sábado, 15 de diciembre de 2012

PECADO ORIGINAL (añadido a culpabilidad dolosa)



PECADO ORIGINAL

Contesto a todos en general, aunque haya posiciones de cada uno que hubieran necesitado matizaciones concretas.

Lo primero que he de decir es que en mi escrito yo no hago afirmaciones personales sobre Dios ni sobre las religiones, ni me confieso creyente ni incrédulo; solo hago sugerencias para liberar el pensamiento y la creencia (de todo punto imprescindible en cualquier  acto humano).

Por tanto, creo que es imprescindible ver la diferencia sustancial entre saber una cosa o creerla. Ni los creyentes ni los ateos ni los agnósticos saben nada de los dioses; en eso al menos parten de cero todos. Ahora bien, la diferencia  entre un ateo, un agnóstico y un creyente  radica en lo siguiente: el ateo no sabe si dios existe o no existe con certeza racional, pero cree que no existe porque tiene más fuerza para él afirmar eso que lo contrario; el agnóstico no lo sabe tampoco, pero no considera el asunto de incumbencia para él, y por el momento, digamos, se abstiene, pasa olímpicamente. Y el creyente que tampoco sabe del asunto, se inclina firmemente por creer valiéndose de la tradición  que es tan fuerte en su conciencia que no cabe lo contrario para él, bien porque se fía (fe) de una autoridad (dogma, revelación bíblica o profética) o de una tradición que ha formado parte de su educación desde la infancia.

Subrayo lo que digo ahí de “ dolosa culpabilidad”, no dolorosa culpabilidad como han entendido algunos, porque si así fuera, sería un pleonasmo, ya que sentirse culpable siempre es doloroso;  no, sino culpabilidad con dolo (que se dice en Derecho), es decir, engañosa culpabilidad  que ha comenzado con la sentencia del “pecado original” del que habla el Génesis. Si así fuera, seríamos culpables de algo que ni hemos comido ni hemos bebido, y la irracionalidad de semejante episodio cae por su peso en una mente normal.

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