lunes, 16 de noviembre de 2009

MERCADOTECNIA DE LA POLÍTICA

Como una mercancía más, la política hoy llena el mercado de compra-venta con sus plusvalías y su tráfico de influencias para enriquecimiento personal e intereses de partido.
Eso ya lo sabíamos. Pero, a pesar de todo, los Partidos siguen esquizofrénicamente determinando las mentes del pueblo como si de máquinas cartesianas se tratase. Y esto es lo menos parecido a una democracia.
¿Es, entonces, el Partido o el mismo pueblo el que debe estar en cuestión permanente?
Es inconcebible hoy que una mente sana, instruida y educada en el discernimiento más elemental de las cosas, no pueda ver con los ojos de la evidencia el engaño al que se le somete cotidianamente a través de los medios de comunicación ( de incomunicación-bloqueo, mejor dicho), y se apalanque en la zafiedad, la vulgaridad y el analfabetismo.
Más aún, planea una permanente sospecha que una parte de cierta clase política, llamada de izquierdas, cultiva desde el odio la propagación de la incultura y del todo vale para aleatoriamente meter ellos solos la cuchara en el menú de sus programas demagógicos.

Hoy, el “socialismo” necesitaría aclarar sus principios obsoletos, del siglo XIX, leídos en sus contextos económico-sociales e históricos y filtrar tanta hipocresía y mentira, que vende al populacho como una verdad, aquella de la que hablaba Pascal, (que de tanto repetir una mentira, ésta pasa inadvertidamente a formar parte de la atmósfera de la verdad).
Con esta gente parece que estamos permanentemente en el escenario de un teatro de Molier en el que el Tartufo de turno no falta nunca.
Aquella célebre crítica a la cultura europea que Nietzsche se arrogó como varapalo a la clase intelectual y política, hoy puede extenderse a todo un modo de ser y de estar en las representaciones públicas del poder: “ si mientes, al menos no te mientas a ti mismo”. Este extremo es ya la esquizofrenia más absoluta y dañina. Aquella de la que hablaba Aristóteles como excluida de la sociedad.
José Luis Gómez

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