sábado, 28 de enero de 2012

el paso del desfiladero de la hermida

El paso del desfiladero de la Hermida

José Luis Gómez Fernández

Se vienen relatando testimonios sobre el Desfiladero verdaderamente escalofriantes unos, como el relatado por Javier Gómez Ruiz, otros, impactantes, como el de Javier Gómez Gómez, otros, sencillamente testimoniales, como el de Cristina Beltrán, Jesús Bea o Alicia Floranes; y yo no puedo quedarme al margen silenciando aquello en lo que, de algún modo, fui también testigo.
En primer lugar, permítaseme un pequeño prolegómeno que nos sitúe en el lugar de los hechos y nos los exalte más allá de la geografía y de la historia que comúnmente tocamos con la yema de los dedos.

Me ha llamado la atención, nada más apareció esta invitación, la magnífica foto aérea que, por sí sola, describe en imagen el impresionante zigzags del río horadando con su intrépido bisturí las entrañas de esas rocas calizas.
Esa imagen me lleva ineludiblemente a reflexionar sobre el tiempo como protagonista del hacer y del deshacer en la vida de las personas y de las cosas.
¿Os habéis parado un momento a pensar que hubo un tiempo en el que no existía río y que Liébana entera era un lago, un inmenso lago que sólo vertía sus aguas por La Cruz de Cabezuela por ser la zona más baja de la cadena de las cumbres?
Bueno, pues eso me lleva a imaginarme las Cuevas de Puente Viesgo, donde la entrada a cada una de ellas (son varias, El Castillo, Las Monedas, La Pasiega, no me acuerdo de todas ahora mismo) tuvo que coincidir con el río Pas a ras del suelo de la entrada.
Fijémonos en el papel que desempeña el agua sobre una roca caliza a lo lago de miles de años.
Sólo a ejemplo de añoranza PRE-histórica (que tal vez otro día podré escribir sobre ello para contribuir a la desmitificación de nuestra tierra por aquello que trajo a colación Jorge Mª Rivero por los años setenta encantando por ese tiempo a D. Desiderio con el mítico título de LIÉBANA, CUNA DE LA HUMANIDAD.
Copio, a título de relación con las Cuevas prehistóricas en toda Cantabria la posibilidad, por la similitud, de haberse localizado también aquí cuevas en estas cumbres y vertientes.

“Al borde del río Pas y a su paso por Puente Viesgo, se alza el Monte Castillo, una elevación caliza de forma cónica que esconde en su interior un intrincado laberinto de cuevas frecuentadas por el hombre durante al menos los últimos 150.000 años.”

Y ahora, brevemente, paso al relato de lo que me sucedió a mí, hace unos 35 años. Pasé en moto, como tantas otras veces, por el Desfiladero, a eso de las 11,30 de la mañana, y en el último puente más próximo a la Hermida en ruta Potes-Panes, percibí en la margen derecha de la calzada unos restos de accidente de automóvil, sin parar a comprobar lo que hubiera podido suceder. Pero ya en Santander, me aclararon que una hora y media antes de pasar yo, se habían desprendido dos enormes rocas, de toneladas, (que pueden apreciarse hoy lógicamente en el río) y habían aplastado literalmente a dos coches con dos familias completas, con padres e hijos, muriendo todos en el acto, menos un niño de unos siete años, de cuyo estado se hizo cargo una familia designada por un juez. A lo largo de los años me interesé por su estado de salud psíquica, al pensar en lo difícil para un niño vivir y evolucionar sin traumas en esas condiciones en plena adolescencia y juventud. Me dijeron: el niño, con ya veinte años, ha muerto. Y aquí, os puedo decir que me desplomé en sollozos y no pude articular palabra alguna. Y de esto no quiero hablar más. Nunca lo conocí, pero es igual, él vive de alguna manera en mi pensamiento.
Finalmente, relato lo que me pasó este último verano dirigiéndome por el mismo Desfiladero hacia Unquera: en una curva cerrada, a la altura de la caseta del pescador, (que así debe llamarse), limítrofe con el camino que baja de Cicera, (yo creo), estaba una Sra. en la margen izq. avisando a cuantos nos dirigíamos hacia abajo para precavernos de unas cuantas piedras que no podíamos visualizar detrás de la curva, y que de no habernos avisado, bien seguro que mi coche (pues yo iba el primero) hubiera quedado totalmente destrozado, parachoques y neumáticos.
¿Qué más se puede decir?

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