viernes, 3 de agosto de 2012

BEATO DE LIÉBANA Y LOS “BEATOS” (1ª parte)

Soy consciente de que sobre este tema casi todo el mundo dispone de información más o menos documentada, además de una exposición permanente en Potes.

Pero la justificación de traer aquí este tema se hizo más imperiosa por el episodio, aireado por todos los medios de comunicación, del códice Calixtino del siglo XII desaparecido y encontrado recientemente.

Si a esto añadimos que, habiendo yo aludido al Beato de Liébana solo de pasada en mi anterior colaboración sobre LA EXPANSIÓN DEL CRISTIANISMO…, tuve petición expresa de algunas personas, entre las que no puedo dejar de citar, por su extraordinaria colaboración poética de gran calidad, a Crucita Torre, quien, al leer mi último escrito, lamentaba que no me hubiera referido más ampliamente a Beato de Liébana.

Como digo, la inmensa mayoría está al tanto del tema, aunque no sea más que por haberlo oído y visto mil veces en vídeos y exposiciones. Por lo que me voy a ceñir a simplificar aquel aspecto que tal vez la gente ignore por no haberse detenido a reparar, y que es el núcleo central del COMENTARIO AL APOCALIPSIS DE BEATO DE LIÉBANA y, por ende, de los BEATOS.

La España medieval en pleno siglo VIII necesitó sacudir el miedo a la invasión musulmana sacando a la luz (hoy diríamos, a los medios de comunicación) textos bíblicos trepidantes que se encontraban en el Apocalipsis de S. Juan, un texto de los años 90-95, no tan lejos de la muerte de Cristo. En ellos se basan los Comentarios del Apocalipsis de El Beato de Liébana.

De la biografía del Beato nada propiamente se sabe sino que fue abad del Monasterio de Santo Toribio y que allí debió de disponer de un “Scriptorium” en el que se gestó la redacción e ilustración miniada del texto primigenio (desaparecido).

A Beato de Liébana se le ha dado por oriundo de Aniezo (incluso existe una placa conmemorativa, que alguien se encargó de colocar “in memoriam”). También se apuesta por Saldaña, Andalucía o Toledo como lugares de nacimiento, sin base alguna en las Crónicas (la Albeldense, que es la más antigua y proviene del códice del Monasterio de Albelda (Oviedo), nada dice al respecto). Si bien es cierto que la leyenda, ante la incertidumbre, desbarra a sus anchas y habla de un grupo de exiliados visigodos que, aterrorizados por la entrada en el año 711 de musulmanes por el sur, huyen despavoridos hacia tierras cántabras con el propósito de formar un cuerpo aguerrido contra el moro desde tierras astures. Covadonga es el lugar emblemático. En Cosgaya, sigue la leyenda, pudo haberse ensayado el primer enfrentamiento cuerpo a cuerpo contra el invasor llegado hasta allí desde las vertientes de los Picos según atestigua Sánchez Albornoz.

Con datos ya históricos, sin embargo, Alfonso I, yerno de D. Pelayo e hijo de Pedro de Cantabria (que no faltan quienes le hacen coincidir con el Conde de Torices y sus propiedades en las Casas de abajo, con monasterio incluido (que D. Desiderio trató de recuperar dejando la enseña de la cruz, como lo hizo también en Frama con el monasterio de La Virgen de los Caballeros), parece, digo, haber entablado una relación amistosa con Beato de la que cabe deducir que, al igual que hiciera el Emperador Constantino con la oficialidad del cristianismo en el siglo IV contribuyendo a su expansión, le ayudó y encumbró en su idea monacal y de lucha contra la invasión musulmana, en un momento tan crucial, aportando todos los medios materiales e intelectuales (desde la preparación del Camino de Santiago contra el moro hasta la resonancia del Apocalipsis de S. Juan como apunte bíblico) para la salvación de la Cristiandad en Occidente frente a una civilización oriental devastadora, irreligiosa y arriana con el adopcionismo para más señas, como luego se mostró en la polémica entre Elipando, obispo de Toledo, y el propio Beato y Eterio (discípulo suyo) ensañándose en una disputa filosófico-teológica que implicaba el poder, igual que ocurriera otrora con la implantación del cristianismo y la cristiandad como aleatoria intersección entre el cetro y la cruz. Ahora se trata de ganar lo perdido (la Reconquista), entonces, de conquistar lo anhelado.

¿Qué significado tiene, entonces, el Apocalipsis?

El Apocalipsis es el último libro del Nuevo Testamento escrito en la isla griega de Patmos por S. Juan en su destierro, como si se repitiera en la historia que el exilio, el destierro o la cárcel fueran los detonadores de ideas ilustres de personajes que con más virulencia hayan pasado a la historia, como fue el caso de Boecio, Sócrates, Galileo….y tantos otros.

De hecho el género apocalíptico es frecuente en la literatura del judaísmo por las vicisitudes de un pueblo religioso y perseguido, que se propone revelar realidades trascendentales recurriendo al mito, al misterio, a las visiones y a las apariciones.

Este escrito está destinado a las iglesias recién surgidas en el Asia Menor, según testimonio del capítulo I, versículo 11, donde dice literalmente: "Lo que vas a ver, escríbelo en un libro y mándalo a estas siete iglesias: Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea". Allí se libran batallas contra el paganismo representado por la bestia feroz y la Iglesia cristiana dentro de una visión más amplia de una teología de la historia de lucha entre Dios y Satanás. Está aquí en ciernes la Ciudad de S. Agustín, la salvación de la humanidad, de la que he hablado en artículos anteriores; lo que está sucediendo en cada lugar de estas iglesias se recapitula desde el C- I al 4. Desde el C- 4 en adelante hasta el epílogo se narran las plagas y castigos que son medios de que se vale el Dios para hacer comprender a los hombres….En este caso el autor recurre a un material estilístico tradicional como es el mítico de los cuatro Jinetes, los Dos Testigos, la lucha del Dragón contra la Mujer, las dos Fieras … &c. que el artista de los Beatos plasma en dibujos con bandas horizontales y colores ilustrativos cuya temática y técnica fundamentan la evolución de la pintura y escultura mozárabe y románica, valiéndose de plumas de ganso, de cuervo o de cisne mojadas en tinta negra y pigmentos vegetales y grasas de animales, no faltando, para resaltar la estampa, el oro, dando solidez al folio el remate de una bella cubierta. El color y el dibujo de las figuras impactan de tal modo que trasfiguran la sensibilidad a otro mundo.

La lucha reflejada en su día contra el poder del Imperio Romano sube ahora de tono contra todo poder de este mundo y la victoria de Cristo.

En el Apocalipsis hay dos partes: una, que podríamos llamar la narración de los contendientes históricos, la Iglesia y el Imperio, que se transfiguran en Cristo y Satanás con victoria final de la Iglesia-Cristo y ruina de Babilonia-Roma.

Hay otra parte que podríamos llamar simbólica que tiene su eje en las series septenarias….la menorach uno de los símbolos más viejos del Judaísmo, es un candelabro de siete brazos, o una lámpara de aceite. Es considerado el símbolo oficial del Estado de Israel. Se dice que simboliza los arbustos en llamas que vio Moisés en el Monte Sinaí (libro del Éxodo, 25).

http://jonkepa.wordpress.com/2007/09/25/simbolos-judios-la-menorah

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