo, ha estudiado la inteligencia de los chimpancés y nos ha proporcionado resultados asombrosos a este respecto.

¿Cómo podemos abordar el título de un libro de Max Scheler: “El puesto del hombre en el Cosmos? ¿O qué decir de la naturaleza humana? ¿No será demasiado precipitado hablar del hombre acá y allá como si supiéramos con seguridad de qué estamos hablando?

A quien preguntáramos hoy ¿qué es el hombre?, seguramente nos saldrían por peteneras en sus respuestas, y casi todas de carácter moral: que si es el ser más perverso de cuantos cabe sospechar, capaz de matar a sus propios hijos, hasta el ser más bondadoso y altruista de cuantos cabe imaginar.

Esta es la razón por la que al hablar de EL HOMBRE Y SU MUNDO es imprescindible recurrir a la Etología, a la Biología, la Bioquímica, la Ecología &c. y ver con visión filosófica qué hay allí en su estructura interna que pueda proporcionarnos alguna pista organizativa que prefigure todo un proceso de la cadena del ser vivo anterior incluso a la aparición de lo que culturalmente llamamos “hombre o humanidad”.

 

Selecciono un fragmento de Aristóteles, aquel fragmento de “De partibus animalium” donde dice: ‘Anaxágoras afirma con certeza que es la posesión de manos lo que hace al
hombre el más inteligente de los animales; pero seguramente, el punto de vista más
razonable es que el hombre tiene manos precisamente porque es el más inteligente'.

Aristóteles parece retorcer el argumento del presocrático Anaxágoras (S.V a. de C) que había supuesto que en la evolución las manos libres causaron (así de contundente) la inteligencia en el hombre; a lo que él contrapone que fue la propia inteligencia la que causó el logro de las manos libres. La diferencia conceptual es abismal: para Anaxágoras hay un orden natural integrador de la inteligencia; para Aristóteles es la inteligencia la que integra la naturaleza. Está en ciernes aquí el problema de la naturaleza y la cultura: ¿qué es lo natural y qué es lo cultural?

 

2.1. El hombre darwinista

 

“Cuando se publica El Origen de las Especies de Darwin empezaba a gestarse
una de las revoluciones más importantes en el desarrollo de las ciencias.

Darwin ofrecía un enorme cúmulo de datos que evidenciaban la evolución de los organismos.
La inflexión central de esta evidencia residía en que Darwin demostraba las causas de la
evolución de todos los seres existentes, explicación que no era otra que la Teoría de la
Selección Natural.   
Con su teoría, Darwin hacía ingresar el mundo orgánico en el mismo contexto
explicativo del resto de los fenómenos naturales. Los organismos naturales, a partir de
este momento, podían considerarse, como cualquier otro fenómeno natural, desde una
escala estrictamente científica, y abandonaban, en gran medida, el reino de las
explicaciones obscurantistas y místicas, que podemos denominar o agrupar como teorías
creacionistas.






La Selección natural parte de un hecho incontrovertible: existen toda una
amplia gama de variaciones hereditarias (aunque Darwin desconocía los mecanismos
de estas variaciones; pues aún las teorías de Mendel tardarían en imponerse) y sólo una
tasa muy baja de individuos llega a reproducirse; la mayoría mueren sin llegar a tener
ningún tipo de descendencia. A partir de estos hechos Darwin arguye que: existen
ciertas variantes hereditarias que serán más ventajosas que otras para los organismos
que las posean. Estas variantes ventajosas aumentarán la probabilidad de reproducción
de sus portadores y, al cabo de cierto tiempo, a través de la acumulación y combinación
progresiva de tales variantes, se llevará a cabo una transformación gradual de los
organismos. La selección natural elimina, así, las variantes desventajosas y facilita la
implantación de las variantes beneficiosas”.


COMENTARIO

Desde luego, la pregunta ¿qué es el hombre? ya no puede hacerse ingenuamente sin recurrir a Darwin (no a la Biblia) y engarzar la evolución de los organismos a la gran cadena de la evolución de todos los fenómenos naturales. Si a esto se añade la “selección natural” como la causa científica más proporcional a la reproducción de los más aptos, y la transformación gradual de los organismos dentro de las variantes, se obtiene una “teoría científica” de la evolución, cuyos precedentes los encontramos en Lamarck (1744-1829), quien, al sostener que las especies, incluyendo al hombre, descienden unas de otras y además que los organismos se hallan en mutua interacción con la naturaleza y con el medio, rompió por primera vez con la tradicional teoría bíblica de que las especies eran fijas en número y variedad, y habían sido creadas por Dios.

Desde ese momento la ciencia biológica se ciñe al estudio del ser vivo como un todo complejo, y que Darwin, junto a Wallace, centra en la selección natural como el mecanismo de la evolución aportando hasta el registro fósil para demostrar el cambio continuo y gradual y no por saltos en la lucha por la supervivencia seleccionando ciertas cualidades hereditarias que se transmitirían a favor de una pangénesis o herencia de caracteres (gémulas o partículas genéticas de trasmisión hereditarias) que explicarían las variaciones en interacción con el medio natural.

Parece, sin embargo, que el propio Darwin admitía que las leyes que rigen la herencia son, en su mayor parte, desconocidas.

2.2. Genética y evolución

“G. Mendel, en 1866, con sus experimentos sobre guisantes (Pisum sativum)
sentaba las bases firmes de la Genética, en función de las cuales la herencia podía ser
explicada con perfecta claridad. Sus resultados, sin embargo, quedaron relegados al
olvido hasta comienzos del s. XX. (el caso de Mendel constituye uno de los ejemplos
más atractivos a estudiar desde la Historia de las Ciencias), cuando Hugo de Vries, C.
Correns y E. V. Tschermark, de forma casi independiente, redescubren los principios
mendelianos, y se produce un espectacular y progresivo desarrollo de la Genética que
perdura hasta nuestros días.

A partir de ese momento, las variaciones hereditarias se explicaban a través de procesos mutacionistas


COMENTARIO

A partir de Mendel las variaciones hereditarias se explican por procesos mutacionistas, por azar, no por finalidad, a pesar de que algunos todavía se esfuerzan en prodigar teorías teleológicas como si se obedeciera a un diseño previamente establecido por un misterio finalista de estirpe sobrenatural, (tal fue el punto omega de T. de Chardin o teorías ortogenéticas (regulación de los nacimientos) o nomogenéticas (con normas preestablecidas).


2.2.1. La nueva síntesis

 

La moderna teoría de la evolución cambiaría, ampliando y ajustando sus
perfiles, la teoría mutacionista; ésta no se considera ya como un proceso al azar que
conduce a la evolución, pues la selección natural, la selección por la supervivencia, es
un factor antiazar. Modo de considerar la cuestión que tendrá su primer exponente firme
en T. Dobzhansky que en su libro Genetics and the Origin of Species (1937) daba una
síntesis de la teoría de la herencia en relación con la selección natural.

COMENTARIO

Más tarde, la teoría de los cromosomas de la herencia, la genética de poblaciones, la Botánica y hasta la Paleontología refuerzan la teoría de la evolución, y no digamos hoy con la Biología molecular que detecta con precisión las mutaciones acumuladas en esa variedad genética que existe en las poblaciones y explica la regulación de la selección natural hasta convertir un tipo genético dominante porque actúa favoreciendo las variantes más beneficiosas para el individuo.

Como señala S. Wright, uno de los fundadores de la genética de las
poblaciones:
"el proceso darwiniano de continua interrelación entre un proceso aleatorio y
otro selectivo no es un camino medio entre el puro azar y el determinismo
absoluto, sino una vía de consecuencias entera y cualitativamente diferentes de
la de ambos".

2.2.2. La especie humana

“En su libro On the Origin of Species Darwin se refiere una sola vez,
escuetamente, a la relación del hombre con el resto de los animales, y señala que sus
trabajos "podrían esclarecer el origen del hombre y su historia". Aunque no explicitara
que el hombre era un producto más de la evolución, y no de la creación divina, esta idea
subyacía en toda la obra. Así, cuando en 1871 publica The Descent of Man, confiesa su
preocupación por las posibles repercusiones que pudiera tener esta obra. Pero los
nuevos datos anatómicos, geológicos, arqueológicos... daban a Darwin suficientes
elementos para construir sólidos argumentos que pudieran constituir una réplica al
relato bíblico de Adán y Eva (hay que tener en cuenta que tal argumento era defendido
incluso por personas de alta consideración intelectual: el arzobispo Ussher llegaba
incluso a fechar la creación en 4.004 años a. de C.)”.

COMENTARIO

Malos tiempos para que Darwin publicara en 1871 “el descendimiento del hombre” como réplica al relato bíblico. La Iglesia velaba con ojos inquisitoriales.

Hoy, el descendimiento del “Homo sapiens” en la historia del planeta aparece meridianamente clara desde hace aproximadamente 4500 millones de años, y la vida 3000 millones de años. Y, si dentro de estas macrocifras nos ponemos a pensar que las plantas y vertebrados aparecen solo hace 500 millones y los mamíferos hace 200, nos asentamos en la evolución de los mamíferos tras la desaparición de los dinosaurios hace 65 millones, y la línea que conduciría al hombre sería el grupo de los primates que comprende a los monos y al hombre; entre los primeros hay una larga lista de prosimios arborícolas, lémures, platirrinos &c. y éntrelos segundos estarían los antropoides, nuestros parientes vivos más  cercanos, y en esa línea se encontrarían los homínidos y el homo sapiens.

El modo de operar en esta investigación se hallaría clasificada en etapas:

1)- fósiles prehumanos (30 millones de años)

2)- primeros restos humanos (Australopitecus- 4 millones de años)

3)- fósiles humanos (homo habilis y homo erectus (entre 700 y 900cm3)

4)- nuestra especie (Homo sapiens (cerebro de1450cm3): es el hombre de las cavernas, cultura musteriense, instrumentos de piedra y el uso del fuego de forma continua.

5)- el Homo sapiens (es la transición del Neanderthal al sapiens,-Cromañón- Viven de la caza, recolección y rebaños de renos. Lascaux y Altamira son dos de sus santuarios.

 

2.3. La idea de hombre

 

“Hasta este momento hemos ofrecido, de forma esquemática, una serie de
materiales, de las más diversas ciencias (Biología, Ecología...), apoyándose en los
cuales se intenta ofrecer unas explicaciones categoriales sobre el origen del hombre o el
proceso de hominización. Lo normal es tomar un rasgo, por ejemplo, el aumento del
volumen craneal, a partir del cual se saltaría a la reflexión; o bien tomar el bipedismo
como línea divisoria, a partir de la cual se podría hablar ya de hombre, etc. Este tipo de
argumentación explicativa se fundamenta en seleccionar una parte o rasgo (por ejemplo
el bipedismo) y elevarlo a rasgo totalizante que explique la aparición del Hombre y el
resto de los rasgos que le caracterizan. Si examinamos el hecho, por ejemplo, de cómo
se llegó, hacia 1830, al reconocimiento de una época "prehistórica" (y por tanto a un
sistema cronológico que situase la aparición del "hombre"), vemos que Thomsen al
publicar en Copenhague (1836) su "Guía de las antigüedades nórdicas" toma como
criterio de demarcación de lo "humano" la industria lítica (Thomsen establece la clásica
división: piedra, bronce e hierro).
Sin embargo, lo que denominamos Hombre comienza a ser reconocido como
tal muy tardíamente, hacia el Magdaleniense o el Neolítico”.

COMENTARIO

Queda claro que la línea de demarcación para aislar la idea de hombre y atenerse a una antropología filosófica hay que reunir materiales y relaciones de conexión interna entre los puedan llamarse humanos y que constituyan el material antropológico propiamente dicho, así como la capacidad craneana o la acción del pulido de una piedra &c.

 

2. 3. 1.- El Espacio Antropológico y la Cultura Humana

 

“La Cultura humana se nos presenta como un tejido de relaciones entre los
hombres, relaciones que ya estaban, en su mayor parte, presentes en las relaciones entre
los animales (en bandas de primates o de homínidos) y que, en los procesos evolutivos,
al confluir entre sí, empiezan a funcionar en un plano nuevo, de tal forma que este plano
nuevo posea una explicación causal propia y autónoma.

Por tanto, para hablar de algún rasgo como humano debemos establecer una
escala, a partir de la cual pueda configurarse algo como material de los ejes an-
tropológicos, esta escala es la individualidad orgánica desde la que se perfilan las
operaciones manuales. La fabricación de un hacha musteriense incluye las manos del
hombre, y en el caso límite (creación del primer hacha) es necesario tener en cuenta la
adecuación del canto a la mano, también incluye un sistema nervioso capaz de dirigir
los movimientos de la mano, la percepción del hacha, etc. Esto nos conduce a
considerar, a su vez, la existencia de un proceso previo de adaptación a los objetos tanto
a una escala dada como a una forma determinada. Será, entre otras causas (adecuación
de los músculos supralaríngeos para el habla...), esta operatoriedad que abre las manos
lo que permitía al homínido despegarse, de manera progresiva, de estructuras y
condiciones impuestas por el medio geográfico, ecológico, e incluso social, y alcanzar
la posibilidad de construir estructuras casi semejantes a las anteriores en cuanto a
solidez y permanencia se refiere (por ejemplo rituales, míticas...).
La Cultura humana frente a la cultura, pongamos por caso, de los chimpancés,
la haríamos consistir en el incremento progresivo de la cultura extrasomática -
normalizada- (la cultura objetiva: lanzas, trampas, máquinas, calles, ciudades...) frente a
la disminución, como agente principal, de la cultura intrasomática (que serían
contenidos culturales que dependen de ciertos automatismos conductuales: tanto pueden
ser automatismos por herencia como automatismos instaurados por aprendizaje). La
cultura extrasomática implica internamente, como es fácil ver, la presencia de un plan
en la actividad operatoria de los sujetos; es decir, implica programas operatorios que
perfilen, delineen y configuren las actividades de los hombres sobre los objetos. Debe
existir una serie de pautas fijas que hagan factible la reproducción de las acciones y,
consecuentemente, de los objetos, pautas que se institucionalizan en normas. La
modificación y transformación de los objetos sólo es posible cuando en la operación
actual yo recuerdo las operaciones que debo realizar para reproducir un determinado
objeto (lo cual nos remite a un enclasamiento de los objetos, es decir, objetos que se
encuentran organizados y, por tanto, enfrentados y diferenciados respecto a otras clases
de objetos.)”.

COMENTARIO

Si este capítulo 2 comienza por comprender  en su epígrafe “al hombre y su mundo”, lo hace desde el principio  precipitándolo al mundo de la evolución darwinista y al mundo animal de los antropoides, como se ha visto en 2. 2. -Genética y Evolución, o en 2. 2. 2. –La Especie Humana o en 2. 3. –La Idea de Hombre.

Aquí, en 2. 3. 1. –El Espacio Antropológico y la Cultura Humana se habla de la cultura humana como si de relaciones entre los hombres se tratara, sin perjuicio de las relaciones  entre los animales (bandas de primates o de homínidos), y sin menoscabo de la aparición de nuevos rasgos de relación en el proceso mismo de la evolución, como por ej. la fabricación del hacha musteriense, en donde, además de aparecer una piedra labrada en lajas, aparece una finalidad que indica ya el trazado de pautas fijas o normas por las que ha de regirse en el futuro para su reproducción (que es lo que se llama cultura extrasomática, es decir, que se despega del mecanismo autómata intrasomática de reproducción natural como la formación de un arrecife de coral o las celdillas hexagonales de las abejas o el nido de los pájaros). Se trataría de apreciar un progreso de finalidad y de perpetuación de la especie humana por otros medios que los automatismos innatos de los animales. Con esta precisión estamos dentro del Espacio Antropológico, sí, pero habría que describir esas relaciones, que llamamos ya culturales, como flujos que se mueven en tres direcciones o ejes: a) eje circular, como podrían ser las relaciones sociales, lingüísticas; b) eje radial, como podrían ser las que se refieren a su contacto con la naturaleza para sobrevivir (la tierra, el aire, el agua o el fuego, en referencia a los presocráticos); c) eje angular, que viene a ser un tipo de relación que necesariamente se enmarca desde la primitiva aparición del hombre en estrecha unión con los animales (como entidades de aproximación y de temor).

 

2.3.2. La Idea de Ceremonia y las acciones humanas

“Todas estas acciones humanas que se despliegan a lo largo del tiempo y que
constituyen el tejido de la vida humana con infinitos movimientos, acciones,
operaciones, hemos tratado de buscarles mecanismos internos, para hacer ver que, en su
mayor parte, no son algo caótico, sino que siguen un ritmo pautado organizado en torno
a ciertas figuras que nos describen el hacer, la praxis misma de la vida humana. Estas
figuras del hacer humano podrían ser designadas bajo el concepto de Ceremonia. La
ceremonia sería una determinación general de la vida humana, quizás la única, que
podría justificar la existencia de una Antropología General”.

COMENTARIO

Da la impresión de que con este apartado podría justificarse un estudio específico de lo que cabría entender por  antropología como ciencia exenta, es decir, apartada de otros conceptos que pudieran acaparar otras disciplinas como la psicología, la sociometría etc. quedando, entonces, ceñida a las Ceremonias, que cifrarían su estudio en ciertas normas o pautas de grupos humanos en distintas civilizaciones determinando ese look o aspecto civilizatorio en pautas regladas que conducen a sus miembros por canales casi irreversibles e incorregibles.

 

TEXTO

“La visión de la vida humana desde una perspectiva ceremonial permitiría, por
ejemplo, establecer demarcaciones precisas con los rituales zoológicos, aunque tengan
que ver, incluso causalmente, con ellos. Las ceremonias representan en la vida de los
hombres algo similar a lo que los rituales representan en la vida de los animales.
Para diferenciar ambos procesos, ceremonias/rituales, no cabe invocar el
manido criterio genérico de la herencia genética y la herencia cultural, por aprendizaje.
También las rutinas (o rituales) animales son el resultado de procesos de aprendizaje. Es
bien conocido el caso de Imo, una hembra de macaco de año y medio de edad, que hizo
un sensacional descubrimiento al lavar con las manos uno de los embarrados boniatos
en el agua de un arroyuelo. Aquí empezó un proceso que haría famosos a los macacos
de la isla Koshima. A la semana siguiente también lo hizo uno de los compañeros de
juego de Imo; a los 4 meses lo hizo también la madre de Imo, y 4 años después quince
de los 70 integrantes de la banda lavaban las batatas. Esta ceremonia culinaria de
macacos sería muy semejante, en lo esencial, a las ceremonias culinarias de los humanos. Además, muchas secuencias consideradas como ceremonias, propias de
pueblos pertenecientes a culturas diferentes pueden atribuirse a una base genética
pre-programada y da pie a Eibesfeldt para afirmar que: "cuando encontramos en los más diversos grupos humanos patrones de
comportamiento que coinciden hasta en los detalles, podemos suponer que se
trata, con gran probabilidad, de modos de comportamiento innatos, a menos que
el comportamiento se base en iguales confluencias conformado-ras del medio (i.
e, que sea protético) lo que se puede descubrir en la mayoría de los casos" (El
hombre pre -programado)”.

COMENTARIO

El etólogo, Eibesfeldt, dice que ciertos comportamientos que llamamos innatos obedecen también al hecho de que el medio refuerza el comportamiento o, lo que es lo mismo, el comportamiento se corresponde con el medio, y si cambia el medio, cambia el comportamiento.

 Arnol Toynbee en su “Estudio de la Historia”, al definir y enumerar las grandes civilizaciones y explicar su génesis, crecimiento y colapso, dice que el proceso civilizatorio es la respuesta a un medio hostil sin solución de continuidad dialéctica de retos y cambios hasta que una disgregación por falta de unidad social acaba con ella. Es lo que puede pasar con la fantasía secesionista de un Imperio o una Nación.

Esta es la razón por la que el “hombre ceremonioso” define mejor que ninguna otra la línea de demarcación entre lo que entendemos por Antropología y Etología, entre Cultura y Naturaleza, entre Hombre y Animal precisamente por la ocupación que se circunscribe a un territorio o a un mapa cartográfico del mapamundi.

Ahora bien, existen múltiples tipos de ceremonias.

Resumo las del texto:

a) ceremonias unipersonales (un paseo solitario, meditación, etc.).
b) ceremonias multipersonales (saludar, arengar, un torneo, un banquete, un
espectáculo, etc.).

Desde los 3 ejes del espacio antropológico habría:
a) ceremonias circulares que se corresponden con el “agere”, latino, (una sesión de
apertura de un congreso, una representación teatral, una clase magistral, etc.).
b) ceremonias radiales que se corresponden con el “facere”, latino, (cocinar, fabricar un
mueble normalizado, la vendimia, etc.).
c) ceremonias angulares, en ellas los actores humanos entran en juego con
animales (una cacería, un sacrificio ritual, una corrida de toros, etc.).