viernes, 6 de abril de 2012

LOS CÁTAROS

LOS CATAROS, CRISTIANOS PERSEGUIDOS POR LA IGLESIA ROMANA (1era parte)

Desde siempre La Iglesia Catara, perseguida con par­ticular saña por la Iglesia Romana ha intrigado a los historiadores. Una multiplicidad de preguntas se han hecho sobre ese fenómeno religioso cristiano que puso en jaque en occidente el predominio de la Iglesia Romana, que llevó al Papa Inocencio III convocara una cruzada contra esos cristianos decidentes, y a fundar la inquisición para exterminarlos y perseguirlos con tal particular saña y eficiencia que hizo desaparecer, además del Catarismo a una de las más brillantes sociedades de occidente de la época: La occitana o del "Midi".

LOS INICIOS
Estamos en la segunda mitad del siglo X, es un momento de gran efervescencia religiosa y mística, con anuncios apocalípticos del fin de este mundo.
La Iglesia católica, se encierro en Monasterios, Ermitas, alejándose de la sociedad civil. El alto clero ejerce una vida licenciosa, corruptamente opulenta, lejana a las prédicas evangélicas y semejantes a las de los Señores Feudales. En contrapartida se multiplican los movimientos no sujetos a la autoridad de esta Iglesia, inspirados en el cristianismo primitivo, orientados en su mayoría por antiguos clérigos, predicando según el ejemplo de los apóstoles: renuncian a los bienes terrenales privados, hacen votos de pobreza, predicando entre todos los estamentos pero sobre todo entre la gente común o vulgo.
En general estos movimientos son mixtos, tomando la mujer una importancia que no tenía en la sociedad medieval, y en algunos casos como el de los "herejes" de Monforte, Piamonte en 1025, son dirigidos por una mujer, Durante los siglos XI y XII, los movimientos cristianos disidentes se multiplican en casi toda Europa, con diversas denominaciones según quienes los denuncian. Publicados en Champaña, Borgoña y ciertas partes del norte de Francia, Patarinos en Dalmática y el norte de Italia, Ketzer en Renania, Piphles en Flandes, Tisserands o Albigenses en Occitania y Cataluña.
Estos Cristianos, o "Pobres de Cristo", o "Buenos Hombres" como sencillamente se denominaban o sí mismos; o estos Cataros (puros) como peyorativamente los llamaban en la época, se expandieron desde el siglo XI al XIII desde Bulgaria, a Servia, Grecia, Asia Menor y por todas las partes antes nombradas de Europa Occidental, llegando a ser mayoría en el Languedoc y ciertas zonas de Italia del norte, al punto de convertirse en una verdadera Iglesia Alternativa.
En 1167 en Saint Félix de Lauragués, se celebró un Concilio de las Iglesias Cataras presidido por el Obispo bogomilio Nicetas. Las actas de dicho Concilio puestas a luz en 1946 en un libro de Antoine Dondaine, demuestran la existencia de una Iglesia catara en Francia, de 4 Iglesias Occitanas (Albí, Tolosa, Carcasona, Agen, luego se formaría una quinta la de Rases, 6 Iglesias Italianas divididas por problemas doctrinarios y personales, Concorezzo, Valle Spoletano, Florencia, Mantua, Marca Trevigiana y Desenzano, y una en Cataluña en el Valle de Aran.
La cruzada contra los Albigenses convocada por Inocencio III y la instauración de los tribunales de la Inquisición marcó el inicio de su decadencia y el principio de su desaparición.

SUS PRINCIPIOS TEOLÓGICOS, FILOSÓFICOS.

Dualistas en el campo Teológico, sostienen la existencia de un Dios absolutamente bueno, que creó todo cuanto existe de Amor, Pureza de bien, y un espíritu perverso, a quien hay que imputar todo lo malo que encierra el Universo. Las dos creaciones contradictorias se entremezclan para producir el mundo y la humanidad. El destino espiritual del hombre consiste en eliminar la parte mala que reside en él, para llegar a identificarse totalmente con el bien y así entrar en el reino de Dios. Creían en la reencarnación y las diversas reencarnaciones eran un trayecto hacia la purificación hasta que el alma inmortal lograra' el estado de perfección que le permitía ascender al reino de los cielos. Éste pensamiento será la esencia misma del catarismo. Y la base del "libro de los dos principios".al cual nos referiremos en próximas notas.
Para ellos cobrar una vida aun en tiempos de guerra era un asesinato. Se oponen a toda violencia, practican un pacifismo a ultranza rechazando la noción de "bellator" (guerrero sobre la que se basa el sistema feudal) Condenan la guerra, no había excepción, la consideran como una extensión suprema del mal. Su actitud antibeligerante será una de las razones de su fracaso histórico y uno de los motivos de su desaparición.
Vegetarianos, con excepción del pescado, se negaban a comer carne animal y finalmente sus diáconos y sacerdotes castos, practicaban el ayuno periódico.
Hay que precisar que estas obligaciones sólo las cumplían los Obispos, Diáconos y Perfectos siendo totalmente tolerantes con los creyentes a los cuales solo se les imponían las creencias básicas: de las dos fuerzas el bien y el mal, la reencarnación, la inmortalidad del alma, y la idea de que el mundo fue creado por el diablo
Estos Cristianos son religiosos austeros, leen el nuevo testamento, siguen el ejemplo de los apóstoles y practican el rito cristiano primitivo del bautismo por imposición de las manos.
Niegan el castigo eterno esgrimido por la Iglesia Romana, lo rechazan con especial energía en nombre de la bondad y la infinita capacidad de perdón de Dios Padre.
Los religiosos cataros predican sólo con el ejemplo, oponiéndose a la licenciosa vida de la inmensa mayoría del clero Romano, decían que "la Fé sens obras morta és” (sin obras muerta está)
Predicadores incansables, traducen las escrituras del nuevo testamento al Occitano, abandonando para toda su liturgia el latín. El evangelio estaba así al alcance de todos leído por esos clérigos que luego lo comentaban y discutían con el auditorio. Enseñan a leer y escribir para que todos puedan acceder directamente a las enseñanzas del Evangelio
Predicaban casi en la intimidad, en casas particulares, en las pequeñas cortes de la baja nobleza occitana que los protegía, abrían sus casas en el Castrum (Ciudad o pueblo amurallado que tiene como centro un castillo} entre la población civil, al alcance de todos sin ninguna magnificencia. No cobraban diezmos ni exigían dádivas, trabajaban ejerciendo profesiones mundanas, y recibían donaciones y limosnas para poder vivir. Sus congregaciones se dividían en estamentos profesionales El más popular de los trabajos que ejercieron fue el de tejedores que ocupaba a muchas mujeres - de donde proviene el apodo de "Tisserans"- como los llamaban en ciertas partes del sur de Occitania- también ejercían otras profesiones como las de picapedreros y constructores que se reunían en grupos cerrados llamados logias con rituales iniciativos propios de cada una de las profesiones. Consideraban legítimo el préstamo de dinero a interés al igual que lo hacían los templarios. Ejercían el comercio e impulsaban a la burguesía a hacerlo.
En contrapartida invertían sus ganancias en obras de caridad y asistencia a la población en los Burgos del Castrum, practicando incluso la medicina. Por su ejemplo de vida gozaban de un gran prestigio entre todos los estamentos y sobre todo en la naciente burguesía.
Exhortaban a la conversión como vía hacia la salvación eterna, a partir de las Sagradas Escrituras. La única oración que los cataros aceptaban, era el Padre Nuestro porque la había enseñado directamente Jesús.

EL CONSOLAMENTUM
Aquellos que lograban vivir practicando las enseñanzas del evangelio, podían acceder al "Consolament"; esta ceremonia esencial era impuesta por los "Perfectos", los diáconos y los obispos en sólo dos momentos, cuando el creyente había alcanzado un estado de pureza espiritual y de vida que lo justificaba, o al borde de la muerte si en vida lo había merecido.
Los que accedían al Consolament (recibir el espíritu santo) en vida oficiaban de sacerdotes fueran mujeres u hombres y eran los que predicaban junto a los diáconos y los obispos, los llamaban "Perfectos".
Rechazan la eucaristía, porque negaban la condición humana de Cristo.
En actitud revolucionaria para la época, practican en muchos aspectos de la vida la igualdad para la mujer, lo que les valió lo adhesión en todos los estamentos, del sexo femenino pero en especial de la nobleza occitana. Si bien no llegaron a vencer las barreras del patriarcado, las mujeres no podían llegar al obispado ni ser ordenadas como diáconos, éstas podían leer los evangelios, predicar, discutir libremente, ejercer ciertos oficios, tenían los mismos derechos que los "perfectos" estándoles permitido conferir el "Consolament". Los creyentes las adoraban igual que a los "Perfectos hombres" porque "estaban habitadas por un espíritu superior".

Para recibirlo en vida había que seguir una etapa de “probativo” en el curso de la cual un “perfecto” lo instruía y seguía su evolución.
Los creyentes podían acogerse a dos ceremonias: el “melhoramentum” que era un remedo de confesión pública con absolución colectiva, y o al “apparelhamentum o parcia” que consistía en una bendición que recibía un simple creyente de manos de un perfecto. Los creyentes realmente solo tenían la obligación de asistir a las asambleas que convocaban los perfectos en forma general dentro de una población, o en forma particular de cada corporación profesional. En esas asambleas los perfectos, administraban en forma colectiva el consolamentum. Estos consolaments colectivos tenían como objetivo de finalizar las asambleas cataras en un estado de gracia colectiva, generando un sentido de pertenecía, mantener unida a la congregación y o la logia, no obligaban a los creyentes a tener que cumplir las severas normas de vida que cumplían los perfectos. Todas estas asambleas y ceremonias cataras, eran finalizadas con un ágape fraterno que recordaba al de los primeros cristianos.

LA ENDURA
Muchas son las versiones que la inquisición dio sobre la endura, sin duda el rito cátaro mas importante y mas significativo.
Pero si desbrozamos la paja del trigo, podemos llegar a la conclusión que la endura tenia un significado inisiático realmente importante para los creyentes.
Ninguno de ellos estaba obligado a realizarlo, solo se accedía al el por voluntad propia, y podia ser realizado por cualquier creyente teniendo significados distintos según los momentos de la vida y la cercanía a la muerte física que se encontraban.
La endura se iniciaba con un ayuno que se acompañaba de oración y meditación con el fin de dar acceso a la experiencia mística mas importante del creyente. Era una línea divisoria entre un antes y un después, y por lo tanto una experiencia simbólica de la muerte. “El hombre viejo moría por propia voluntad, y nacía un hombre nuevo renovado por la experiencia mística” y a diferencia del consolament y del melhorament que apenas significaban la inserción en el sujeto de una fuerza exterior purificadora transmitida por un perfecto, “la endura” solo podía ser experimentada por el propio sujeto, en solitario en comunión interior, para percibir la luz, fueran asistidos o no por algún perfecto.

Este ritual iniciativo llevo a los inquisidores romanos a hablar de suicidios rituales, lo que no era cierto, pero si era cierto que los cataros al igual que los antiguos cristianos enfrentaban el martirio a los que los sometía la inquisición, con absoluta tranquilidad, a veces caminando solos y cantando para tirarse en la hoguera, o simplemente sentándose en círculos para morir y “renacer en un mundo no terrenal para los mas puros, o para renacer reencarnados para aquellos que no habian alcanzado la perfección”.
La endura era pues un ritual que significaba la muerte de un estilo de vida y de renacimiento en otra vida en la cual el creyente deberá por esfuerzo propio, ayudado por los rituales, ir develando los secretos que lo llevaran al perfeccionamiento y a la liberación del espíritu encerrado en su cuerpo terrenal.
También plantearon el matrimonio como una unión conyugal por consentimiento mutuo, los "perfectos" oficiaban sólo de testigos de una unión no sacramental que excluía el interés y la venalidad, implicaba la igualdad entre los cónyuges y una cierta emancipación de la mujer en la sociedad
.Se oponían al orden feudal basado en el juramento de fidelidad, por otra parte bastante poco respetado por la nobleza que lo rompía a conveniencia.
Respetaban sólo a los nobles que los apoyaban y veían en la actividad del comercio y la artesanía un camino liberador de la opresión del orden feudal.
Rechazan la justicia señorial y proponían para las diferencias mundanas entre sus fieles, el arbitraje "tomad de jueces a los perfectos" amparándose en las palabras de Pablo (¿no hay entre vosotros ningún prudente capaz de ser juez entre hermanos?).
Oponen a la nobleza de origen la nobleza de espíritu y la nobleza natural "Paratge" (encumbramiento por mérito propio a la cual pueden acceder todos los miembros de la sociedad), concepto ampliamente difundido entre toda la sociedad Occitana.
Prohibían entre sus fieles el juramento, permaneciendo así fieles a la tradición cristiana primitiva -
Niegan la adoración de las imágenes y la cruz simboliza a Cristo orando y abrazando a la humanidad, y no crucificado.
Niegan el principio gregoriano de las dos Iglesias, la "verdadera" La Iglesia del trono de San Pedro, y la falsa y pérfida iglesia del Anticristo, del enemigo infiel, de los herejes, que es instrumento de Satán y que es lícito suprimir en Nombre del Dios Verdadero, llegando a ser la función principal del caballero cristiano, combatirla y eliminarla, estando autorizado a matar sin pecar, asegurándose con su actitud, la salvación eterna.
Esta consideración negativa de la Iglesia Romana, a la que ellos también consideraban un instrumento del Diablo, será otro de los factores determinantes de su derrota y posterior desaparición.
Las exigencias en cuanto a las condiciones que debían cumplir sus sacerdotes hizo que ellos fueran escasos; los anales de la inquisición calculaban que en los mejores tiempos de la herejía no pasaban de 5 mil perfectos en toda Occitania sobre más de 3 millones de creyentes.-
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Adriana España Muchas gracias,es muy bueno el artìculo,claro e ilustrativo y muy interesante en cuanto al futuro de la evoluciòn espiritual de los humanos.
5 de diciembre de 2010 a la(s) 4:04


Jorge Omar Guidobono Damia Excelente trabajo Eduardo, muy claro e ilustrativo de una triste realidad que vivió la humanidad debido al miedo de algunos a perder sus "chacritas de poder"
5 de diciembre de 2010 a la(s) 21:32
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Gustavo Bueno, sobre marxismo en la revista Sistema · nº 2 · nº 4 · nº 7


Gustavo Bueno
Sobre el significadode los «Grundrisse» en la interpretación del marxismo
Sistema, revista de ciencias sociales,Madrid, mayo de 1973, número 2, páginas 15-39.
Facsímil en pdf: marzo 2010
«La editorial Siglo XXI de España, S. A., ha publicado, a lo largo de 1972, dos volúmenes que contienen la traducción española de los borradores de 1857-1858 en los que se prepara tanto la Contribución a la critica de la economía política como El Capital (la traducción ha estado a cargo de Pedro Scarón, Miguel Murmis y José Aricó). Como es sabido, estos borradores fueron publicados en 1939-1941 en Moscú por el IMEL, que les dio el título de Grundrisse (elementos fundamentales, fundamentos) der Kritik der politischen Economie, con cuya primera palabra suelen ser hoy designados. Esta primera edición de conjunto no logró alcanzar, a consecuencia de la guerra, la difusión que logró la segunda edición alemana (Dietz; Berlín, 1953), que, sin embargo, arrastraba muchos errores derivados de la difícil interpretación de los manuscritos originales. Sobre estas ediciones hizo Roger Dangerville, en el año 1968, una discutida, aunque completa, edición francesa en dos volúmenes (Anthropos; París), y, a su vez, a la vista de ésta (incluida la interpretación del refrán de los gansos; véase tomo I, pág. 50, de Dangerville), está hecha la traducción del Equipo Comunicación (que no contiene el importante prólogo de 1857, ya publicado por este Equipo como apéndice a una traducción de la Contribución a la Crítica de la Economía política). La traducción de Siglo XXI es completa, y no sólo ha tenido a la vista la última traducción rusa (1968-1969), sino la copia facilitada por IMEL de sus observaciones críticas a la edición original.»
I. ¿En qué consiste la importancia de los «Grundrisse»? Revisión de algunas respuestas.
II. El problema del marco ontológico de «El Capital». Los «Grundrisse» como marco ontológico
III. El «Umstülpen» y los quiasmos en Marx
IV. Lectura ontológica de los «Grundrisse»
[V.] Los «Grundrisse» de Marx y la «Filosofía del Espíritu objetivo» de Hegel

Facsímil del original impreso de este artículo en formato pdf

Fundación Gustavo Buenohttp://www.fgbueno.es/gbm/gb73s2.htmImpreso el viernes 6 de abril de 2012
http://auladefilosofia.net/2010/06/30/platon-carta-vii/
LAS CONVENCIONES POLÍTICAS Y LOS PACTOS ENTRE PARTIDOS


José Luis Gómez Fernández


Estamos atravesando en España en estos momentos difícultades políticas de gran envergadura.
Las medidas drásticas a las que estamos siendo sometidos los ciudadanos de a pie nos tienen atenazados a unas convenciones políticas que se deciden en los altos Foros de un Parlamento.
¿Qué diferencia existe entre una convención política y un pacto entre partidos? Mucha; convenir en política, tal como nos enseña la historia de la política desde los griegos (¡quién se lo iba a decir ahora a ellos!) es decidir racionalmente la organización de la ciudad (la Polis-Estado, decían ellos) sin más miramientos que el bien común, el bien de todos, incluso el de los metecos (nombre que se daba en Atenas a los extranjeros).
Los pactos entre partidos, por desgracia para el bien común, se abrazan por intereses personales y de grupo, que es lo más denigrante que pensar se pueda; actos éstos que deberían estar penalizados y abominados por la plebe en un Viernes de Pasión (que es cuando escribo esto).
Me produce vértigo pensar retrospectivamente en lo que podría convertirse una política sin dar lugar a contaminación alguna.
De igual modo me viene a la memoria aquellas primeras reflexiones que en política hicieron los Sofistas Griegos, tanto la primera como la segunda Sofística
Vamos a hacer una “Física de la sociedad” (lo que hoy se llamaría “Ingeniería social”) dijeron los primeros, proponiéndose con ello diseccionar la realidad social que tenían ante sus ojos (al igual que un físico pueda hacerlo con la materia y la energía que compone su campo).

La Primera Sofística, a la que pertenecen hombres como Gorgias, Hipias, Protágoras y Pródico, sostiene que las leyes políticas y morales se fundamentan en la Physis o naturaleza racional del hombre. Por consiguiente, si hay Convención, o acuerdo entre muchos, ha de ser una convención racional y conforme a naturaleza, ya que la Razón y la Justicia son propiedades esenciales de la naturaleza humana: respetar y ser respetado, ser justo y exigir justicia han de ser los axiomas fundamentales de una buena Ley.

La Segunda Sofística, a la que pertenecen Calicles, Antifonte, Licofrón, Alcidamante y Trasímaco entre otros, ya no fundamentan la ley en la Physis o naturaleza del hombre, sino, muy al contrario, en persuadir al otro hasta con engaño y trampa para que muerda el anzuelo de su opinión interesada, es decir esgrime la Retórica como añagaza de sus intereses particulares cayendo en la demagogia y desprestigiando la esencia de la política.
Su fundamento racional no existe, cae por su base al quedar al albur del relativismo más desconcertante., porque si la Ley lo que pretende es tanto igualar a los desiguales como desigualar a los iguales, es una Ley injusta.
Los Sofistas, como primeros creadores e investigadores de los valores morales y políticos, si bien son considerados como los verdaderos profesorales de la disciplina política, de su naturaleza, de sus principios y sus fines, necesitaron el concurso de un Sócrates para quebrar el sofisma que se escondía en su argumentación moral y política; y así, desde ese momento, tanto la norma moral como la ley política forman un lenguaje único (un logos) que se considera inseparable de la tarea doctrinal y política. Lo bueno y lo justo nacen aquí, y la prudencia y la justicia son la sabiduría del político.
No olvidemos, sin embargo, que Sócrates sacralizó la ley y sucumbió a ella para liberarse, no de la muerte física (a la que vio como liberación) sino de la muerte política de la injusticia de una ley impuesta por una democracia.

LA CARGA EMOCIONAL DE LAS GUERRAS DE RELIGIÓN EN EUROPA DESEMBOCA EN LA CULTURA BARROCA EN ESPAÑA EN EL SIGLO XVII


-De nuestro colaborador José Luis Gómez Fernández

La Rendición de Breda o Las Lanzas.
Obra que se enmarca dentro del barroco español, pintada al óleo sobre lienzo y realizada por Velázquez,
en el cuadro se recoge un hecho histórico.
LA CARGA EMOCIONAL DE LAS GUERRAS DE RELIGIÓN EN EUROPA DESEMBOCA EN LA CULTURA BARROCA EN ESPAÑA EN EL SIGLO XVII.

Por José Luis Gómez Fernández

¿Por qué en una época de decadencia política y social como lo fue la de los Austrias, al menos desde el reinado de Felipe III hasta Carlos II, tenemos un Siglo de Oro en literatura española cuando lo que cabría esperar era toda una composición literaria y artística denunciadora y comprometida con la realidad existente en ese tiempo?
¿Qué sucedía con nuestras letras y nuestras artes mientras se debatía en Alemania la Reforma de Lutero y en el Norte de Italia (Trento), la Contrarreforma?
¿Qué sucedió en las mentes de aquel siglo para batirse en una guerra llamada “Guerra de los Treinta Años (que en la realidad dura 41 años, 1618-1659) por cuestiones religiosas?
La Reforma Protestante y la Contrarreforma debieron de conmocionar a Europa más de lo que nos cuentan los libros de historia, y lo cierto es que se acentuó por este motivo una sensibilidad religiosa que desemboca ya en el siglo XVI en el Misticismo Español de Santa Teresa de Jesús (1515-11582) y S. Juan de la Cruz (1542-1591), y que en el XVII, en plena pugna religiosa entre protestantes y católicos unido a la depresión económica y demográfica con la aparición de la peste y la guerra Franco-Española, dio lugar a un desconcierto en las conciencias y a una búsqueda de libertad interior en corrientes espirituales disparatadas, como lo fueron los “Libertinos” en Francia o los “Pietistas” en Bohemia” o los “Cuákeros” en Inglaterra o los “Jansenistas de Port-Royal.
El Protestantismo, como movimiento religioso del siglo dieciséis, que se separa de la Iglesia católica y romana, origina gran número de sectas (luteranismo en Alemania, anglicanismo en Inglaterra, calvinismo en Suiza, Holanda, EEUU, los hugonotes en Francia (nombre de Hugues, jefe del partido suizo en Ginebra, según el Diccionario etimológico de Corominas) que amenazan la unidad política de los Estados. Unidad que precisamente se mantenía fundada en la religiosa.
Católicos y protestantes luchan por el predominio de sus confesiones y sus territorios. De ahí la apropiación por los protestantes del hecho histórico de que cada región tiene su religión (“cuius regio, eius religio”)
De hecho el enfrentamiento entre el Emperador Fernando I, hermano de Carlos V, y el poder desde Bohemia de los Príncipes Protestantes da lugar a dos partidos que forman la Unión Evangélica por parte de los protestantes y la Liga Católica encabezada por el Duque Maximiliano de Baviera.
Más aún, Francia recelosa contra España y envidiosa contra Alemania quiere acabar con el poder de la primera y desmembrar el Imperio de la segunda.
Con lo cual, Europa se ve envuelta en dos guerras: la llamada Guerra de los Treinta Años y la Franco-Española.

Contrarreformas y Guerras de Religión 1524-1627
Los restantes episodios como la Defenestración de Praga, la subida al poder monárquico absolutista del nuevo rey Enrique IV de Borbón en Francia apoyado en la mano astuta del Cardenal Richelieu, de Mazarino y del inglés Cromwell, (que terminan por machacar a España, a la que obligan, mediante la Paz de los Pirineos (1659) a ceder a Francia el Rosellón, la Cerdaña, el Artois y las plazas de Flandes, Henao y Luxemburgo, además del concierto de boda de la hija de Felipe IV, Mª Teresa, con el rey Luis XIV sin medir consecuencias), pueden anotarse en las crónicas de la historia como malversaciones diplomáticas y desastres económicos y culturales (como anécdota cabe apuntar que a la lengua alemana se la ignora y nadie osaba escribir sino en latín; es el caso de un Leibniz que escribió en latín y francés).
Todos estos episodios que formaron parte interesada de los enfrentamientos bélicos de este siglo concluyen con la firma de la paz con Fernando III en dos ciudades alemanas, Münster y Osnabrück en la región de Westfalia (la paz de Westfalia), por la que Alemania quedaba desmembrada en Estados independientes, que es lo que pretendió siempre la envidiosa Francia.
Ante todo este tenebroso panorama centrado en la zona geográfica de Europa, a nadie se le oculta que la carga emocional que inunda las conciencias europeas ha tenido que repercutir en la plasticidad del que ha decidido hablar, escribir, pintar o esculpir en este siglo y dejar alguna huella de su inquietud interior, siendo esto lo que caracteriza a la cultura barroca española y europea.
El culteranismo de Góngora o el conceptismo de Quevedo no expresan con la agudeza de ingenio y la audacia en sus escritos sino la inquieta viveza de un espíritu literario antes desconocido.
El siglo de Oro español en letras con un Cervantes, un Guzmán de Alfarache o la Picaresca, un Lope de Vega, un Tirso de Molina, un Calderón, y en arte con un Greco, un Zurbarán, un Murillo o un Velázquez, o las tallas de un Montañés o Cano dan prueba junto a este siglo del parentesco y la tensión entre el clasicismo y el barroco del Grand Siècle francés con Racine, Moliere o Corneille o con Schakepeare en la “Tempestad”, claro-oscuros que se repiten en las pinturas de Rembrandt, Rubens o Tintoretto en el “Milagro de S. Marcos”, donde la fantasía, la composición y el color predominan como expresión de lo indecible e inexpresable.

¿Qué es lo que da lugar a este cambio con respecto al clasicismo? ¿Qué lleva a este estado novedoso de rebelión en literatura como en arte?
Toda la sensibilidad de la vida cultural, artística y científica fluye de igual modo en un despertar cartesiano y antiautoritario que da rienda suelta a la investigación de los fenómenos naturales mediante el método experimental y el Discurso del Método de Descartes
El barroco se extiende por toda Europa, y hay quien asevera que la Contrarreforma y su severidad aplicada en España influyó decisivamente en el resto de países europeos.
José Luis Gómez Fernández;
-Colaborador y miembro del consejo de administración de Liebanízate
Correo electrónico: ( jlgdez15@yahoo.es )
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LA FILOSOFÍA EN SU VINCULACIÓN CON LA LITERATURA Y EL ARTE

LA FILOSOFÍA EN SU VINCULACIÓN CON EL ARTE Y LA LITERATURA
José Luis Gómez Fernández

Tanto el arte como la literatura, la ciencia y la filosofía son formas recurrentes del hombre para no ser asfixiado en el estrecho mundo en el que se ve confinado.
El filósofo Kant solía decir: “sin las intuiciones sensibles los conceptos son vacíos, pero no es menos verdad que sin los conceptos las intuiciones son ciegas”.
Y por si fuera poca esta estrecha relación, Goethe añadía: “quien posea ciencia, literatura y arte, posee también religión”.
En los albores de la historia de la escritura aparece la obra literaria de Homero y Hesiodo.
En el poema de Homero (s.VIII a. C .) aparece el Hado, que es, como si dijéramos, el Destino, al que todo el mundo se veía sometido sin remedio, incluso el propio Zeus. Nadie escapaba a su suerte, la que fuera, buena o mala. Son cuestiones filosóficas expresadas en forma épica, lírica o trágica, como “Prometeo encadenado” de Esquilo.
Los estoicos solían decir: “al que obedece y se somete, los hados le conducen; sin embargo, al que no lo hace, los hados le arrastran a la fuerza”; (en latín, incluso suena mejor, dicen: “fata volentem ducunt, nolentem trahunt”.
Esta literatura se halla en estrecha vinculación con los problemas más serios de la filosofía: los problemas de la libertad, de la autonomía, del pensamiento, de la razón desvinculada del mito y de las leyes escritas en las estrellas.
Hesiodo en la Teogonía o genealogía de los dioses se ocupa de estas cuestiones, busca una salida a la voluntad autónoma del hombre que ha de enfrentarse cada día a las calamidades del vivir diario donde el primer plano lo ocupan las injusticias, las guerras y la desesperanza, (de ahí, la caja de Pandora y los Trabajos y los días)

El hombre en cada época se ha desenvuelto en un escenario hostil y quebradizo, al par que ilusiona por lo que cabe hacer en él como proyecto de creación y transformación alterando la realidad con la que se encuentra.
En cualquiera de estas situaciones el hombre se sobrecoge, relaciona, compara e incorpora su propio “yo” en todo cuanto hace, piensa, siente, quiere, ama y odia.
Empieza por dar nombre a las cosas que él crea para dotarlas de existencia. Sin el nombre las cosas permanecen desnudas, como nos recuerda la excelente novela de Umberto Eco, “El nombre de la rosa”: “stat pristina nomine rosa, nomina nuda tenemos”.
Dar nombre a las cosas es como crearlas de la nada, darles el ser por primera vez, significarlas, contextualizarlas, (semántica), configurarlas en el espacio y en el tiempo para que puedan convertirse en nuestras amigas, en nuestro habitat, en nuestro refugio, en la proyección de nosotros mismos. La cultura no es más que eso, pero también nada menos.
En el contexto en el que decíamos que la filosofía, el arte, la literatura, la ciencia, se comprometían en el mundo de la cultura a dar alguna respuesta a los grandes interrogantes de la especie humana, en esa misma medida el arte cumple sobradamente con aquella prefiguración que anotábamos como términos o materiales que sirven de soporte a las operaciones y relaciones para que una tarea humana se sostenga en pie.
El artista construye la realidad configurando unos materiales, o bien sobre un lienzo o bien sobre el pentagrama con instrumentos musicales, o bien sobre unos signos, transfigurando con sus operaciones y sus relaciones de espacio-tiempo una fenomenología que se oculta al resto de los mortales. Detrás de un cuadro hay un lenguaje específico. Hay que saber leerlo y hablar su idioma.
¿Qué es la pintura abstracta sino una lenta evolución desde el naturalismo, pasando por el impresionismo y el expresionismo, para configurar con la línea, la superficie y los planos geométricos todo lo que se intenta decir o expresar con la máxima economía posible? Véase Kandinsky, Picaso, Miró y tantos otros.
Parece como si las ciencias y las artes se abrazasen en su pretensión común de descifrar lo oculto de la naturaleza cósmica y de la naturaleza humana.
No olvidemos que las entrañas de las aves auguraban y predecían el futuro en medio de la tenebrosidad y la confusión del destino.
Según una leyenda mitológica de la antigüedad clásica, un simple mortal, el príncipe troyano Paris hubo de decidir entre la belleza de las tres diosas olímpicas: Hera (Juno), Atenea (Minerva) y Afrodita (Venus).
A cambio de ser elegida, cada una de ellas hizo una oferta: la 1ª, poder y riquezas, la 2ª, éxitos militares y sabiduría y la 3ª, el amor de una bella mujer, (Helena, la esposa de Menelao, rey de Esparta).
Y, al parecer, la elección de Venus desencadenó la guerra de Troya. ¡Qué ironía la vida! ¡Y qué grandeza su secreto!

El recurso a la imaginación y la fantasía ha proporcionado a cada cultura, a cada época y a cada pueblo un modo y un género literario con el que ha expresado su ser y su espíritu.
Hegel decía que la filosofía y la estética eran la expresión del espíritu en forma de conceptos y en forma de sensaciones respectivamente.
Nuestro Quijote, si ha trascendido en la forma en que lo ha hecho, ha sido por la expresión, mediante el recurso literario de la novela, de la fantasía, de la ironía, del ser que el español llevaba dentro, en el siglo XVII, con la decadencia de España en el reinado de Felipe III y su enriquecido valido, el Duque de Lerma, sin menoscabo de la mediocridad, desde 1621, de su sucesor Felipe IV y el Conde Duque de Olivares.
Hay en el Quijote una clamorosa denuncia de libertad de pensamiento y de la atormentada conciencia inquisitorial.
Es un grito que tensa el hilo tenue del ser y el deber ser, entre el idealismo quijotesco y el realismo sancho-panzesco.
. Es la ética agónica contra el mito. Por eso la filosofía en sus orígenes es la disponibilidad de la voluntad desgarrada que exige imponerse desde el interior en confrontación con las morales externas.
Casi diríamos que se libra aquí la batalla que Sartre acentuó como “la imposible imposibilidad”.
Por eso, pienso que la filosofía se halla estrechamente vinculada con la forma literaria desde la época más arcaica
en los poemas homéricos; precisamente allí, donde las tensiones entre contrarios resaltan más agónicamente la lucha por restablecer los cauces de la racionalidad en confrontación con la irracionalidad, la esperanza contra la desesperanza, la ciencia contra la opinión y el rumor, la solidez contra lo efímero y pasajero.
La filosofía ha pretendido ser siempre ética, (ethos), esfuerzo por mejorar la situación del ser que uno es, desde el habitat de su interioridad, de modo que pueda decirse del individuo, como de la sociedad, que de su ética dependerá su código de conducta moral. La norma moral se retroalimenta de la ética como fundamento y regulación de sus hábitos y costumbres. Cada cual cosechará lo que ha sembrado. Si la ética la concebimos como lucha agónica, como racionalidad que se impone a la irracionalidad, la moral consecuente de una sociedad estará presidida por la racionalidad.
Me ha llamado la atención aquella cita de Kant en la que nos recuerda, a luz de las Odas de Horacio, que el hombre ha de mantenerse vigilante si no quiere empeorar las situaciones heredadas de sus antepasados, no sea que la “edad de los padres, peor aún que la de sus abuelos, nos lleve a nosotros a ser aún peores, y que luego dejemos una prole aún más viciosa”. (en el latín de Horacio suena aún mejor, dice así: “aetas parentuum, peior avis, tullit nos nequiores, mox daturos progeniem vitiosorem”)
Y Séneca solía tener presente en su ética estoica la estricta convicción de que si queremos curarnos de algún mal que aceche nuestro espíritu, no sucumbiremos porque la naturaleza estará detrás ayudándonos a ser sanados; “sufrimos de males curables, y la naturaleza, si queremos ser curados, sale en nuestra ayuda, puesto que hemos sido engendrados para el bien y la salud”. (y dicho en el latín de Séneca: “sanabilibus aegrotamus malis, nosque in rectum genitos, natura, si sanari velimus, adjuvat).

Y si esto es así en el orden individual, la naturaleza racional nos ayudará en el orden social.
Ya no contemplaremos desde la orilla individual y egoísta las olas encrespadas en medio de un océano embravecido que resulte ser ajeno a mi confortable bienestar.
He querido terminar esta pequeña reflexión con la frase de un clásico como Lucrecio, que decía justamente eso que aparece traducido más arriba: “qué dulzura, cuando sobre el vasto mar los vientos revuelven las olas y yo las contemplo desde tierra sin importarme el penoso trabajo del otro”.
(“ Suave mari magno turbantibus aequora ventis, e terra magnum alterius spectare laborem”).

LA FILOSOFÍA NO ES UNA CIENCIA

LA FILOSOFÍA NO ES UNA CIENCIA
José Luis Gómez Fernández


Hemos venido hablando en escritos anteriores de las implicaciones de las ciencias con la filosofía, y de ésta con la historia y la religión.
Hoy sometemos a la filosofía misma al juicio de los tribunales científicos, y reparamos que, si bien Husserl se propuso, en el siglo XIX, hacer de la filosofía una ciencia estricta, no solamente no imperó su propósito sino que él mismo escribió un tratado sobre la “Crisis de las ciencias europeas” recobrando el nombre de una disciplina filosófica, pero sin su aspiración científica: la filosofía propiamente dicha.
Al hablar de las teorías científicas, veíamos que detrás de cada una de ellas había una filosofía, una visión de la vida, del mundo y del universo como un todo.
Cabe entonces preguntarse por el futuro de los programas de filosofía en las Enseñanzas Medias y en la Universidad.
¿Qué es Filosofía como disciplina de aprendizaje?
Kant decía: “no se aprende filosofía, sino a filosofar”
Y ¿qué es esto?
Ortega y Gasset, tanto literato como filósofo, decía: “la cortesía del filósofo es la claridad”. Pues, veámoslo si es tan clara la filosofía.
Para la mayoría el lenguaje filosófico viene envuelto en una penumbra y un misterio indescifrable, lo que contradice a Ortega en sus propios términos.
La filosofía o es crítica o no es nada. Y, ¿qué se entiende por crítica? El vocabulario filosófico nos remite a Grecia, y filo-sofía (amigo de la sabiduría) y crítica, (de crinein, cribar) son palabras impulsivas que, al menos, no dejan a uno cruzado de brazos ante las cosas que vemos o las cosas que nos cuentan o discurren a nuestro lado; toda crítica es un enfrentamiento a algo dado e, incluso, a algo sabido y hasta creído a pies juntillas como la luz del día.
Es un tópico de la tradición el hecho de que es más fácil creer, que saber. Kant solía decir también: “atrévete a saber” (sapere aude).
La filosofía, podríamos decir, está en la retaguardia del saber científico, del saber político y del saber religioso, y como tal es un saber de segundo grado; supone siempre otro.
Todo el mundo dice tener algún tipo de filosofía de la vida y del quehacer cotidiano, pero con ese ropaje sólo no se puede cruzar el gélido invierno ni atravesar el caluroso desierto; se quiere la documentación de las Escuelas Filosóficas.
Hay que estudiar filosofía, no queda otro remedio si se quiere competir con la realidad cada vez más compleja de un mundo científico y trascientífico.
Aristóteles escribió una Física y una Metafísica.
Ahora bien, esos programas, que necesariamente nos remiten a las Escuelas y Academias, no pueden quedar en meras doxografías (en opiniones filosóficas), no, sino que han de bucear en las aguas profundas de la crítica filosófica y redundar en la filosofía de esa historia. Y eso es justamente lo que no se hace ni en los Institutos ni en la Universidad (por supuesto salvadas excepciones, “salvatis salvandis”, como diría el otro).




Desde que Marx escribió que “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”, la muerte de la filosofía no ha hecho más que anunciarse desde el siglo XIX bajo estos interrogantes: ¿Es posible la Filosofía como Ciencia? ¿Ha quedado reducida al reino de las Ideologías? ¿Es el marxismo una Antifilosofía? ¿Tiene sentido la existencia de una disciplina académica llamada Filosofía?G. Bueno, del que hacíamos mención como autor de la nueva teoría científica del “Cierre categorial”, en polémica con Manuel Sacristán inicia con el libro “El lugar de la Filosofía en los estudios superiores”, en España, un debate teórico de extraordinaria importancia, en el centro del cual late la pregunta ¿qué es la Filosofía ? desde una concepción de la práctica.
http://www.fgbueno.es/gbm/gb70pf.htm
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LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ (1812)

http://www.filosofia.org/cod/c1931es.htm
MÁS SOBRE EL SOCIALISMO Y EL COMUNISMO

José Luis Gómez Fernández

El marxismo, como el socialismo, se circunscribe en una concepción materialista de la historia, y su filosofía, en una cosmovisión del mundo, muy determinada por el romanticismo hegeliano, (Hegel), y la economía británica (Engels- Manchester).
(Siento no poder detenerme en una somera explicación de qué queremos decir con “concepción materialista de la historia”, y qué queremos decir con “filosofía y cosmovisión del mundo”, y con “Hegel” o con Engels. Tal vez, en otra ocasión, y si se me solicita como en otras ocasiones por correo electrónico: jlgdez15@yahoo.es )
Estos dos aspectos, arriba señalados, caracterizan todo el desarrollo del marxismo y su modo de interpretar la vida y el mundo económico.
Marx, judío practicante y convertido posteriormente al protestantismo, conoce desde su juventud las desigualdades e injusticias en el trabajo entre los leñadores alemanes, y, más tarde, cuando tiene que trasladarse a Manchester con Engels, las conoce entre los trabajadores de las fábricas.
Era un hombre de temperamento apasionado y compasivo. Marx vive inmerso en un Comunismo imaginario primitivo en donde no quepa pensar en desigualdades ni en injusticias, que creía originadas en la propiedad privada y la ausencia de una distribución comunal de la tierra. Podría decirse que su compasión era comunitaria. Es decir, se compadece no sólo de sí mismo sino de los que ve a su alrededor, (la comunidad del mundo trabajador, del mundo obrero). Podría uno pensar que no fue Marx quien hizo al comunitarismo (comunismo), sino el comunismo quien hizo a Marx. Y este sería el motivo embrionario de una construcción doctrinal de la historia del hombre y su filosofía. Probablemente esto le lleva a acometer un estudio que diera cuenta de la estructuración de la sociedad y su historia desde su inicio, y cuyas piezas instrumentales encajaran aquel puzzle que rondaba en su cabeza: luchar contra la injusticia y la desigualdad desde la primera apropiación de la tierra con los primeros asentamientos del primitivo hombre sedentario.
En el “Origen de la familia, la propiedad privada y del Estado”, Engels (Marx) intenta explicar el origen de la división social en clases, y también el origen del propio Estado como responsable de mantenerlas, dando lugar al florecimiento de los propietarios y los expropiados, de los explotadores y de los explotados.
Los hombres nacen iguales y libres por naturaleza, (nacen desnudos y se invisten como humanos, fraternales y solidarios, hasta que un día se embisten como bestias unos con otros en luchas interminables).
La historia del hombre no ha sido más que una historia de lucha y de guerra.
Marx estaba teniendo presente la Guerra de los treinta Años, por cuestiones religiosas, y la Guerra de los cien Años, por la posesión territorial de Gran Bretaña en tierras francesas. ( la Bretaña del Norte queda como resto feudal de aquella época)
Las teorías que han surgido a partir de esta construcción son interminables, pero lo que es incuestionable, dice Marx, es que la historia no sólo ha de ser interpretada sino que ha de ser cambiada.
La historia nos debe una explicación. Es imprescindible una filosofía de la historia para comprender y ajustar los fundamentos que la han ido procesando en sus episodios trágicos, de divisiones, opresiones, luchas y enajenaciones.
Y aquí, asegura Marx, es donde se halla imbricada la economía, porque la filosofía de la historia es filosofía económica.
Desde los estadios prehistóricos, siguiendo a los antropólogos (Morgan), con el salvajismo, la barbarie y la civilización, el hombre ha ido imponiendo su dominio sobre la producción de alimentos y su distribución, siendo así que, en el proceso de su desarrollo y la complejidad social, ha necesitado justificar y proteger la propiedad dando origen al Estado.
En su escrito “Contribución a la crítica de la economía política”, Marx habla de cuatro etapas progresivas en las que va teniendo lugar la cristalización de la historia en cristalización económica. A saber: 1) época asiática, 2) época greco-romana, 3) época medieval y 4) época de transición feudal-industrial- burguesía.
Como es conocido de todos el desarrollo que persigue Marx y su inmensa influencia en el socialismo como plasmación práctica, (y yo aquí no puedo extenderme en este trabajo más de lo debido), sí que quiero consignar el centro neurálgico en el que me parece radicar uno de los errores de la economía marxista. Es la teoría del valor. Parece querer decirnos en todos sus textos, si yo no estoy equivocado, que todo aquello a lo que se le asigna un valor, lo es exclusivamente (esencia del valor) por el tiempo empleado en su producción.
¿Y si se le diera la vuelta del revés a este aserto? A cero tiempo, cero valor. ¿Qué podría decirse, entonces, de la producción intelectual? ¿Por las horas de trabajo? ¿Por el rendimiento de su producto? ¿Por el objetivo de una investigación? (Dejo aquí esto para la polémica).

GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)

GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
José Luis Gómez Fernández

Advertencia sobre esta 6ª entrega de la Guerra Civil :
La atención histórica que puede prestarse a este capítulo es de lo más variada. Abarcaría desde aspectos políticos y religiosos hasta propagandísticos o de repercusión internacional, no excluyendo los propiamente bélicos o estratégicos.
La descomposición de este espectro me llevaría, por sí solo, más de otros tres meses en sucesivas entregas periódicas, lo que haría aburrida su lectura, además de inútil para muchos, que disponen hoy, en estos últimos años, de tratados amenos y bien documentados al alcance de todo el mundo.
Señalo a continuación, por su imparcialidad, la Historia militar de la Guerra Civil española, de J. Blázquez Miguel, Madrid, 2004-2008, en 6 Vols.
A continuación, me limito a reproducir el pensamiento de un hispanista de reconocido prestigio, como es Stanley G. Payne, en su último libro sobre cuestiones históricas, ¿POR QUÉ LA REPÚBLICA PERDIÓ LA GUERRA ? , en Espasa Libros, 2010-2011, www.espasa.com
Fragmento de Por qué la República perdió la guerra

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CAUSAS DE LA DERROTA REPUBLICANA
La derrota excitó amargas reflexiones en una buena parte de los republicanos; la mayoría eran excusas, y solo algunas tenían un carácter relativamente objetivo. Casi todos los republicanos preferían atribuir la victoria de Franco a la intervención del Eje y a la mayor potencia de sus Fuerzas Armadas, aunque otros evaluaron la situación con más claridad: hubo quien puso el acento en la desunión de la izquierda, así como en la desastrosa dirección de los partidos que la representaban 1. Aunque el resultado de la guerra ya era definitivo, la cuestión de la derrota no se resolvió y las dudas respecto a los errores republicanos, sus debilidades o excesos, se han mantenido como problemas históricos relevantes 2. Los factores que explican la derrota republicana pueden sintetizarse analíticamente en torno a una serie de temas clave. Algunos de los problemas son anteriores a la Guerra Civil , comenzando por el error de no intentar evitar el conflicto.
MIOPÍA DEL CÁLCULO BÉLICO

Desde el mismo comienzo del gobierno de la República , los líderes de los partidos republicanos se equivocaron a la hora de evaluar el alcance de la oposición a sus proyectos y a su forma de gobernar. Creyeron que el país había cambiado enormemente durante los últimos años, cuando España vivió una modernización acelerada, aproximadamente de 1910 a 1930, pero exageraron las dimensiones de ese cambio y malinterpretaron el carácter del mismo. Creyeron que tendrían que vérselas con una sociedad que había sufrido una transformación casi absoluta y que se mostraría a su favor con absoluta claridad. Durante las últimas décadas, las clases medias se habían expandido, en lugar de contraerse, y fueron estos sectores de las clases medias en expansión los que proporcionarían la mayor oposición a la izquierda, si bien es cierto que una parte de esas clases medias sí apoyaba a la izquierda moderada.Desde noviembre de 1933 los dirigentes de la izquierda se decantaron por la polarización de una manera precipitada e imprudente, sobrevalorando su propia fuerza e infravalorando la de sus adversarios. El principal error fue el de suponer que el país podía gobernarse en exclusiva desde la izquierda en un régimen parlamentario y que la oposición de la derecha se había debilitado radicalmente tras los citados cambios históricos.
LA REPÚBLICA NO FUE DEMOCRÁTICA


Aunque, si se observa el proceso con perspectiva histórica, es evidente que el proceso revolucionario se inició en 1931, la República no se instauró como un régimen revolucionario, sino como una democracia liberal. Los dirigentes de la izquierda republicana y los socialistas creían que, debido a los recientes cambios en la sociedad española, siempre podrían ganar las elecciones; sin embargo, dadas las políticas que llevaron a cabo, ese no fue el caso. Para la izquierda, la democracia no era un objetivo -esto es, la confianza en un sistema de reglas fijas y con resultados inciertos-, sino, simplemente, uno de los medios por los que se podría ratificar su propia «hiperlegitimación» y su supuesto derecho a permanecer en el poder. El resultado fue un juicio erróneo, unos análisis equivocados y unas políticas fallidas. Ante todos esos fracasos, por supuesto, la alternativa fue la política de la violencia, que se puso en práctica reiteradamente en las cinco insurrecciones revolucionarias que se dieron entre diciembre de 1930 y octubre de 1934. El absoluto fracaso de estas algaradas significó que, aunque la política de la violencia nunca fue rechazada de manera expresa hasta después de haber perdido la Guerra Civil , fue necesario volver a una estrategia electoral en 1935 y 1936. Fue más el resultado de la desesperación que de una convicción, y la izquierda la puso en marcha sin convicción y sin compromiso. En ese momento, una vez más, parece que el análisis erróneo de la situación fue más que evidente.
El país solo podría ser gobernado por una de tres alternativas durante la República , bien por algún gabinete en una democracia centrista y liberal, bien por algún tipo dictadura de la derecha o de la izquierda. La primera opción se desestimó, pero la segunda tampoco se adoptó claramente, lo cual dio como resultado la situación contradictoria e híbrida de 1936.
La incapacidad para aprender de la experiencia fue extraordinaria. En 1936 se repitieron todos los errores del bienio 1931-1932, pero de un modo mucho más extremo, exagerado y multiplicado.
EL FRENTE POPULAR: UNA ALIANZA POLÍTICA TORTICERA

En el sistema político de la República , absolutamente fragmentado, cualquier proyecto político serio dependía de la formación de una alianza. Los líderes de la izquierda republicana siempre lo supieron, aunque no puede decirse lo mismo de los líderes de los movimientos revolucionarios, cuya postura respecto a las alianzas con la izquierda moderada se movía entre la negativa absoluta y la connivencia temporal y oportunista, con pocas excepciones.
Los proyectos políticos de la izquierda moderada y de los revolucionarios eran muy diferentes, tanto que siempre ha resultado muy difícil comprender por qué la izquierda moderada no se alió con el centro democrático, con quien les habría resultado mucho más fácil tratar y con el que, en muchos sentidos, tenían bastante más puntos en común. La respuesta a esta cuestión, por supuesto, guarda relación con la profunda aversión que la izquierda sentía hacia la derecha y con su decisión de llevar a cabo un programa radical de reformas, para lo cual el apoyo de los socialistas parecía, cuando menos, indispensable. El problema fue que la izquierda moderada nunca pudo contar con el total apoyo de los socialistas, lo que significaba que el programa de Azaña no era viable ni a corto ni a largo plazo. La unidad del Frente Popular resultó más perjudicial que beneficiosa, porque estaba basada en la aversión que todos los partidos participantes sentían hacia la derecha; sin embargo, aunque unidos, estos fueron incapaces de diseñar un programa común de gobierno.
El programa del Frente Popular fue solo una plataforma de cara a la campaña electoral, no un plan al que pudiera ceñirse una administración durante la siguiente legislatura. No obstante, la Guerra Civil cimentó esta nociva unidad, fundamentándose en la citada oposición común al «fascismo»; en todo caso, el problema de un programa único de gobierno continuó siendo irresoluble, dados los términos en los que se planteaba: eso habría sido tanto como resolver la cuadratura del círculo.
Así pues, el Gobierno del Frente Popular se convirtió en una especie de contradictio in terminis, y aunque hubo uno desde septiembre de 1936 hasta marzo de 1939, sus políticas en algunos sectores cambiaron drásticamente a lo largo de ese período.

EL SOCIALISMO ESPAÑOL

De todos los grandes partidos socialistas europeos de la época, el PSOE era el más contradictorio y el más dividido. Solo una pequeña minoría moderada y democrática, la liderada por Julián Besteiro, mantenía ideas políticas coherentes y razonadas. El llamado «centro» que seguía a Indalecio Prieto no proponía políticas uniformes, sino que daba bandazos de un lado a otro, y siempre de modo oportunista.
Desde 1933, y dirigido por la mayoría liderada por Largo Caballero, el PSOE desarrolló políticas inflexibles y sin concesiones, pero de tal extremismo que resultaban tan impracticables como autodestructivas.
En países como Alemania y Francia, los partidos socialistas intentaron defender la democracia, y pagaron un alto precio por ello, sobre todo en Alemania, mientras que en España el Partido Socialista se convirtió en uno de los principales obstáculos para la democracia.

LAS ELECCIONES DEL 36 Y EL FRENTE POPULAR

_LAS ELECCIONES DEL 36 Y EL FRENTE POPULAR

La ambigüedad del gobierno presidido por Alcalá Zamora, del 33 al 36, jugando a debilidad con las izquierdas, como demostró entregando el poder a Chapaprieta, un centrista independiente (pero que no olía a filas católicas), y luego a Portela Valladares, del partido liberal, (todo ello para que Gil Robles no asomara la cabeza en la formación del gobierno, a pesar de haber sido el jefe del partido más votado), lleva al error de convocar elecciones en 1936 que, a todas luces, se iba a convertir en un plebiscito entre derechas e izquierdas.

Estas elecciones, del 16 de febrero de 1936, no hacen más que empeorar las cosas. El Frente popular, fruto de un pacto entre Prieto, Largo Caballero y partidos izquierdistas (comunistas, leninistas-partido obrero unificado marxista (POUM), sindicalistas de Ángel Pestaña), no podía prosperar. Las intenciones aviesas de Largo Caballero y sus secuaces, los socialistas, lo que buscaban era un republicanismo de izquierdas sin resquicio posible para la derecha, y una amnistía generalizada para todos los criminales encarcelados. ¡Vamos! Similar a lo que pide hoy Eta en sus comunicados: amnistía general para todos los encarcelados.

El resultado de las elecciones fue favorable a esa coalición con un 60%. Prescindo de más datos, que pueden consultarse en el libro, 2 Vols. “Las elecciones del Frente Popular”, de Javier Tusell, Madrid, Alianza EDT. 1971, quien ha estudiado pormenorizadamente, quizá más que ningún otro, los resultados de estas elecciones, aunque el único periódico que los dio por provincias en esos días de febrero fuera el periódico católico El Debate.

Aunque el proceso electoral se condujo dentro de límites razonables para aquél entonces, fue asesinada media docena de personas y varios heridos en distintos lugares del país con incendio de iglesias y conventos en la misma noche del 16 de febrero de 1936 con la connivencia de los gobernadores provinciales que no actuaron para poner orden y detener los disturbios que estaban entorpeciendo incluso el recuento de votos.
Estos acontecimientos eran de tal calado que Gil Robles al día siguiente, día 17 de febrero, pidió al gobierno de Portela la ley marcial, negándose éste a ello, sin aludir más razón que el miedo, y, (como dirían hoy nuestros gobernantes socialistas el día de reflexión en las elecciones del 22 de marzo, tomada La Puerta del Sol por el 15-M), para evitar males mayores. Vamos a ver qué siguen diciendo el 19 de noviembre, día de reflexión en las elecciones del 20-N ante el nuevo desafío de ese 15-M de tomar la Puerta del Sol.
Esto sólo como inciso y correspondencia con fechas de la historia, que están ahí.
A trancas y barrancas, la ley marcial se declaró oficialmente a las pocas semanas, pero entonces el jefe del Estado Mayor, a la sazón Francisco Franco, exigió al primer ministro Portela que pusiera el decreto de la ley marcial en vigor. Éste se niega, y, para más INRI, le pide que, de llevarse a efecto, sea el propio ejército quien cargue con todas las responsabilidades. A lo que Franco se negó, y el Gobierno de Alcalá Zamora, en pleno, dimitió el 19 de febrero, y se constituyó un nuevo gobierno con Azaña, quien lo primero que hizo fue depurar el ejército con nuevos oficiales de izquierda por toda España con grandes sospechas de manipulación de los resultados electorales (porque los registros aún no estaban cerrados a esa fecha).
De todos modos, me acuerdo haber leído en la prensa hace un par de años que los diarios de Alcalá Zamora, depositados en el Archivo Histórico Nacional, están aún sin clasificar, y ahí estarán sin duda anotadas las irregularidades a las que me refiero.
A este respecto me acaba de llegar, a través de Facebook, los siguientes comunicados de otros tantos Medios.
(http://www.tiempodehoy.com/espana/los-diarios-perdidos-de-alcala-zamora2) Tiempo saca a la luz los archivos del presidente de la Segunda República entre 1931 y 1936, robados al inicio de la Guerra Civil y que aparecieron en Valencia a finales de 2008. Unos documentos en los que se detallan varios intentos de sublevación antes del golpe de Estado del 18 de julio.

· Cultura retiene los diarios de Alcalá-Zamora pese a admitir que son privados
12 JUN 2010 Juan E. Pflüger.
El ministerio niega los papeles a sus herederos aunque son los receptores universales de sus bienes. Los funcionarios de la Memoria Histórica no aprueban su publicación.
http://laopiniondelcuco.blogcindario.com/2010/07/00770-alcala-zamora-las-memorias-del-crispador.html
Como aficionado a la Historia , he seguido el culebrón relativo a los diarios del primer Presidente de la II República -Niceto Alcalá-Zamora- desde el mismo inicio del mismo, es decir, desde aquel día de 1936 en el que el conjunto de ladrones y asesinos que conformaba el Gobierno de la II República asaltó la caja de seguridad de Credit-Lyonnays en Madrid en la que los guardaba.
Poco pudo hacer D. Niceto para evitarlo, ya que se encontraba en la seguridad del exilio, que era el mejor lugar en el que podía estar un derechista liberal y monárquico reconvertido que dejó como fruto de sus cinco años de intrigas, trapisondas, complejos y desempeño aventurero de la máxima magistratura del Estado un Gobierno del Frente Popular cuya primera decisión fue desposeerle del cargo.
El caso es que, salvo algunos pequeños fragmentos de sus diarios aireados durante la guerra en la prensa republicana, sus papeles desaparecieron por completo al acabar la contienda. Hasta diciembre de 2008. En ese mes, el historiador César Vidal recibe una oferta para comprar los susodichos diarios, al parecer de algún descendiente de Mariano Soria Giner -poseedor de los papeles desde 1941 pero que niega haber sido el ladrón de los mismos. Con la misma, Vidal llama a la Guardia Civil , que detiene a los vendedores en el hotel en el que habían quedado con él para cerrar el trato e incauta los documentos poniéndolos a disposición del Ministerio de Cultura. A partir de aquí, todo era cuestión de devolver dichos papeles a sus propietarios: Los descendientes de Alcalá-Zamora.
Solo que no. Que esto no es lo que está ocurriendo, ni lo que el Ministerio de Cultura tiene intención de permitir que ocurra. El Departamento de Ángeles González-Sinde ha decidido no devolver los diarios a sus legítimos propietarios ni tampoco hacerlos públicos en el Archivo de Salamanca. Las informaciones del diario Público, aun tendenciosas, nos dejan entrever muy claramente el intencionado lío creado por el Ministerio llegando al extremo de plantearse el ofrecer una compensación a los ladrones por haber guardado los documentos todos estos años lo cual es -no me digan que no- el colmo de los colmos.
Así pues, el Ministerio de Cultura quiere evitar la publicación de los diarios de Alcalá-Zamora. ¿Porqué? "Porque podrían crispar". Alucinante argumento histórico y democrático para justificar un injustificable intento de ejercer la censura sobre determinados episodios, políticamente incorrectísimos, de la formación, el desarrollo y el fin de la II República.
Los cuatro artículos publicados por César Vidal a propósito del contenido de los papeles del ex-Jefe de Estado (a los que debió tener acceso en algún momento en el transcurso de la operación de compra-venta de los mismos) no dejan lugar a dudas sobre al menos dos hechos de importante calado para la historiografía republicana, a saber:
1) La Revolución de Asturias en 1934, intento de golpe de estado en toda regla orquestado desde el PSOE.
2) Las elecciones de Febrero de 1936, pucherazo absoluto del que saldría el ilegítimo gobierno frentepopulista que decidió, pura y simplemente suprimir política, social e incluso físicamente a la mitad del país.
En la visión de Alcalá-Zamora sobre estos dos incidentes se resume la presunta "crispación" que la publicación de sus diarios podría generar, que no es otra que la caída de ese imbécil mito de una II República idílica que ve interrumpido su normal funcionamiento por el alzamiento de unos militares fascistas y unos clérigos carcas. Lo que está haciendo el Gobierno de Zapatero con los diarios de Alcalá-Zamora es lo normal y lo lógico en quien se considera heredero legítimo de quienes originalmente los robaron: Tratar de hurtarlos a toda costa del conocimiento público.
Y la única explicación posible para este vergonzoso intento es que los papeles de quien fuera Jefe de Estado entre diciembre de 1931 y Abril de 1936 suponen un vivísimo retrato de la mediocridad, la perversidad, el latrocinio, las intenciones y las acciones de los partidos, personas y organizaciones que controlaron la II República. Retrato pintado, además, por el Presidente de la misma quien -para colmo de males- tuvo claro desde el primer momento que sus papeles habían sido robados por orden directa de Santiago Carrillo.
¿Crispación? Y un cuerno. Salvo que "crispación" sea el nuevo sinónimo que los mediocres usan para evitar nombrar el miedo. O la vergüenza torera. La buena noticia es que aunque Alfonso Guerra mató a Montesquieu hace ya unos años, todavía hay jueces en Madrid. Terminaremos leyendo los papeles de "El Botas". Al menos, los que el puñado de neomilicianos de La Moncloa no pasen por la trituradora. Al tiempo.



Continúo donde lo dejé más arriba: recuento de votos del Frente Popular.
Sea como fuere, el día uno de marzo se procede a una segunda vuelta en la que el Partido Popular obtiene mayoría.


Forma Parlamento y nuevas Cortes, con una Comisión de Actas que revisa los resultados electorales sin ningún escrúpulo (anulando los de Cuenca y Granada, feudos de la derecha).
Total, que uno de aquí, dos de allí, diez de más allá, el caso fue que el Frente Popular sumó 32 escaños más, lo que les permitía dos tercios de la Cámara suficientes para reformar la Constitución , que era lo que buscaban para hacerse con todo el poder.
Ante este estado de cosas los historiadores parecen haberse puesto de acuerdo para tildarlo de “situación prerrevolucionaria”, (J. Tusell, citado más arriba, “ la II República nunca fue democrática”)
El levantamiento del 18 de julio de 1936 no fue contra la democracia, porque no había tal democracia, más bien, habría que afirmar que fue contra el complot de Azaña y sus correligionarios revolucionarios marxistas, Araquistáin, teórico y procaballerista, Maurín (líder del POUM), la FAI _CNT (Congreso de Zaragoza en mayo de 1936) que abogaban por una guerra corta y rápida en la que ellos ganarían e implantarían, como dice Josep Pla, (el primer historiador de la República ), el “kerenskismo ideológico” de Azaña, es decir, controlar la revolución de una vez por todas.
Santiago Carrillo, (líder de las Juntas Socialistas Unificadas, que agrupaba también a las Juventudes Comunistas), se inclina también en esos días, mimetizando el éxito de la Unión Soviética , por una guerra que les traería también a ellos el éxito revolucionario.
Dicho esto, habría que añadir algún cabo suelto que cerrase este período álgido de 5 meses. Mencionemos a Casares Quiroga, a Claudio Sánchez Albornoz, Miguel Maura, uno de los fundadores de la República , (que era hijo de D. Antonio Maura, a quien la Semana Trágica de Barcelona le acarreó la muerte política, en 1909, no levantando cabeza y decepcionado hasta su muerte definitiva aquí en Torrelodones (Madrid) en 1925), o Felipe Sánchez Román, abogado y profesor, que lideraba un minúsculo partido llamado Partido Nacional Republicano y otro de los fundadores de la República.
Todos ellos habrían propuesto fórmulas para salir de aquel hervidero de pistoleros y de desórdenes públicos del Frente Popular sin conseguirlo, por el empecinamiento de Azaña, (desde mayo, Presidente de la República ), quien intuía que si se rompía la unidad del Frente se acabaría con el proyecto republicano que llevaba en la cabeza como razón política.
Y lo que sucedió después, fue algo demasiado conocido, que el 18 de julio ya era una fecha demasiado tardía para solventar aquella situación.
Y, precipitadamente, se le encarga a Diego Martínez Barrio, presidente de las Cortes y jefe de Unión Republicana, formar un nuevo Gobierno, sin la menor relevancia, y el mismo 19 de julio José Giral, con nueva responsabilidad de gobierno, distribuye armas entre las organizaciones revolucionarias, (paramilitares), dando así por liquidada la República parlamentaria y anunciando una guerra civil cuyas consecuencias nadie se paró a pensar.

(continuación: LA GUERRA CIVIL )
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POLÍTICA EN EL REINADO DE ALFONSO XIII

José Luis Gómez Fernández

De hecho en 1902 comienza el reinado de Alfonso XIII a los dieciséis años de edad, y ante aquella atmósfera de pesadumbre por la catástrofe de la guerra frente a Norteamérica, la conciencia que inunda al país en esos momentos es la de regeneración.
En su Diario, a esa temprana edad, queda reflejado lo siguiente:
“En este año me encargaré de las riendas del Estado, acto de suma trascendencia tal y como están las cosas, porque de mí depende si ha de quedar en España la Monarquía borbónica o la República ”
El espíritu regeneracionista, representado por Cánovas del Castillo en tantas intervenciones frente a los pronunciamientos militares y el fraude electoral de los caciques locales, trae paz y prosperidad, pero sin desaparecer por completo el temor de alguna conmoción social venida de manos anarquistas.
Cánovas es asesinado en 1897, y Sagasta muere en 1903 en pleno reinado de Alfonso XIII.
Maura y Canalejas aparecen en escena como dos hombres de Estado en los que se pone la esperanza de la regeneración deseada. Pero el primero muere en al semana trágica de Barcelona de 1909, y Canalejas es asesinado a manos de otro anarquista en 1912.
La Semana Trágica de Barcelona, causada por el malestar de los reservistas enviados a Marruecos en el conflicto de las tribus rifeñas en sus ataques a Ceuta y Melilla, llega a su punto más álgido con motivo del desastre del “barranco del Lobo”.
Cataluña, que había padecido en sus propias carnes ese reclutamiento de reservistas vinculados al batallón de Cazadores de Barcelona, une este malestar a una sensación de maltrecha política central que pierde guerras allí donde va, y es entonces cuando se enciende con gran virulencia la llama del separatismo con algaradas del movimiento obrero anarquista espoleado por Lerroux, cuyas consignas a la juventud son verdaderamente escalofriantes:
…“rebelaos contra todo, entrad a saco en la civilización decadente y miserable…destruid también los templos, acabad con sus dioses, alzad el velo de las novicias y elevadlas a la categoría de madres para civilizar la especie…” (“Biografía de una Nación”, de Manuel Fernández Álvarez).
No es extraño que a estas consignas siguieran altercados de todo tipo con quema de iglesias, asalto de conventos, violaciones y asesinatos perpetrados por la Mano Negra de una asociación anarquista virulenta, autora de la matanza del teatro de la ópera en el Liceo de Barcelona, en la que “en la jornada del 7 de noviembre, un anarquista, apostado en lo alto de la gradería, lanzó sobre el patio de butacas dos bombas que causaron 15 muertos y un número indeterminado de heridos”.
“En 1896, el 7 de junio, también otro anarquista lanza una bomba en la procesión del Corpus Christi con 11 muertos y heridos, entre ellos muchos niños.”
Es inmensa la lista de atentados, de modo que casi en dos décadas mueren 5 presidentes de gobierno con Eduardo Dato en 1921, como represalia, parece ser, por la implantación en Barcelona de la “ley de fugas”.
Ramos Oliveira, historiador republicano, hace balance en su Historia de España de esta época diciendo que la fuerza bruta del Estado se ejerce contra la fuerza del crimen.
Y por si fuera poco, el desastre de Annual, en este mismo año de 1921, acaba con miles de muertos entre las tropas españolas en África.
Los separatismos, catalán, vasco y gallego se acrecientan, y tal vez por el fracaso de los gobiernos de Madrid en todas estas lides, hallándose también implicadas las guerras carlistas como episodios de rebelión contra España.
A finales de siglo, surge un partido catalán: la Lliga de Catalunya, en 1887. Prat de la Riba proclama a Cataluña como una nación, y Cambó, la independencia.
A este respecto, Madariaga comenta:
“Castilla es lenta, espantosamente lenta, pero se mueve al mismo despertar de Cataluña”.
Y Manuel Fernández Álvarez comenta en la obra citada que habría que lamentar hoy que en la expansión del Imperio español no se contara con los catalanes como grandes emprendedores en el comercio y la navegación, y que además el testamento de Isabel la Católica los ignorara por completo.
Sea como fuere, tal vez de aquellos polvos, estos lodos, y el descontento catalán se acumula hasta hoy mismo.
En la década de los años veinte es tal el cúmulo de problemas que cercan el prestigio del Rey, Alfonso XIII, que se cree necesaria la intervención del Ejército en la cabeza de un capitán general de Cataluña, Primo de Rivera, en 1923 que, si bien en un principio tiene como objetivo restaurar el orden ante tanto desconcierto callejero, y manu militari acabar con el terrorismo anarquista y los pistoleros al servicio de la unión empresarial que se habían tomado la justicia por su mano, sin embargo más tarde sustituye el Directorio Militar por uno Civil, que termina en Asamblea Nacional y un partido llamado Unión Nacional con el objeto ahora de perpetuarse en el poder, como si de una evocación del fascismo italiano se tratase.
El problema de Marruecos sigue en pie y en sus manos. El caudillo rifeño Abd-el Krim, que había derrotado a España en Annual, (el llamado “Desastre de Anual”), por sorpresa invade la zona francesa, lo que lleva a Francia ante el temor de lo imprevisto a un acuerdo militar con España para acabar con esa situación imprevisible de una expansión rifeña incontrolada.
Tropas francesas dirigidas por Petain y españolas por Sanjurjo, con el desembarco de Alhucemas de dos soldados españoles, el general Franco al mando de la Legión y Muñoz Grandes al mando de los Regulares, dan por resuelto el conflicto marroquí en 1925.
Primo de Rivera se ve también envuelto por un conflicto universitario reaccionando con el cierre del Ateneo de Madrid y la persecución de intelectuales disconformes con el régimen, como Miguel de Unamuno, desterrado a Fuerteventura y exiliado en Francia.
Fue la época de asociaciones estudiantiles como la FUE , (Federación Universitaria Española).
Tan insostenible era aquella situación que el Rey le exige que presente su dimisión. El caso Berenguer y del almirante Aznar son extremos de descomposición política y de la desconfianza en el Rey, terminando en el Pacto de San Sebastián entre derechas e izquierdas.
Hasta tal punto se manifiesta un clima revolucionario, que se pierde la calma y surge un alzamiento militar en Jaca y en Madrid, en 1930. En Jaca con los capitanes Galán y García Hernández y un teniente Anitua, (los dos primeros fueron fusilados y el otro fugado). En Madrid, Queipo de Llano y el comandante Ramón Franco.
Así las cosas, el 12 de abril de 1931, el gobierno de Aznar convoca elecciones municipales como mero trámite para reforzar la monarquía, y lo que sucedió fue un plebiscito contra el rey. De hecho, como dije más arriba, las elecciones las ganó la monarquía.
El Diario “ABC” en la mañana del 14 de abril dice: “de las urnas salieron 22.150 concejales monárquicos frente a 5.875 republicanos” Pero en las capitales de provincia la cosa cambiaba, y 953 concejales republicanos frente a 602 monárquicos se llevaron el gato al agua, de tal modo que el panorama geográfico de España quedaba así: de 50 ciudades, 9 monárquicas y el resto republicanas. Y para más abundamiento, las 9 provincias eran: Soria, Pamplona, Lugo, Gerona, Cádiz, Burgos, Palma de Mallorca, Ávila y Vitoria.
El resto es ya anecdotario de hemeroteca: “en la mañana del 14 de abril, a las seis de la madrugada, los concejales de Eibar proclaman la República , no tardando en extenderse la noticia por todo el territorio nacional, lo que lleva a Romanones, ministro de Estado, a entrevistarse con el rey. Unas horas más tarde, en casa del Dr. Gregorio Marañón, en Madrid, se decide la salida del monarca”
En Cataluña, Luis Companys, de Esquerra Catalana, y Maciá, presidente del Estat Catalá, anuncian la República.
En la Puerta del Sol, a las 9 de la noche, Alcalá Zamora proclamaba la República por radio a todo el país.
El Rey, preso de su asombro, pronunció estas palabras:
“… habría muchos dispuestos al sacrificio de la vida por mí; pero también habría muchos que no, provocándose una guerra civil y derramamiento de sangre, del que yo no quiero asumir la responsabilidad”
Era el fin del reinado de Alfonso XIII.
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CONVULSIÓN POLÍTICA EN EL MARCO EUROPEO

(PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX)

José Luis Gómez Fernández

Desde la Revolución francesa, parece haberse trazado para la posteridad la línea de los adeptos al Antiguo Régimen y los liberales que ansían derroteros nuevos y aventuras políticas de nuevo cuño.
De un modo generalizado planea sobre Europa un sentimiento de toma de conciencia de la necesidad de rebelión ante los hechos presenciales de una economía en bancarrota y unas divisiones políticas que auguran el desconcierto y la inseguridad ciudadana.
El anarquismo y el socialismo están al acecho de ser los primeros protagonistas de las disensiones políticas y sociales.
Tengamos en cuenta que la aparición de innovaciones tecnológicas arrastra consigo una convergencia de ideas nuevas que, a su vez, implica la conciencia de la necesidad de transformación ideológica, cultural y mediática.
Si a este clima se une el sentimiento nacionalista y la competitividad entre los pueblos, se explica la convulsión en Europa y Rusia, como quedó de
Manifiesto en 1905 con una revolución fallida al igual que en Rumanía con la revuelta campesina, o en Grecia con la rebelión de los militares, o en Portugal con el derrocamiento de la monarquía.
En Alemania, por otra parte, temerosa, después de la Primera Guerra Mundial, de aquellos países que, como el Reino Unido, Francia o Rusia, podían socavar su industria armamentística, se alienta la estrategia de división interna creando temor y tensión en toda Europa, cuyas consecuencias bélicas más inmediatas se ciernen sobre Armenia por el Imperio Otomano con un millón de muertos.

En 1917 triunfa la Revolución rusa a pesar de la resistencia de los blancos frente a los rojos o bolcheviques (comunistas), pero es tal el despliegue del Ejército Rojo que, envalentonado, invade Polonia con la intención de adentrarse en toda Europa y el interior de Rusia con su enorme territorio y múltiples nacionalidades, donde se libran batallas y guerras civiles frente a una masa campesina analfabeta que sólo clama por vivir en paz cultivando sus tierras en propiedad, hasta que, con golpes de fuerza, ya en 1922-23, los comunistas se hacen con casi todo el territorio reorganizando ese país como Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Así las cosas, y con el hundimiento de Alemania y el Imperio austro-húngaro, tras la Primera Guerra Mundial, la situación política, social y económica discurre en declive hasta la República de Weimar que detiene la sublevación de obreros radicales del Partido Comunista de Alemania, que de otro modo se habría adelantado una conmoción mucho más grave en toda Europa con levantamientos revolucionarios destructivos para la economía y el entendimiento político en una situación así.
El hecho, sin embargo, al que se asistió fue que las dos únicas repúblicas que hacen de muros de contención al avance revolucionario, son la de Weimar en Alemania y la tercera República en Francia de 1871.


En Italia, por una parte, el Partido Socialista, llamado maximalista, muestra su faz revolucionaria como Partido Nacionalista Fascista con un personaje como Benito Mussolini, salido de las filas socialistas italianas. Por otra parte, está al acecho un Lenin vigilante y agazapado detrás de la idea de guerra civil internacional con la intención de proclamar la Dictadura del Proletariado, y cuyas consecuencias son de todos conocidas: es decir, las derechas reaccionan y se unen en un solo bloque contra el comunismo.

La depresión de 1930 con la crisis social que generó junto a un creciente desempleo, hace que el Parlamento no sirva para nada y que los movimientos de masas inunden de algaradas las calles, mientras que, con este caldo de cultivo, Hitler en 1933 se hace con el poder como canciller y absoluto jefe de una coalición de varios partidos o tendencias políticas. La violencia generalizada estaba servida en Europa.

Mientras tanto, ¿qué ocurría en nuestra España?

En España la huelga general de 1917, convocada por los socialistas, estaba demasiado presente como para no tomar precaución frente al temor de una nueva sacudida similar, en zonas industriales, con amenaza del anarcosindicalismo de la CNT (Confederación General de Trabajadores), como espada de Damocles que pendía en todas las algaradas.
La Nación, social y políticamente, se mantenía en el filo de la navaja. La riqueza se hallaba concentrada en pocas manos. Ahí está el recuento de los latifundios: Duques de Medinaceli, Medina Sidonia, los Duque de Alba, con miles de hectáreas en Córdoba, Sevilla, Almería &c.
La influencia de la Iglesia es enorme, con múltiples predios a su cargo, aún después de la desamortización de Mendizábal y de Madoz en los años treinta y cincuenta del siglo diecinueve.
El Ejército, sumamente inflado de generales y oficiales, está a la que salta.

Esto, unido al conflicto que manteníamos con el Protectorado español del Norte de Marruecos, más el “expediente Picasso” por corrupción de tráfico de armas, mueve a D. Miguel Primo de Rivera, capitán general de Barcelona, a prevenir acontecimientos desagradables que pudieran producirse de inmediato, y se impone como dictador, en septiembre de 1923 hasta 1930, bajo la tutela de Alfonso XIII y el parabién de los socialistas (Largo Caballero se integró en el gobierno del dictador) con el consiguiente desgobierno y la paralización de las Instituciones, (ya que de hecho el Rey infringe la constitución de 1876, que estaba en vigor, y firma de algún modo el acta de defunción de la propia monarquía).
A la vista de los hechos consumados, bien pudiera certificarse como cierta aquella anécdota que todos hemos leído en los manuales de historia: “ la República la trajeron los monárquicos y la perdieron los republicanos”.

Con lo cual, ya a partir de 1930 la monarquía no se sostiene. Las elecciones se retrasan unos meses, y la descomposición del régimen es a todas luces irrecuperable, (por razones varias, entre ellas un cambio biológico generacional, una juventud sociológicamente al pairo, que parece no enterarse de nada, y la ineptitud de los políticos, incluido el rey).
El 12 de abril de 1931, las elecciones, (que ganan los monárquicos en las zonas rurales, y las pierden en las grandes ciudades que era donde estaba el cotarro de los republicanos), precipitan los acontecimientos, y los republicanos se echan a la calle tumultuosamente proclamando la República en buena parte de las provincias españolas, (con un Largo Caballero, socialista, como líder extremista radical, no sin mencionar los precedentes conocidos de Jaca en 1930 con una revuelta militar propiciada por el socialismo con violencia y saltándose la legalidad).

La historia enseña, pero, a veces, le falta un mínimo pudor para aprender de la realidad, y, entonces, la ciega y no quiere ver. Esto es lo que pasó entre tanta alternativa política que se daba en el abanico de posibilidades: se contaba con una democracia liberal, una república radical de izquierda, una coalición católica, un socialismo revolucionario, y una república popular.
Con todo y la depresión del 30, aún se respira una atmósfera de euforia, al comenzar la década, y de esperanza en la consecución económica, social, cultural y política.
No obstante, esta sensación eufórica se disuelve entre una coalición de fuerzas heterogéneas, como izquierda republicana, partido republicano Radical y el socialismo.

¿Por qué sucede esto? Tal vez porque cada grupo lleva intenciones aviesas. Manuel Azaña, por ejemplo, de izquierda republicana, lleva en su proyecto, como objetivo prioritario, la abolición de la Iglesia y de todo resquicio tradicional-conservador, al que se unen enseguida los socialistas con el ideario del materialismo histórico marxista décimo-nónico.