sábado, 14 de noviembre de 2009

El ego trascendental

EL EGO TRASCENDENTAL Por Javier Pérez Jara Creo haber leido atentamente el trabajo de J. P. Jara sobre el Ego Trascendental como Ego lógico en el materialismo filosófico. De él destaco dos expresiones, que son las que, por el momento, me interesa comentar: 1). “El materialismo filosófico como clase vacía sin la idea de Ego Trascendental”, y 2). La inversión teológica del Ego Trascendental como secularización del Dios de la Ontoteología medieval. En cuanto a 1) ¿No hubiera sido mejor decir que el “Ego”, todo ego, aparecido en las historias de la Filosofía y Psicología, es la clase vacía sin los contenidos del mundo? ¿No hubiera quedado más claro referirse a la estructura de la conciencia con relación a la fenomenología, que en tantos autores ha proliferado falsamente como una sustancia exenta y con vida propia? Recuérdese, a este respecto, la publicación de la trascendencia del Ego, en 1934, por J. P. Sartre, precisamente mientras se encontraba en Berlín estudiando la fenomenología de Husserl. A este trabajo siguieron otros de la misma raíz, como la Imaginación y lo Imaginario o Esbozo de una teoría de las emociones, abocando todos ellos, en 1943, en El Ser y la Nada, Se afirma con ello que no hay posibilidad alguna de afirmación de la conciencia sin contenidos concienciados pertinentes. Esto va de suyo. ”Mientras la conciencia, decía Simone de Beauvoir en su presentación, es una inmediata y evidente presencia de uno, la psiquis es un conjunto de objetos que no se aprehenden por una operación reflexiva y que, como los objetos de la percepción, sólo se dan por perfiles: el odio, por ej., es una trascendencia que se aprehende a través de las erlebnissen (experiencias vividas). Quiero decir con esto que, huyendo del solipsismo porque no tiene sentido alguno ni si quiera el término, no podemos plantear cuestiones de ese género porque, por simple procedimiento lógico, no habría sujeto para un objeto. Todo quedaría inventado por la fantasía, como les sucede a todos los idealismos, incluyendo aquí a los psicólogos, quienes pretendiendo sostener algún fulcro en el que apoyar tesis sobre tesis afirman contundentemente la presencia formal del “ego” como habitante de la conciencia, como inferible de las erlebnissen, es decir, de las vivencias, o dicho de otra manera, creen descubrir su presencia material como centro de los deseos y los actos de la vida de cada cual. Y, en este sentido, habría que decir que tendría más razón Fichte cuando sostiene que sólo en un sistema de relaciones sociales puede uno darse cuenta cabalmente de quién es, a quién mira y por quien es mirado. En cuanto a 2) J. P. Jara no hace más que insinuarlo, pero, a mi modo de ver, ahí está el meollo de las grandes cuestiones culturales postmedievales hasta nuestro tiempo. Yo le rogaría que nos brindase con el próximo trabajo un desarrollo de esta cuestión. Y sin más que felicitarle por las cincuenta y una páginas, un saludo afectuoso.

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