viernes, 20 de enero de 2012

FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN

FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN

José Luis Gómez Fernández

Enseñar y educar son dos conceptos asociados pero discernibles. Veámoslo simplificando sus contenidos y desplegando sus significados.
El aprendizaje de conocimientos forma parte, sin duda, del acervo cultural, eso lo sabe todo el mundo, pero, lo que tal vez no sepa es para qué sirva tal acumulación de saberes.
El hombre a lo largo y ancho de la historia ha necesitado enfrentarse a problemas de carácter técnico para resolver el enfrentamiento con la naturaleza que le era hostil y suavizar la vida diaria mediante los alimentos más fáciles de obtener y conservar.
Ahora bien, vivir, convivir y sobrevivir no siempre fue tarea fácil. Si de las técnicas se sirvió el hombre más primitivo para alargar su brazo y romper la piedra y pulimentarla, tuvo, más tarde, que recurrir a las armas y a las letras para asegurar la tierra y la convivencia en ella.
Las coordenadas de las culturas y las civilizaciones se han movido siempre entre los parámetros de la guerra y la paz, y se tomó del Derecho Romano aquella célebre frase: si quieres la paz, prepara la guerra (dicho en latín: si vis pacem, para bellum).
Y cuando afirmo esto con todas las letras estoy moviéndome en el parámetro del aprendizaje de las ciencias y de las letras, incluidas las artes y las religiones, por donde empecé desplegando el concepto de enseñar.
Y si echo un breve vistazo a la historia de la filosofía me encuentro de bruces con autores que avalan mi aserto, tales como Platón, Aristóteles, Tucídides, Cicerón, Locke, Rousseau, Stuart- Mills, Tocqueville o Hanna Arendt.

La Filosofía como reflexión que es, ha de reflejarse sobre estas cuestiones de la vida, que es lo que llamamos la “realidad de las cosas”, de lo contrario no hay filosofía (habría “ensimismamiento”, esto es “mirarse el ombligo a sí misma”).
Y aquí es donde aspira la Filosofía a ser “maestra de la vida” (Magistra vitae, de los clásicos)
Si enseñar como concepto desplegable en ciencias y letras aparecía en el panorama del acervo cultural, ahora educar, entre las coordenadas filosóficas, es aspirar a dirigir la formación de ciudadanos libres y liberados, con la firmeza ética de permanecer en el ser, como diría nuestro Espinosa en su Ética more geometrico demostrata (la ética demostrada de modo geométrico)
La educación, del latín e-ducere, no debería consistir más que en sacar, sin violentar, fuera de tu mismo pozo lo que eres por dentro, tus propias maravillas y propiedades que todavía te permanecen ocultas.
Y como yo mismo escribí una vez: ¡cuántos hombres habrán enterrado sus talentos entre estiércol o en puestos para los que no nacieron, y cuántos otros malversaron los que no tuvieron en detrimento de los que los tuvieron.
Y si, como decíamos antes, la enseñanza como concepto asociado a la educación se distingue, sin embargo, de ella, es porque la enseñanza era “aprender”, y la educación era “aprender a aprender”. Y aquí es donde tiene lugar la autonomía personal, la vocación, la firmeza, el emprendimiento y la investigación en medio de rutas nuevas al afrontar la diversidad y las encrucijadas con las que indefectiblemente ha de encontrarse en la vida sin solución de continuidad. Es aprender a encontrarse bien en tierra extraña porque el primero con quien se encuentra es él mismo.
Tanto en la enseñanza como en la educación no se puede bajar la guardia. Pues uno nunca termina de informarse ni de formarse.
Y este es el tesoro más preciado y excelente con el que puede el ser humano ennoblecerse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario