jueves, 2 de febrero de 2012

CIENCIA Y CREENCIA

José Luis Gómez Fernández

Si entre la gente que camina por la calle se preguntara a uno cualquiera, al azar ¿qué es la ciencia para ti? Nos respondería que es investigar sobre las enfermedades extrañas (del cáncer por ejemplo o la leucemia), explorar eso que llaman el ADN, (que han oído hablar por las películas o saben por las novelas de intriga o policíacas) o volar por el universo en naves espaciales en busca de otros seres extraterrestres o cosas así, apelando sin saberlo a la biología o medicina, a la física o la alta tecnología.
Si preguntamos ahora a un ingeniero o a un historiador, un sociólogo o un agricultor, ¿se imaginan en qué aprieto podríamos ponerlos?
A la pregunta ¿qué es la ciencia? no es tan sencillo responder, porque, de entrada, se trata de una pregunta filosófica de gran calado.
La ciencia es una idea, no algo que está ahí a la mano y se puede tocar o coger como un trozo de papel en blanco.
La ciencia, al ser una idea, nos compromete a saber ¿qué es una idea?
Una idea es el resultado de un conglomerado de conceptos que han servido al hombre para manipular y transformar su entorno, ampliarlo y producir el mundo cultural. No hay ninguna acción u operación del hombre en la escala tecnológica que no haya afectado al mundo tal como le concebimos hoy. Nuestro mundo lo hemos creado nosotros con nuestra cultura, la que haya sido, y hemos contribuido a modificarlo tal como nos lo encontramos delante de nuestros ojos. No es raro oír aquí y allá “cómo ha cambiado esto”, ya no lo conocería nadie de nuestros antepasados, y eso en todos los órdenes, desde el geográfico al de las relaciones humanas, ambientales o morales.
Desde Newton se sabe que la mecánica celeste se rige por parámetros de gravitación universal, pero desde hace bien poco sabemos también que la vida en la tierra puede desaparecer de un plumazo, y que los gases industriales de la avanzada tecnología con la emisión de los fluorclorocarbonados afectan a la capa de ozono y pueden alterar gravemente el sistema climático. Recientemente hemos sido afectados en las redes de propagación de Internet por unas inmensas irradiaciones solares que los científicos atribuyen no tanto a agentes internos como externos.
Cuando una simple piedra pasa a ser un hacha de sílex ha florecido un concepto, pero cuando ese mundo trasformado por las técnicas se hace más apacible y habitable, ha nacido una idea, la del mundo entorno que desborda los anteriores y los envuelve con perspectivas de ensanchar y agrandar su status de homo habilis u homo sapiens.
La idea de ciencia configurada a partir de los conceptos tecnológicos se halla modulada en muy diferentes acepciones, desde el “saber hacer” del arte (técnico) al “saber de la prudencia”, (saber político) o al “saber comportarse” (ética) o incluso al “sapere aude” de Kant aludiendo a “saber saborear la cultura”.
Ahora bien, cuando la idea de ciencia pasa a formar parte troncal de una Escuela nos hallamos con la ciencia concebida por Aristóteles y generalizada por los escolásticos dando lugar a sistemas de proposiciones ordenadas hacia una conclusión (de ahí aquel dicho clásico que ha quedado en la memoria: scientia est conclusionis), como si de primeros principios se tratara, aplicados específicamente a la Geometría, a la Física aristotélica, a la Metafísica, a la Teología Dogmática y también a la doctrina jurídica ( el jus naturalis), de tal modo que podría afirmarse que hasta el siglo XVI aquellos primeros principios asentados por Aristóteles eran inconmovibles en cuanto que, o pertenecían a la Lógica de Aristóteles (Segundos Analíticos) o pertenecían a la Naturaleza (creación ex nihilo del Creador; ahí se fundamentaría el concepto de Derecho Natural, el Jus naturalis) o pertenecían a la Revelación (El Libro Sagrado) y no se podían poner en tela de juicio.
Al aparecer la época moderna europea con Galileo o Newton las cosas cambian con los principios de la revolución industrial sustituyendo los talleres por laboratorios. Nacen así las ciencias positivas de carácter universal, es decir, ya no se restringen a mundos específicos, sea el mundo cristiano o el mundo musulmán, sino que abarcan al mundo científico por antonomasia sin restricción, con sus instituciones, sus asociaciones científicas, congresos &c. hasta nuestros días.
Ahora bien, como los conceptos y las ideas se entretejen formando una urdimbre inaplazable y recubierta por nuevas disciplinas, nacen nuevas ciencias (las Ciencias Humanas) apareciendo Facultades de Ciencias Históricas, Ciencias de la Información, Ciencias Políticas, Ciencias de la Educación, Ciencias Sociológicas, Psicológicas, Ciencias Económicas y Empresariales &c. lo que nos lleva de nuevo a plantearnos el problema filosófico de su justificación: ¿son realmente verdaderas ciencias?
El análisis aún hoy no está cerrado. La razón operativa con la que se aplica el análisis de las ciencias duras (la Física, la Biología, la Matemática) está cifrada en la independencia del sujeto operatorio, (por ejemplo, nosotros no intervenimos en la ley de la gravedad).

Sin embargo en las ciencias humanas queda implicado el sujeto en las operaciones de estas ciencias (por ejemplo, el hombre en las ciencias de la educación se implica en el propio concepto de educar, ¿quién le educó a él? &c.
La forma de proceder de la razón es distinta en la ciencia y en la filosofía. En la ciencia se procede materialmente mediante términos (las lajas de sílex), operaciones (el desbastado de la piedra) y las relaciones (las proporciones de ejecución) por hablar de las primeras tecnologías que dieron lugar a la ciencia, pero podíamos poner muchos más ejemplos.
La filosofía procede dialécticamente haciendo aparecer las contradicciones internas en el desarrollo de la construcción de esas ciencias humanas por hallarse implicado el propio hombre en su constitución. Es el problema planteado por el Protágoras de Platón: si el hombre es susceptible de ser educado, ¿quién podrá hacerlo sino quien ya es hombre educado, y éste ¿por quién?, porque si es por “naturaleza”, nadie puede ser educado.
Por otra parte, las ciencias humanas para mantener su status de fiabilidad han de recurrir a la Estadística (Matemática). Y ¿entonces?

Todo este relato es un proceder en torno a la idea de “Conocimiento”. Aquí aparece la “Teoría de la Ciencia”

(continuación)

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