ANTRPOLOGÍA DE Scheler
En esta 4ª Conferencia G. Bueno resuelve la cuestión de la
idea de hombre repasando las doctrinas paleontológicas, antropológicas y
metacósmicas (míticas) para aterrizar en una idea asumida por la historia; más
aún, por la historia del pensamiento filosófico remontándose a la política de
Aristóteles de la CIUDAD-ESTADO con el zoom politicón, el animal político y sus
derivadas. No sin antes derribar la teoría de
Linneo con los reinos del IMPERIO
DE LA NATURALEZA: el vegetal, el animal y el hombre dentro de éste, si bien
advirtiendo que el hombre dominará ese imperio. Darwin continúa ese estado
linneano, mediando el transformismo de Lamarck y la adaptación supervivencia
del mejor.
Menciona a Spencer como el que influyó en la “evolución” (de
evolutio del papiro) y origen de las especies de Darwin, siendo así que hay una
larga tradición desde Descartes, Malebrance, hasta Leibniz y Kant, de la que es
difícil salir airoso de la concepción de un reino de la naturaleza y un reino
del espíritu.
Quien más se acerca a dilucidar la cuestión sobre el
“hombre” es, tal vez, Max Scheler, como lo ponen de manifiesto dos obras
fundamentales: “el puesto del hombre en el cosmos” y “la idea del hombre y la
historia”, de cuyas obras voy a seleccionar unos fragmentos a continuación:
Capitulo 1
La primera idea del hombre, idea dominante en los ambientes
deístas (judíos y cristianos), no es un producto de la filosofía y la ciencia,
sino una idea de la fe religiosa, un resultado complejísimo del judaísmo
religioso y sus documentos, sobretodo del antiguo testamento y del evangelio.
El pecado del hombre seducido por un ángel caído, libre e
independiente.
Dentro de este marco judeo-cristiano, pueden evidentemente
manifestar su influencia histórico-filosófica varias antropologías teológicas;
como también esta antropología de la fe cristiano-judaica ha producido una gran
cantidad de exposiciones históricas y perspectivas de la historia universal.
Y este otro: “El pensamiento histórico dominante “del”
hombre, tal como lo formulamos diez veces a diario, procede de una ley genética
muy distinta.
En consecuencia del pensamiento de Dios, ya presupuesto, y
de la doctrina del hombre como imagen y semejanza de Dios”.
Capitulo 3
La tercera ideología sobre el hombre es la de las teorías
“naturalistas”, positivista y también “pragmatista”, todas las cuales quiero
designar con la breve fórmula del homo faber.
Esta doctrina empieza por negar una “facultad racional”
separada, específica en el hombre. No hay entre el hombre y el animal
diferencias de esencia; solo hay diferencias de grado. En el hombre, según esta
teoría actúan los mismos elementos, las mismas fuerzas y leyes que en todos los
demás seres vivos; solo que con consecuencias más complejas. Y esto es cierto
en el sentido físico, en el psíquico y en el “noético”
Toda el alma, todo el espíritu ha de comprenderse por los
instintos y las sensaciones y sus derivados genéticos.
Así, pues, el hombre no es, en primer término, un “ser
racional”, un homo sapiens, sino un ser instintivo.
Capitulo 4
Lo radical de esta nueva antropología y de esta nueva teoría
de la historia consiste en que se coloca en oposición extrema a la creencia
común de toda la antropología, de toda la doctrina histórica usada en
Occidente.
En esta idea existe la una necesaria afirmación a la
decadencia del hombre durante esa llamada “historia”, que dura desde hace diez
mil años.
Esta idea del hombre afirma que la decadencia está en la
esencia misma y origen del “hombre”.
Esta antropología dice que el hombre es un desertor de la
vida, que habiendo exaltado morbosamente el sentimiento de su propio ser, se
vale, para vivir, de meros sucedáneos, sustitutivos de las auténticas funciones
y actividades vitales, capaces de desarrollo; es un viviente que ha desertado
de la vida, de sus valores fundamentales, de sus leyes, de su sentido
“sagrado”, cósmico.
La nueva doctrina, según Theodor Lessing, formula lo
siguiente: el hombre, esto es, un simio fiero que, poco a poco, ha enfermado de
megalomanía, por causa de sus “espíritu”.
Capitulo 5
Esta idea encumbra la conciencia, que el hombre tiene de sí
mismo, a una altura tan escarpada, soberana y vertiginosa, que tampoco se
encuentra en ninguna doctrina conocida. El punto de partida emocional de esta
teoría es el “asco y el rubor doloroso” con que Nietzsche, en Zaratrustra,
caracteriza al hombre, pero que no se produce hasta que se le compara con la
refulgente figura del “superhombre”, del único responsable, presto a asumir
gozoso toda la responsabilidad, del creador, del que da sentido a la tierra,
del único que legitima cuanto llamamos humanidad y pueblo, historia y acontecer
cósmico.
Hasta aquí “la idea del hombre y la historia”.
El siguiente fragmento es de “el puesto del hombre en el
Cosmos”
“Si se pregunta a un europeo culto lo que piensa al oír la
palabra "hombre", casi siempre empezarán a rivalizar en su cabeza
tres círculos de ideas, totalmente inconciliables entre sí. Primero, el círculo
de ideas de la tradición judeocristiana: Adán y Eva, la creación, el Paraíso,
la caída. Segundo, el círculo de ideas de la antigüedad clásica; aquí la
conciencia que el hombre tiene de sí mismo se elevó por primera vez en el mundo
a un concepto de su posición singular mediante la tesis de que el hombre es
hombre porque posee "razón", logos, frónesis, ratio, mens, etc.,
donde logos significa tanto la palabra como la facultad de apresar el
"qué" de todas las cosas. Con esta concepción se enlaza estrechamente
la doctrina de que el universo entero tiene por fondo una "razón"
sobrehumana, de la cual participa el hombre y sólo el hombre entre todos los
seres. El tercer círculo de ideas es el círculo de las ideas forjadas por la
ciencia moderna de la naturaleza y por la psicología genética y que se han
hecho tradicionales también hace mucho tiempo; según estas ideas, el hombre
sería un producto final y muy tardío de la evolución del planeta Tierra, un ser
que sólo se distinguiría de sus precursores en el reino animal por el grado de
complicación con que se combinarían en él energía y facultades que en sí ya
existen en la naturaleza infrahumana. Esos tres círculos de ideas carecen entre
sí de toda unidad. Poseemos, pues, una antropología científica, otra
filosófica y otra teológica, que no se preocupan una de otra. Pero no
poseemos una idea unitaria del hombre. Por otra parte, la multitud siempre
creciente de ciencias especiales que se ocupan del hombre, ocultan la
esencia de éste mucho más de lo que la iluminan, por valiosas que sean.
Si se considera, además, que los tres citados círculos de ideas tradicionales
están hoy fuertemente quebrantados, y de un modo muy especial la solución
darwinista al problema del origen del hombre, cabe decir que en ninguna época
de la historia ha resultado el hombre tan problemático para sí mismo como
en la actualidad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario